LA HABANA, Cuba.- Cualquiera que no esté muy al tanto de las relaciones entre las autoridades deportivas cubanas y los peloteros de la isla que se desempeñan en las Grandes Ligas de Estados Unidos, pudiera experimentar extrañeza ante la creación de la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales (ACPBP, por sus siglas en inglés).
Porque, evidentemente, esa agrupación denota una especie de acción protectora por parte de los peloteros cubanos que juegan en la Gran Carpa. Se protegen del ostracismo en que los mantiene su patria de origen. Aquí no sucede lo que en Panamá, donde Mariano Rivera es un ídolo; o República Dominicana que adora a Pedro Martínez; y qué decir de lo que significa la memoria de Roberto Clemente para los puertorriqueños.
El oficialismo cubano ha dado la orden a los medios de difusión de que ignoren lo más posible a los peloteros nacidos en la isla que hoy juegan en la MLB. No importa si abandonaron legalmente Cuba, o si desertaron de alguna delegación cubana que se desempeñaba en algún evento internacional.
Durante estas más de seis décadas de castrismo en el poder, han sido innumerables los peloteros cubanos que han brillado en la MLB, y que son prácticamente desconocidos para la afición de la isla: José Canseco, Rafael Palmeiro, Tony Oliva…, y otros formados en Cuba, que después se fueron y la maquinaria castrista los olvidó para siempre: José Ariel Contreras, Aroldis Chapman, Pito Abreu…
No solo se sumerge a estos peloteros en el olvido desde el punto de vista de su ejecutoria deportiva, sino que también como ciudadanos pagan por el “delito” de haber abandonado la isla. Tenemos el caso reciente de Yulieski Gurriel, a quien el gobierno cubano le negó la entrada al país para una simple visita familiar.
A raíz de las deficientes actuaciones de los peloteros de la isla en los últimos torneos internacionales, han sido muchas las declaraciones de peloteros cubanos que juegan en el exterior, en el sentido de poder sumarse a un equipo Cuba unificado, y así enfrentar a otras naciones que conforman los equipos con sus mejores peloteros.
Sin embargo, semejante propuesta no ha sido debidamente respondida por los jerarcas del béisbol cubano. Da la impresión de que el régimen estaría en disposición de incluir a algunos, y negarles la participación a otros. Y esa incertidumbre, como es lógico, no satisface al grueso de los atletas que actúan en la MLB.
Así las cosas los propios peloteros decidieron crear la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales, con la vista fija, entre otras cosas, en poder representar a Cuba en el próximo Clásico Mundial de Béisbol a celebrarse en el año 2023.
Mas, casi de inmediato, la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol (WBSC), en la persona de su presidente, el italiano Ricardo Fraccari -por cierto, de inmejorables relaciones con las autoridades deportivas cubanas, se pronunció en contra de la pretendida participación en el Clásico del referido equipo profesional cubano. Claro, tampoco hay que pasar por alto en esta decisión la presencia de Antonio Castro Soto del Valle, hijo de Fidel Castro, como uno de los ejecutivos de la WBSC.
Mientras todo esto sucede, el recién estrenado presidente de la Federación Cubana de Béisbol, Juan Reinaldo Pérez Pardo, anunció que los peloteros que abandonaron sus equipos en la actual Serie Nacional para ir jugar en el exterior serán sancionados con la prohibición por dos años de poder volver a desempeñarse en la isla.
Por supuesto, el señor Pérez Pardo se refiere a los peloteros que obtuvieron los contratos por iniciativa propia. Porque aquellos cuyos contratos en el exterior se hicieron por intermedio de la Federación Cubana, con la correspondiente tajada económica para esta última, no tienen problemas de ningún tipo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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