MIAMI, Florida, junio, 173.203.82.38 -Llegado al punto de la vertiginosa salida de los presos de la Primavera Negra hacia España hay que destacar algunos aspectos sobre ese hecho. Que los asilados salieron por su propia decisión es una cuestión inobjetable pero discutible, de acuerdo al marco en que esa decisión fue ejercida. La sorpresiva intervención mediadora fue clave en una solución que debieron tomar los prisioneros quienes prácticamente salieron de su encierro hacia la escalerilla del avión.
Culpar a los familiares de los presos de compulsarles para que optaran por la alternativa del exilio sería injusto considerando todas las situaciones difíciles que esas personas tuvieron que afrontar durante años de angustias, privaciones y todo tipo de temores. La oferta española era una salida esperanzadora que prometía el reinicio de una vida normal en otros horizontes. Una perspectiva que miles de cubanos contemplan aún sin haber sentido el rigor del estigma político, el acoso o la represión directa por oponerse a cara descubierta al sistema totalitario en su propio terreno.
El problema que está en el candelero por estos días, a casi dos años de la llegada de los refugiados a España, es la situación crítica que la mayoría de ellos enfrenta en medio de la dura crisis por la que atraviesa el país ibérico. No se trata de establecer culpabilidades por el exilio voluntario sino responsabilidades por los engaños y manipulaciones que se tejieron para viabilizar la expatriación. Promesas de respeto de las propiedades en Cuba por tiempo ilimitado, homologación de títulos para facilitar accesos a trabajos o estudios afines e incluso la posibilidad del regreso si alguno se arrepentía del paso dado. Fueron las principales proposiciones hechas a los que se les abría la libertad en tierras lejanas.
El gobierno cubano no solo incumplió las promesas trasmitidas en palabras por la Iglesia como garante. Según he podido conocer los representantes consulares de Cuba denegaron la petición de varias personas que pidieron retornar a su patria recientemente. La actitud despiadada de las autoridades cubanas apenas tiene parangón. Ni siquiera entre algunos de sus aliados. El pasado 28 de mayo el gobierno de Rafael Correa anunció un plan de repatriación para sus ciudadanos residentes en España que se encuentran en serias dificultades, priorizando aquellos que tienen familiares discapacitados a su cargo. Los ecuatorianos recibirán en su tierra casa, trabajo y la atención médica que requieran.
De los refugiados en España ya apenas se habla. El tema adquiere connotación en un reproche a críticas recibidas por la mediación, la nota de una trágica muerte o la protesta que en semanas recientes hiciera un grupo de estos refugiados en la Puerta del Sol, frente a la sede del gobierno de Madrid llamando la atención sobre los duros problemas que enfrentan.
Sin ánimos de criticar a quienes decidieron manifestarse en la emblemática plaza madrileña reclamando ayudas vitales, vale solo observar que al hacerlo de esa manera colocaron en una posición difícil a la actual administración del Partido Popular que debe responder con prioridad a millones de ciudadanos que reclaman la imposibilidad de un trabajo.
No obstante el reclamo de los refugiados cobraría todo su sentido y razón ante otras puertas a las que se debe tocar con fuerza. La primera de ellas es la del Partido Socialista Obrero Español que se comprometió a sacar de apuros a sus amigos castristas echándose encima el peso de un contingente de personas inocentes a las que apenas podían solventar, un problema que legaron al actual gobierno que ahora debe resolver la situación de más de cinco millones de españoles en paro y que precisan asistencia.
Es de señalar la responsabilidad de los que asesoraron al presidente Rodríguez Zapatero en esta gestión cuando el país estaba inmerso en una crisis cuyas dimensiones eran evidentes. El mismo gobierno socialista que tuvo dificultades para resolver las contingencias de tres presos políticos cubanos a los que diera acogida en el 2008. Un detalle que hace cuestionable el compromiso que asumieron dos años después al conceder refugio a centenares de personas, incluyendo niños, ancianos y enfermos cuando España estaba en peores condiciones.
Las otras puertas de deben responder se encuentran mucho más allá de la Puerta del Sol. Una es la de la Iglesia Cubana que prestara su legítima autoridad para mediar a la salida de compromiso donde se acumularon incumplimientos y omisiones. No se trata de culpar al Cardenal por una gestión que pudo ser sincera pero que no debe quedar como un capítulo cerrado. En este umbral corresponde hacer llamado al sentido humanitario y cristiano a través del debido seguimiento a la problemática de los involucrados en este episodio. Si en un momento dado la institución prestó su acción para facilitar la excarcelación de estos cubanos, debe continuar como veladora por su destino, recodando que ellos son parte de la nación cubana y aunque lejos siguen perteneciendo a la encomienda pastoral de la Iglesia de Cristo en Cuba.
La segunda puerta en la que debe resonar el reclamo de los excarcelados y sus familiares es la del gobierno cubano. Sobre este pesa la mayor de las responsabilidades al enviar a sus propios ciudadanos hacia un destino incierto, que de sobra ellos conocían, para después negarles atención y desentenderse del caso. En virtud de la generosa y benevolente propuesta de Raúl Castro, que insistió en facilitar la salida de todos los familiares de los presos para que estos no se sintieran solos en el exilio-destierro es que debe retumbar el reclamo del desamparo que sienten estas mujeres, viejos y niños llevados por la posibilidad de una libertad que en definitiva les está sabiendo demasiado amarga. Tal vez un castigo premeditado por sus carceleros que les abrieron las rejas sabedores del porvenir que les esperaba. La última venganza de la dictadura contra los presos políticos liberados.
Primera parte de este artículo: https://www.cubanet.org/opiniones/protestas-de-reclamo-en-la-puerta-equivocada/