LA HABANA, Puede decirse que la reclamación que afloró con más insistencia durante las reuniones de base que antecedieron al XXI Congreso de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC) fue la necesidad de que aumentaran los salarios en empresas y entidades del sector estatal. Tan así fue, que el referido planteamiento no pudo ser obviado por un gremio que, más que defender los intereses de los trabajadores, con frecuencia sirve para movilizar a los trabajadores en pos de cumplir las directivas trazadas por la cúpula del poder.
Se trata de una aspiración que obedece a la realidad que agobia al cubano de a pie. Según trascendió en el referido XXI Congreso, el 14% de los trabajadores estatales —casi medio millón de empleados— reciben salarios mensuales iguales o inferiores a los 440 pesos cubanos, o sea, unos 18 dólares. Una cifra que los coloca por debajo de la línea de pobreza fijada por los estándares internacionales, ubicada por algunos especialistas en un dólar al día. Y si consideramos a los jubilados y pensionados, la situación es peor, pues una parte nada despreciable de ellos reciben un pago mensual de 240 pesos, que equivalen a 10 dólares.
Sin embargo, el reclamo obrero no fue tomado en consideración por el gobierno. Directivos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social explicaron que “es necesario, más que un simple aumento salarial, la mejora de su capacidad de compra, que solo puede alcanzarse cuando la economía del país logre estabilizar sus producciones”.
Es decir, que las autoridades no piensan subir salarios, sino que apuestan por una disminución de los precios de los bienes de consumo cuando su oferta satisfaga la amplia demanda de los consumidores. ¿Y cuándo llegará ese momento en un país abrumado por la escasez, las bajas producciones, y la cada vez menor capacidad de importación?… ¡Que se sienten a esperar esos reclamantes!
Semejante situación provoca un desinterés de las personas por el trabajo. También trascendió durante las sesiones del cónclave de la CTC que cerca de dos millones de hombres y mujeres en edad laboral se hallan desocupados y no manifiestan interés por encontrar trabajo. Es posible que una parte de esas personas vivan de las remesas que envían sus familiares, pero todo hace indicar que la mayoría incursione en la economía sumergida —la bolsa negra, como la llamamos los cubanos—, acaparando productos y revendiéndolos después, o cualquier otra forma del “invento” con tal de subsistir.
Hubo consenso entre los delegados al XXI Congreso acerca de la necesidad de revertir ese fenómeno. Incluso no faltaron las propuestas de eliminarles las gratuidades —que podrían ser las referidas a la salud y la educación— a esas personas que no desean trabajar. Mas, esos delegados que así opinan parecen olvidar que ello violaría la Constitución de la República que ellos mismos y la abrumadora propaganda oficial hicieron aprobar. Porque los artículos 72 y 73 de ese texto ratifican dichas gratuidades.
No obstante, la decepción experimentada por los trabajadores que esperaban un pronunciamiento gubernamental sobre aumentos salariales, es probable que muchos de ellos acudan al desfile oficial por el primero de mayo. El gobierno siempre decreta la fecha como no laborable, con la exigencia de que los trabajadores participen en dicho desfile. Así funciona la maquinaria totalitaria.