MIAMI, Estados Unidos.- En marzo de 1990, a menos de un año de dar un golpe de Estado soterrado a Fidel Castro justificado con las causas No.1 y No.2 de 1989, Raúl Castro se presentó engañosamente envuelto en ropaje aperturista con el “llamamiento democrático” al IV Congreso del PCC y ofreció esperanzas de cambios.
Desde entonces y hasta la celebración del cónclave en octubre de 1991, se produjo la descomposición de la URSS, el golpe de Estado conservador a Gorbachov en agosto de ese mismo año y la posterior caída del imperio soviético y de su “sistema socialista”, que contribuyeron a consolidar las ideas retrógradas en el castrismo y el poder de las Fuerzas Armadas, ante el miedo a los crecientes anhelos de renovación en la sociedad cubana.
Después, en el camino hacia la consolidación del poder de Raúl y sus militares se fue profundizando la penetración verde olivo en el resto de la sociedad, que junto al Partido fue militarizada y organizada para el “periodo especial en tiempos de paz”, estratagema que siguen anunciando para justificar recursos, control, ascensos y grados.
El fenómeno se aceleró con la enfermedad del caudillo en el 2006. A partir de entonces la mano de Raúl se hizo sentir más, al sacar de las altas esferas a los cuadros fidelistas que quedaban, eliminar un grupo de prohibiciones absurdas impuestas por su hermano, la escuela en el campo y otros de sus “logros”, y hacer grandes promesas de cambios en la Constitución, la ley electoral y en las relaciones de producción.
Pero veintisiete años después de aquel llamado “democrático”, y de haber pedido liberar las fuerzas productivas, cuando se propone entregar la presidencia a uno de sus leales, el general termina su mandato en medio de incoherencias, sin los cambios democráticos anunciados y reafirmando la represión política y la opresión a las fuerzas productivas como ejes del modelo estatal-centralizado y burocrático típico del castrismo neoestalinista; con la “sencilla” diferencia de que ya no está el caudillo, quien sostenía el modelo faraónico de sumisión y esclavitud generalizada y que, a pesar de la resistencia oficial, se han producido profundos cambios en las bases de la sociedad cubana.
En los últimos meses aumentaron la represión contra la oposición y la disidencia; con saña especial hacia los periodistas independientes, encarcelando a varios sin razón alguna, decomisando sus equipos, hostigando sus familias e impidiéndoles salir del país. En las últimas elecciones para delegados de base del Poder Popular se organizó una represión generalizada contra los ciento y tantos opositores e independientes que mostraron interés en participar en esos comicios.
La más reciente medida reaccionaria se concretó en el hostigamiento al director del Centro de Estudios Convivencia, Dagoberto Valdés, quien fue “erróneamente” impedido de viajar a Miami el 7 de febrero. Esa institución fue uno de los principales objetivos a desmantelar por la Seguridad del Estado, que incautó ilegal y arbitrariamente la vivienda de la Economista Karina Gálvez y le realizó un juicio amañado. El lugar fungía como sede del Centro en Pinar del Río. Varios de sus miembros y colaboradores han sido hostigados por la policía política de distinta forma, impedidos de participar en eventos dentro y fuera de Cuba y citados a interrogatorios a estaciones de policía.
El pecado mortal del Centro Convivencia ha sido analizar los problemas de la economía y la sociedad cubanas desde una mirada plural, incluidas la de la izquierda democrática y la de demócratas cubanos residentes fuera, para proponer eventuales soluciones en un nuevo marco nacional inclusivo.
Mientras, el General termina su mandato haciendo gala de su real rechazo a las formas de producción “no estatales”, con críticas a los privados que “buscan hacerse ricos” y a las cooperativas no agropecuarias que han plantado retos a las empresas estatales. Ha cerrado algunas de las iniciativas más exitosas y suspendiendo desde hace más de seis meses el otorgamiento de nuevas licencias a privados y cooperativistas; mientras que los acuerdo del VII Congreso destinados a destrabar las relaciones de producción han quedado en letra muerta.
En el Valle de Viñales el Gobierno se apresta a desatar una ofensiva contra el crecimiento de los hostales, restaurantes y demás servicios privados que se han ampliado gracias al desplazamiento de capitales de otras regiones, mientras que funcionarios encargados dicen que no será posible por ahora el desarrollo del mercado mayorista para suministrar a los particulares y cooperativas, y la ONAT anuncia que afilará sus controles impositivos.
La economía estatal cubana pasa por uno de sus peores momentos debido a la paralización de las reformas, al reflujo de los subsidios venezolanos, al estancamiento del PIB, a la baja inversión extranjera y especialmente a las pérdidas ocasionadas por la disminución del turismo de EEUU y de los cubanoamericanos, a consecuencia de los problemas en las relaciones entre La Habana y Washington.
Y como para que no queden dudas de la continuidad del carácter autoritario-personalista del castrismo en su fase “raulista”, se acaba de publicar un libro con 86 discursos e intervenciones del General Presidente que pretende mostrar su “altura” como político y estadista, en tanto que el conocido alabardero del régimen Eusebio Leal lo describe como poseedor de una “sensibilidad casi desconocida”,
Como contrapartida aumentan la oposición, la disidencia y las muestras de descomposición interna del régimen, como evidencian la protesta de Olga Salanueva por la exclusión de tres de “Los Cinco” de la lista de preseleccionados para diputados a la Asamblea Nacional y el reciente “suicidio” de Fidelito, que ha sacado a la luz partes de las diferencias entre Fidel y Raúl y las luchas entre ambos por el control del poder.
De manera que todo indica que el General entregará la presidencia en medio de una profunda crisis económica y política con el país desastrado, lo cual tocará enfrentar al sucesor y su equipo si es que la vieja guardia octogenaria le permite conformarlo y salirse del esquema estatalista. De otra forma, el “desmerengamiento”, más o menos cercano, parece inevitable.