SANTIAGO DE CUBA, Cuba. – Me ha sorprendido la parcialidad, falta de objetividad, el desconocimiento de la historia de Cuba y la retorcida visión de la realidad que ofrece un artículo publicado por la reconocida Agencia EFE y reproducido por varios diarios, también de indudable prestigio, titulado “En Santiago de Cuba los 60 años de Revolución se celebran con asados y fiestas”.
Primeramente, hay que decir que Santiago de Cuba tiene más de cuatrocientos mil habitantes y que el porciento de la población que “celebró” el 60 aniversario de la dictadura castrocomunista fue bastante pobre. El número de familias santiagueras que pudieron asar un cerdo fue más bajo aún. La mayoría de los trabajadores no pueden darse ese lujo. Sus miserables salarios figuran entre los peores del planeta. En la mayoría de los hogares las carencias y necesidades ensombrecieron los rostros de sus moradores.
En segundo lugar, los cubanos celebramos la “Nochebuena”, el 31 de diciembre y el 1ro de enero desde mucho antes del triunfo de Fidel Castro. La mayoría de esos puercos asados que vio la periodista cubana Yeny García, reportera de EFE, nada tenían que ver con la celebración castrocomunista. De hecho, antes de 1959, era mucho más alto el porcentaje de familias que podían comer el lechón asado acompañado de congrí, yuca, plátanos fritos, tomate y lechuga que las que pueden tenerlo a 60 años de iniciado el régimen unipartidista.
En la Cuba de la “Dictadura del Proletariado” solo los dirigentes, las personas que reciben remesas, cierto número de “cuentapropistas” y otros que se arriesgan en actividades económicas ilegales pueden asar un cerdo. Otros, más humildes, tienen que criarlo dentro de sus viviendas, violando normas epidemiológicas y arriesgando su salud, para poder garantizar la cena del cumpleaños, de Navidad o de fin de año. Muchos de los que crían cerdos en tales condiciones ni siquiera lo comen, porque se ven obligados a venderlos para resolver graves problemas de vivienda, ropa, calzado y otros.
En el texto publicado por EFE, la reportera, que al parecer no salió del área de celebración oficial, dice: “En Santiago, la abundancia y diversidad de productos en las calles contrasta con ciudades como La Habana, donde continúa la escasez de pan y las ventas especiales para la fecha son más modestas”. Si hubiese caminado por los paupérrimos y muy poblados repartos de la ciudad y entrado a los hogares y conversado con sus habitantes, hubiese conocido que lo que antes había visto no era más que un espejismo, una “Aldea Potemkin” para la prensa y visitantes extranjeros el día en que Raúl Castro encabezaría el acto por los 60 años de tiranía familiar.
La periodista no vio, o no se detuvo a pensar en el significado, por ejemplo, de las peras estadounidenses a 1. 50 CUC, o de las uvas, también del vecino del norte, a 12. 00 CUC el kilogramos en un país donde el salario medio mensual no supera los 30 CUC. La corresponsal tampoco reparó en la cantidad de jóvenes que se ofertan a turistas foráneos, en ese mismo Parque Céspedes, para alimentar y vestir a uno o más hijos. Tampoco vio el número de indigentes que piden dinero para comer y que duermen al aire libre.
Sobre las opiniones de los entrevistados por Yeny García, solo decir que en ese ambiente oficialista, lleno de agentes del régimen vestidos de paisanos, más los uniformados, en una nación donde disentir cuesta muy caro, ni el más valiente es sincero. Y cuando dicen algo, matizado, de lo que en realidad piensan, de inmediato corrigen su “osadía” con frases como la que cierra el trabajo publicado por EFE: “Paralizada (Cuba), si la comparo con otros países. No se ha avanzado en nada, pero así mismo las personas son felices y tratan de dar lo mejor de ellos para continuar”.
Las personas se esfuerzan al máximo, sí, dan lo mejor de ellos, unos para sobrevivir y otros muchos para escapar del país en busca de libertad y oportunidades. Otros, que no fuimos consultados por la autora del artículo publicado por EFE y que crecemos en número, nos esforzamos al máximo para hacer de Cuba una nación sana donde narrar la realidad no sea tarea tan complicada y a veces “imposible”.