LA HABANA, Cuba. – La Isla se prepara para la afluencia del turismo internacional a mediados de noviembre, con lo que el Gobierno pretende reanimar la economía del país.
Durante un año y medio, el encierro y el temor a enfermar y fallecer por la COVID-19 han ocasionado traumas, mientras el micromundo de las colas para adquirir alimentos ha deformado a muchos cubanos. Reiniciar las usuales labores o acometer el trabajo privado podría restituir al cubano risueño, musical y emprendedor, deseoso de acoger a los turistas portadores de la prosperidad perdida por la ausencia de los visitantes estadounidenses en 2019 y de los canadienses y europeos desde marzo de 2020.
Los detalles de la apertura fueron expuestos en la Mesa Redonda del 23 de septiembre por la ministra de Comercio Interior de Cuba, Betsy Díaz; el Dr. Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública; Reynaldo García Zapata, gobernador de La Habana, y Mario Sabines, gobernador de Matanzas. Días antes, el gobernante Miguel Díaz-Canel y el primer ministro Manuel Marrero habían anunciado la inminencia de la reapertura.
Las provincias de La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Guantánamo y Mayabeque empezarán a abrirse dentro de sus fronteras, con limitado acceso entre sí. Evidentemente se trata de los principales polos turísticos, a los que no se pueden unir Sancti Spíritus y Holguín por las altas cifras de contagiados y fallecidos. Llama la atención la inclusión en esta lista de Santiago y Guantánamo, las cuales tienen una elevada cantidad de casos de coronavirus y no son esencialmente polos turísticos, a excepción de Baracoa, actualmente con un gran brote incontrolado.
La reapertura de las fronteras podría provocar un rebrote de COVID-19 en la Isla, como ocurrió en noviembre de 2020. Cuando los casos casi se habían eliminado, los viajeros procedentes de Rusia trajeron la cepa Delta del coronavirus. Esa disyuntiva recorre la humanidad, que aspira a que la vacunación disminuya los casos severos y las muertes, al tiempo que se acostumbra a convivir con la epidemia.
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