LA HABANA, Cuba.- En el número 296 (noviembre-diciembre de 2020) de la revista Palabra Nueva, órgano de la Arquidiócesis de La Habana, aparece el artículo “Del libro, sus precios, de autores y utopías en la Pandemia”, de la autoría de Daniel Céspedes Góngora. De ese texto recogemos declaraciones del investigador Rafael Acosta de Arriba acerca de las tribulaciones que están afrontando los escritores cubanos para publicar sus libros en la Isla.
El investigador señala que desde hace casi tres años tiene su libro Conversaciones sobre arte listo para publicar, pero la escasez de papel en el país lo ha impedido. Y después de hablar con directivos del Instituto Cubano del Libro y del Consejo Nacional de Artes Plásticas le han respondido que hay otros 140 libros en igual situación que el suyo, y que no hay papel en el país.
Tras calificar la situación como dramática, Acosta de Arriba concluye que “No es este un asunto de segunda o tercera importancia ante los tantísimos problemas (económicos, productivos, de distribución de alimentos, epidemiológicos y de sanidad en general) que afronta el país. La producción de pensamiento es de primera magnitud”.
En efecto, si revisamos las estadísticas más recientes que tenemos a mano, comprobamos la caída experimentada por la impresión de libros, folletos y revistas en el país. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en su acápite Producciones Industriales Seleccionadas, durante el cuatrienio 2014-2017 se imprimieron, como promedio anual, 6 020 000 ejemplares de revistas en el país. Sin embargo, ya en 2018 la cifra disminuyó hasta los 5 100 000 ejemplares. La caída representó el 16%.
La situación con la impresión de libros y folletos fue más patética. De 44 414 000 ejemplares impresos como promedio anual en el lapso 2014-2017, la cifra cayó hasta los 29 118 000 ejemplares en el año 2018. La disminución fue de un 35%.
Imaginamos la pobreza que habría representado para la Feria Internacional del Libro de este año 2021 la debacle editorial en el país debido a la escasez de papel para la impresión de nuevos libros. Una situación que se hubiese añadido a la cada vez menor presencia de editoriales extranjeras en ese evento, sobre todo si se trata de editoriales con presencia de libros de pensamiento que puedan poner en entredicho la ideología totalitaria de los gobernantes cubanos.
Entonces, muchos libros viejos que se acumulan en los almacenes del Instituto Cubano de Libro, y que ya no despiertan el interés de los lectores, hubiesen colmado los anaqueles del referido evento cultural. Sin embargo, ¡llegó el coronavirus para salvar del descrédito a la institución encargada de la edición e impresión de libros en el país!
Ya el Instituto Cubano informó que la edición de la Feria Internacional del Libro correspondiente a este 2021 ha sido cancelada debido a la propagación de la pandemia del coronavirus. Otra lasca que las autoridades castristas le extraen a la famosa enfermedad.
Contrario a lo que expresan Alpidio Alonso y otros directivos del Ministerio de Cultura (MINCULT), esta suspensión de la Feria del Libro sí incide en esa especie de “apagón cultural” que se cierne sobre la isla. Un apagón literario que se agudiza con el celo que muestran los muchachos de la Aduana de la República para evitar que entren en el país “libros conflictivos políticamente”. Los que hemos tenido la oportunidad de viajar al exterior podemos dar fe de ello una vez que regresamos a la Isla.
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