LA HABANA, Cuba -Todavía persiste el acalorado debate provocado por la carta de un grupo de personalidades al presidente Obama y la visita a La Habana de Tom Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.
Muchos han expresado que una mejoría de las relaciones comerciales entre Washington y La Habana solo beneficiaría a la elite gobernante y no al pueblo cubano.
Según líderes de la oposición, en Cuba y el exilio, la carta abierta a Obama, coordinada por Cuban Study Group y el Consejo de las Américas, no alude a los derechos humanos y las libertades fundamentales, que el gobierno cubano viola de forma flagrante y contumaz, no exige mayores aperturas al régimen y da una versión falseada de la rudimentaria sociedad civil en Cuba.
La crisis cubana no es consecuencia del embargo ni de la ausencia de relaciones con Estados Unidos, sino que se debe a las políticas erradas del gobierno cubano.
El gobierno de Raúl Castro no ha realizado cambios que justifiquen un mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos. Ante los pasos dados por el gobierno norteamericano, La Habana no ha dado ninguno dirigido a cambiar el status quo existente.
También son muchos los que consideran que la visita del Sr. Donohue a La Habana –la segunda que hace, la primera fue en 1999, cuando se reunió con Fidel Castro- no beneficiará al pueblo cubano.
Para juzgar la visita de Donohue, es necesario analizar cuál es la política que en torno a la economía, la actividad privada y la inversión extranjera aplica hoy el gobierno cubano.
El tercero de los 301 lineamientos económicos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista, al puntualizar que “en la forma de gestión privada no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídica ni naturales”, deja claro que no se reconocen la pequeña y la mediana empresa.
El vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo Jorge, en la reunión del Banco Internacional de Inversiones, celebrada el 8 de mayo en La Habana, advirtió que “las transformaciones en la economía se producirán sin cambio de propiedad de los medios de producción”. Es decir, que no se apuesta a cambios estructurales.
Tales planteamientos de Murillo se contraponen a lo expresado por Donohue en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, cuando señaló que su misión es “apoyar a las empresas privadas y persuadir a los gobiernos de que sin control por parte del estado, sus economía serán exitosas y productivas”.
Todo indica que los empresarios norteamericanos que visitaron La Habana, no disponen de suficiente información sobre la política económica que aplica el gobierno cubano. Afirmar que las autoridades cubanas realizan “cambios importantes en la economía dirigidos a estimular al empresariado” y que “abren oportunidades para el comercio y la inversión”, indica una total desubicación respecto a la realidad económica de Cuba.
El zar de la economía cubana, Marino Murillo, dejó claro que en el actual modelo económico, por sobre la actividad privada, prevalecerán las cooperativas tanto agropecuarias como no agropecuarias, que serán las que dispondrán del mercado mayorista que no se le brindará a los empresarios privados y que la carga tributaria que estos últimos abonarán será un 50% mayor que la de las cooperativas.
Es decir, que el gobierno cubano dirigirá su política económica a la creación de cooperativas y ralentizará, mediante los alto impuestos y otras restricciones, al sector privado, para frenar la expansión y consolidación de una clase media adinera e influyente. Es por ello que priorizarán a las personas organizadas en cooperativas y no a las que despliegan actividades privadas.
Donohue y la delegación que lo acompañó dieron muestras de su desconocimiento de las trabas legales que impone el gobierno cubano al emergente sector privado. No se corresponde con los hechos la declarada intención de Donohue de “vincularse a los cubanos para explicarles la manera en que la empresa privada podría mejorar de manera drástica la vida de los ciudadanos”.
Como la Ley118 de Inversión Extranjera no reconoce como personas jurídicas a los dueños de los 2000 pequeños restaurantes, a pesar de que cumplen con los requerimientos para ser catalogados como pequeñas empresa privadas; legalmente no pueden realizar transacciones de exportación e importación con partners nacionales o extranjeros.
Por las trabas legales vigentes, no existe ninguna posibilidad de que la actividad privada en Cuba pueda ser un competidor leal de las empresas del Estado. Todo está diseñado para que este sector no alcance el desarrollo que se espera, y solo se mantenga en los niveles propios de una economía de subsistencia.
Sr. Donohue, usted está equivocado.
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