MIAMI, Florida, 19 de noviembre de 2012, 173.203.82.38.-El escritor y humorista cubano fue visto en un stand de la Feria del Libro de Miami (que concluyó este domingo). Trataba de vender Siempre nos quedará Madrid, su más reciente libro, o en realidad no él, sino sus editores, quienes cobraban al lado mediante un sistema modernísimo por internet, dentro de una carpa efímera que en pocas horas desaparecería de los alrededores del Miami Dade College, el campus universitario del Downtown de esta ciudad.
Enrique del Risco es un dichoso productor del poco papel impreso que van dejando las nuevas tecnologías. Pero también es un poseído blogger; de manera que coexiste entre dos aguas.
Anteriormente, fue visto en las calles del Cementerio de Colón de La Habana, institución de la que fue historiador y por donde transitaban diariamente humildes cronistas de la ciudad. Precisamente allí, ha declarado, se entregó a la literatura, porque aquello le dejaba tiempo para escribir y para ir al cine.
Luego emigró a Madrid.
A la vuelta del tiempo, desde las inmediaciones de Nueva York, donde vive, rescató ese Madrid de los 90 que, según él, ya no existe Como sería lógico pensar, su viaje comienza en el Cementerio de Colón, sin que el escritor tema decirlo, sino más bien todo lo contrario.
No cualquiera ha sido historiador de un cementerio.
El caso es que Del Risco, también humorista, está empeñado en destacar la Memoria como género, tal vez porque se le da bien escribir en primera persona. Como creyó que aquellos “sucesos” madrileños fueron importantes, toda vez que el cubano ha creído a España como la Madre Patria (esto es: abrigo, calidez, consideración), se puso en contacto con la editorial Sudaquia que radica en Nueva York.
El nombre de la editorial, obviamente, es una fina ironía dirigida a las grandes “potencias” mundiales.
Siempre nos quedará Madrid (en el recuerdo, tal vez) parafrasea el París que le tocó en esa lotería que esperamos los cubanos y que nos envía hacia cualquier lugar del mundo, muchas veces por accidente. Así que Enrisco –su nombre artístico- comienza contando cómo fue el “proceso” creativo para obtener una carta agraciada en esa lotería.
Y así, cómo fue un ilegal en Madrid, cómo conoció el metro y demás vericuetos de esa ciudad donde nadie es de allí, sino de cualquier parte.
Hay frases tremendas como “La Madre Patria. No recuerdo haber oído esa expresión en boca de un inmigrante latinoamericano en España en otro tono que no fuera el de la ironía y el despecho”, o “…a los españoles de aquellos días no les faltaba el deseo de ser tolerantes, solo (les faltaba) la costumbre (de serlo)”. Pero quizá sea esta la que mejor o peor venda su libro:
“Si esperabas el cuento de cómo dos inmigrantes se abren camino en un mudo extraño hasta triunfar en él, devuelve el ejemplar (…), di que vas de parte del autor…”, dice el tráiler promocional.
Actuar o escribir sin cortapisas parece ser el eje de este escritor cubano que ahora se ha aliado a otros que no tienen nada que perder, los de Sudaquia.
Llegar a Nueva York, establecerse allí, es un camino duro, pero tiene sus recompensas. Cualquier cosa después de eso puede parecer posible, puede parecer curada; incluso un pasado que no fue del todo bien.