LA HABANA, Cuba.- Se cumplen diez años de la ascensión de Raúl Castro a la presidencia del Consejo de Estado cubano. Durante ese tiempo sí ha realizado cambios, lentos, limitados e insuficientes en lo económico; históricos junto a Barack Obama en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, reapertura de las embajadas respectivas, conversaciones y acuerdos para coexistir Cuba y Estados Unidos como vecinos inevitables. Su legado enfrenta los retos de conferir derechos de opinión y participación ciudadana en la toma de decisiones de la nación, y acelerar los cambios económicos, entre ellos el reconocimiento a la propiedad privada, la legalización de pequeñas y medianas empresas (PYMES) como complemento a la macroeconomía y fuente de empleo, viabilizar la aplicación de las medidas de Obama y las inversiones extranjeras, honrar los compromisos internacionales, simplificar el entramado de leyes y reglamentos, aprobar una nueva Constitución y leyes complementarias.
El presidente concluyó los 10 años de gobierno el 31 de julio con serias dificultades por el solo un 1% de crecimiento del PIB en el primer semestre de 2016 (planificado en 2%, la mitad del año anterior); sin liquidez y con atrasos en los pagos corrientes a los proveedores extranjeros, anuncio de restricciones del combustible y la electricidad, la concentración de las inversiones en producciones para la exportación y la sustitución de importaciones, el desarrollo del turismo y las infraestructuras. No ha logrado incrementar la producción a pesar de los Lineamientos para la Actualización del Modelo aplicados desde 2011, con bochornosos resultados agrícolas e incumplimientos en el modesto plan de la zafra azucarera 2015-2016, y sin visos de mejorar porque tendrán restricciones de energía e insumos y consecuentemente disminución del empleo y salarios.
Raúl Castro renovó la imagen internacional del gobierno, dañada por la represión de 2003 y el encarcelamiento de 75 prisioneros de conciencia, incorporó a Cuba en los organismos regionales, participó en la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), asistió a la Cumbre de Las Américas en Panamá y la Sesión de la ONU conmemorativa del 70 aniversario en 2015, compartiendo escenarios y entrevistándose con Barack Obama. El acercamiento con Estados Unidos, el canje de Alan Gross y los tres cubanos encarcelados como espías, las condonaciones de deudas, la Ley Migratoria y las negociaciones con la Iglesia Católica, la Unión Europea, Japón y países árabes son sus logros. Sin embargo, la visita del presidente norteamericano en marzo de 2016 resultó un éxito para el adversario, que expresó sus ideas democráticas y explicó las posibilidades para los cubanos, con la anuencia de un Raúl Castro a su lado con criterios retrógrados y campañas de propagada rechazadas por la población.
El general inició su año 11 con una población decepcionada de sus promesas incumplidas, y temerosa ante la posibilidad de un Período Especial agravado como sucedió entre 1991-2000, hasta que comenzó la asistencia de Hugo Chávez. Las dificultades y posibilidades reales de la economía no se conocen porque no se publicó su evolución entre 2011-2015 y el plan para el próximo quinquenio, analizados por el VII Congreso del PCC en abril y la Asamblea Nacional el 8 de julio. Los cubanos se preguntan por qué Raúl Castro ha perdido tanto tiempo a pesar de saber que Venezuela se consumía, y dilapidaba la avalancha de poderosos interesados en realizar negocios e inversiones impulsados por los pasos de Obama, que termina su mandato en enero de 2017. Posiblemente la respuesta esté en el lastre de la mentalidad obsoleta, el miedo a perder el poder absoluto y las precauciones de los subalternos para no pasar la raya de lo posible a decir y hacer. A este escenario habría que sumar las medidas relajantes del embargo, el incremento de las remesas y el turismo, potencialidades de exportación de servicios médicos, las cancelaciones de deuda y posibilidades de créditos.
No obstante, Raúl Castro enfrenta una situación económica, política y social muy compleja, que no se resuelve con el enroque de dirigentes, ni con llamados a trabajar y liberar las fuerzas productivas sin tener en cuenta que el cubano libre y motivado es la fuerza productiva creadora.