LA HABANA, Cuba.- Cada año que transcurre, nada se dice en los medios de comunicación cubanos sobre el Comandante Manuel Piñeiro Losada, más conocido como Barbarroja, una de las principales figuras de la Revolución Cubana.
Formó parte del II Frente Oriental Frank País, en la Sierra Maestra, dirigido por Raúl Castro, pero no está enterrado en el panteón de esos mártires, junto a sus compañeros combatientes, sino en el Cementerio Colón de La Habana, como un revolucionario más.
A Piñeiro, definitivamente, se le quiere echar al olvido.
Este hombre de historia tenebrosa y de línea dura, pero encantador, según muchos, por su belleza física, su carisma y sobre todo por su espesa barba roja, nació un 14 de marzo de 1933 y murió en 1998, también en marzo, el día 11.
Incontables interlocutores se dejaron fascinar por él, entre ellos, el escritor Gabriel García Márquez, cuando le contaba con singular habilidad historias inauditas de su vida en las montañas de la Sierra Maestra.
No se entiende por qué el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde donde se dirige lo que se escribe en la prensa nacional, ha olvidado a este importante personaje histórico.
Ni una palabra sobre él ha aparecido en los periodiquitos de Fidel por este mes, aunque sí se recordó ampliamente en Juventud Rebelde que Paquito Rosales, joven luchador por la independencia de Cuba, había nacido en marzo de 1876.
¿Será un enigma más, para cuanto ha ocurrido y ocurre en la finca de los Castro?
¿Será culpa de los secretos que aún no sabemos sobre los grupos armados y financiados por uno de los pueblos más pobres del mundo, con el fin de instalar gobiernos comunistas en América Latina?
¿Cuándo se conocerá el costo de aquellas aventuras, si se tiene en cuenta que el pasaporte de un guerrillero costaba mil doscientos dólares y las cirugías plásticas mucho más?
El propio Fidel Castro reconoció su responsabilidad con las guerrillas latinoamericanas el 22 de agosto de 1998 en Uruguay, luego de participar en la XII Conferencia de Países No Alineados, celebrada en Sudáfrica.
Si el régimen castrista se enorgullece de su historia, ¿por quée olvidarse de Barbarroja, incondicional de Fidel que creó los aparatos de seguridad cubanos y las guerrillas en numerosos países, el hombre que gracias a ese ¨aparato¨ de estilo soviético, ayudó a controlar y tener en un puño a la sociedad cubana? ¿No es posible que debamos también a Barbarroja que muchos cubanos contrarios a la dictadura no hayan podido aún apartar del todo el miedo de sus mentes?
Piñeiro o Barbarroja, pudo ver en vida el desplome del campo socialista, sustituido por gobiernos democráticos, pudo ver el fracaso de sus célebres guerrillas, que no pudo continuar como capo de los servicios secretos cubanos para el continente, eslabón clave de Fidel Castro para evadir el embargo norteamericano por allá por los años setenta del siglo pasado.
Dicen los que lo vieron por última vez, que en 1997, ya sin cargos políticos, había perdido su encanto físico, que su barba ya no era roja y que meses después, el 11 de marzo del siguiente año, sufrió un singular accidente: se lanzó de cabeza contra un árbol de regreso a su casa, mientras manejaba su auto y que su barba era completamente blanca.