LA HABANA, Cuba.- Resulta contradictorio llamar “trabajadores por cuenta propia” a los dueños de pequeños restaurantes, pizzerías, cafeterías o casas destinadas al arrendamiento, que emplean de 5 a 15 trabajadores. Realmente se está en presencia de un micro-empresario, que no es persona natural y sí de facto persona jurídica.
La medida que autorizó a los dueños de pequeños negocios privados a contratar personas naturales tenía la finalidad de que absorbiera una parte de los miles de trabajadores que sobran en las plantillas de las empresas estatales. Pero estos negocios privados pasaron a ser personas jurídicas que el Estado cubano no reconoce como tales.
El año pasado, 240 000 personas encontraron nuevas oportunidades de empleo en estos pequeños negocios privados, principalmente en pequeños restaurantes, cafeterías, casas destinadas al arrendamiento y como choferes de taxis particulares. Al cierre de ese año, funcionaban 400 restaurantes, los cuales, al brindar un servicio de calidad y excelencia, han contribuido al rescate de la cultura culinaria en el país.
A pesar de la falta de mercados mayoristas, de la abusiva Ley Tributaria, la corrupción de inspectores de la Dirección Integral de Supervisión, y otras trabas e inconvenientes, los pequeños negocios privados avanzan y se consolidan.
Al cierre de 2013, 440 600 cubanos desempeñaban diferentes actividades privadas. Si bien es una cifra insignificante con relación a los 4 millones de trabajadores de las empresas del Estado, lo que sí está claro es que son estos negocios privados donde se brindan los mejores servicios y se devengan los mayores salarios.
Sin embargo, la nueva Ley de Inversiones Extranjeras no ha reconocido los derechos de los dueños de los pequeños negocios. Los instrumentos legales vigentes hoy en Cuba no los reconocen como personas jurídicas. En todo momento rezan como personas naturales.
Todo apunta a que no es interés del gobierno fomentar y consolidar de manera legal las pequeñas empresas privadas. Por eso no quieren reconocer las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas, lo que verdaderamente desarrolla un país) como personas jurídicas, a pesar de que desde su autorización, hace ya más de tres años, han demostrado sus potencialidades como empresas de calidad y generadoras de empleos.
Si se niega a los cubanos residentes en la isla el derecho a invertir en su propio país, esto responde a lo expresado por el vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo: todo se dirige a estimular la creación de cooperativas y ralentizar al máximo, mediante altos impuestos, los pequeños negocios privados, para evitar la consolidación de una clase media adinerada e influyente.
Es falso el argumento esgrimido por el gobierno de que los cubanos no disponen de recursos para invertir. Lo real es su temor a lo que pueden representar en el futuro.
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