LA HABANA, Cuba.- En la tarde noche del miércoles 3 de agosto, el espacio de propaganda oficialista Mesa Redonda analizó los retos y expectativas de la delegación cubana en los inminentes Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Brasil.
En el marco de una sociedad estremecida por la crisis económica y política, bajo la tensión de lograr tener todo a punto para desarrollar con éxito los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, alrededor de diez mil atletas en representación de doscientos países invaden la llamada ciudad maravillosa con el anhelo de competir y vencer en el más alto escenario deportivo universal.
Cuba, que acumula setenta y dos títulos en sus diez y nueve participaciones olímpicas —la martillista, ya retirada, Yipsi Moreno acaba de ser consagrada campeona de los Juegos de Beijing 2008 por dopaje de la original ganadora— intervendrá en la cita carioca con ciento veinticuatro atletas en diez y ocho deportes, con la particularidad del regreso de un deporte colectivo después de varias citas de ausencia, con la clasificación del equipo masculino de voleibol.
Después de una evidente caída de los resultados olímpicos en las dos últimas ediciones directivos y especialistas centran sus mayores esperanzas en los deportes de combate (boxeo, lucha, judo) y alguna que otra individualidad en otros deportes.
Con cinco y dos títulos en las citas de Londres 2012 y Beijing 2008 respectivamente, los últimos resultados olímpicos se distancian bastante de los mejores momentos y glorias pasadas de hace dos décadas cuando Cuba logró figurar varias veces entre los cinco o los diez primeros países del medallero olímpico general, gracias a la superioridad del boxeo cubano, el cual, con mucha tradición, calidad y sin profesionalismo, impulsaba a las delegaciones cubanas hacia lugares destacados.
Como muchas otras cosas en el mundo, en los últimos lustros el deporte cambió. Además de la participación de figuras profesionales, el creciente desarrollo tecnológico y comercial ha ampliado la dotación de atletas con calidad y maestría llegados de todos los rincones del planeta para disputar la gloria olímpica a los poderosos hegemonistas de siempre y a países como Cuba que fundamentaban sus éxitos en los títulos de ese deporte insignia y destacadas individualidades con actuaciones descollantes.
Sin tomar mucho en cuenta la debacle sufrida por la delegación cubana en los pasados Juegos Panamericanos en los cuales cayeron al cuarto lugar, los voceros participantes en la Mesa Redonda pronostican y casi dan por seguro la obtención de entre seis y ocho preseas doradas, lo cual, según aseguran, debe ubicar a Cuba entre el lugar diez y quince del medallero general, lejos de sus mejores actuaciones.
Sin embargo son varios los obstáculos que se interponen entre los atletas cubanos y el ansiado sitial dorado, debemos recordar que el espíritu chauvinista hace prevalecer el más deplorable campeonísimo, porque para los cubanos solo vale el primer lugar, aquí quien no obtiene el ansiado oro, simplemente perdió.
La mayoría de los atletas cubanos nacieron en los años más duros de la crisis de los años noventa y arrastran una nada despreciable deuda nutricional, al punto de verse disminuida la talla y el peso promedio. Por otra parte la altísima calidad de los oponentes se une al poco fogueo internacional de varias disciplinas. La nueva y tardía política de permitir la contratación profesional de los atletas cubanos en el exterior, que brinda nuevas posibilidades de desarrollo sin renunciar al control y tutelaje sobre los deportistas, todavía no puede contrarrestar las deficiencias y retrasos que enfrenta el deporte cubano.
Los tantos años de exportar entrenadores y especialistas hace sentir sus efectos en la formación de los deportistas jóvenes y en el alto rendimiento. Son además muchas las carencias materiales que enfrenta el deporte cubano y complican la preparación incluso de los equipos nacionales. La carencia y deterioro de las instalaciones de entrenamiento y competencia y la escasez de implementos y competencias de alto nivel convierten a los atletas cubanos en verdaderos héroes y a sus resultados en algo sumamente valorable. Considero que muy pocos contendientes foráneos serían capaces de mantener un alto nivel competitivo en las condiciones que viven y trabajan los atletas cubanos que han decidido permanecer en la Isla.
Porque el otro gran problema actual del deporte cubano es el éxodo recurrente de cientos de atletas de todas las disciplinas que ha debilitado considerablemente a las selecciones nacionales y el alto rendimiento.
Para colmo de males, aunque el plantel nacional de voleibol masculino no era aspirante a medallas, hace pocas semanas varios de los miembros de ese equipo se vieron encartados en una acusación de violación de una mujer en Finlandia donde intervenían en una parada de la Liga Mundial de ese deporte, lo cual los llevó a ser detenidos y procesados.
Ni siquiera los más destacados exponentes del deporte cubano en Rio tienen garantizado de ante mano un resultado, cada uno de ellos tendrán que luchar muy duro en las arenas de competencia para obtener una medalla de cualquier color.
Obtener seis títulos significaría mejorar lo logrado en las anteriores citas, pero nos dejaría al nivel de hace cuarenta años porque en la edición de Montreal 1976 Cuba obtuvo precisamente seis primeros lugares.
El terreno de competencia dirá lo que le espera realmente a Cuba en Rio de Janeiro. En los próximos días sabremos si se puede hablar de un nuevo despegue del deporte cubano o si debemos seguir soñando con las glorias pasadas.