LA HABANA, Cuba. – Toda la Isla está consternada por el mayor incendio ocurrido en su existencia, otro nefasto hito en la debacle económica, política y social de la nación antillana.
Los matanceros y todas las personas vinculadas a la extinción del siniestro en la Base de Supertanqueros de la zona industrial de esa hermosa ciudad cargarán las lesiones psicológicas toda su vida. Desde la primera explosión, ellos acompañan los sufrimientos de los familiares y colegas de los fallecidos, desaparecidos y lesionados.
El fuego en un enorme tanque de petróleo, causado según información oficial por un rayo el 5 de agosto, se propagó a otros tres tanques de la batería. Junto a los bomberos cubanos han trabajado especialistas de Venezuela y México. Las autoridades cubanas no contaban con recursos financieros para adquirir los productos y los equipos indispensables. El Gobierno de Estados Unidos ofreció asistencia, que el gobernante Miguel Díaz-Canel dijo aceptar, pero al parecer no precisó las necesidades y se dilataron las coordinaciones. Resultó evidente que no se deseaba a los estadounidenses husmeando en el coto cerrado de la Base de Supertanqueros ni dar crédito a sus buenas acciones, que aflojaran la propaganda sobre el “bloqueo”.
Las consecuencias sobre la maltrecha economía serán notables. Se trata de la única terminal del país con capacidad para buques de gran porte, lo que implicará que ahora la descarga tenga que realizarse de barco a barco para que el crudo pueda ser refinado en Cienfuegos o La Habana posiblemente. En Matanzas se almacena el petróleo extraído en los pozos petroleros de La Habana a Varadero y con el cual se nutren parcialmente termoeléctricas como la Antonio Guiteras, la más eficiente y menos antigua del país. Ahora ese combustible tendría que llevarse a Cienfuegos, Santiago de Cuba u otro lugar donde existan tanques. La carencia de dinero y créditos imposibilitan nuevas inversiones.
Esto se une a los cortes de electricidad que a menudo alcanzan más de 12 horas en todo el país, por roturas en las ocho termoeléctricas existentes y la falta de combustible (incluido el fuel oil para los grupos electrógenos). El déficit de generación eléctrica ha impuesto grandes recortes a las producciones industrial y agrícola, lo que lesiona las exportaciones y las ofertas nacionales. Los suministros de petróleo desde Venezuela continúan a la baja, mientras que se han logrado algunos esporádicos envíos desde Rusia.
La insistencia del viceprimer ministro Alejandro Gil de que el PIB crecerá 2% este año se vuelve más irreal. El Gobierno enarbola el crecimiento del turismo, pero resulta poco probable que se alcancen los 2,5 millones de visitantes este año. Además, la exportación de servicios médicos decayó sustancialmente.
La prolongación de los apagones, el calor, las dificultades para cocinar y el peligro del dengue se unen a las colas para adquirir alimentos, medicinas y otros productos de primera necesidad (que apenas existen), a la subida de los precios y la depreciación del dinero. El descontento aflora por todas partes, con expresiones públicas más o menos solapadas y menciones a las ansias de salir del país o los éxitos de quienes llegaron a algún lugar, sobre todo Estados Unidos.
La apertura a la creatividad de los cubanos es indispensable para poder sobrevivir y propiciar el avance de Cuba. Mientras tanto, tiempos cada día más difíciles aguardan a los cubanos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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