LA HABANA, Cuba. – Pronto podrá verse en la pantalla grande el filme “Los Plantados”, la historia de cien inolvidables jóvenes cubanos del pueblo que, a partir de 1960, fueron condenados a largos años de prisión por oponerse al comunismo.
Ninguno de ellos era millonario, ninguno prófugo de la justicia, ni asesino, ni ladrón, vago o delincuente. Eran trabajadores odiados por los dictadores Fidel y Raúl Castro. Cuando reclamaban sus Derechos más elementales como prisioneros y se mostraban renuentes al arrepentimiento, a la reeducación política como condición para ser liberados, terminaban golpeados, heridos, semidesnudos, enviados a celdas tapiadas o gavetas de castigo.
Pero vivían en una “Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”, según el tirano, quien tuvo bien callada esta historia durante más de sesenta años. Nunca quiso aceptar la debilidad de la que careció, cuando al triunfar su gobierno de facto en enero de 1959 llenó las cárceles con más de quince mil hombres y mujeres que fusiló a mansalva. Quedaron más de cien, usados como “rehenes” para sus trueques de Estado.
Hoy, gracias a la generosidad de Leopoldo Fernández Pujals y su vieja deuda con los Plantados, vivida en el seno de su familia, quien puso su dinero al servicio de un filme, las historias de estos hombres pueden merecidamente recorrer el mundo.
Una verdadera misión titánica para un grupo de talentos, entre ellos el director Lilo Vilaplana, premiado en varias ocasiones, los guionistas Juan Manuel Cao y Ángel Santiesteban, colaborador habitual de la prensa independiente, los actores Héctor Medina, Gilberto Reyes, Alberto Pujol, Carlos Cruz, entre otros, ayudados todos por los sobrevivientes de aquel “holocausto”, que les contaban las anécdotas más desgarrantes que sufrieron, como Angelito de Fana, Ernesto Díaz, Oscar Rodríguez, Antonio López, Roberto Perdomo, Alberto Grau, José M. del Pino, Basilio Guzmán, Oswaldo Figueroa, Idelfonso Pérez, Alejandro Moreno y otros.
Señala el director Vilaplana, al conocer a estos hombres, libres al fin en el exilio “… que a pesar de todo lo que sufrieron nunca han buscado venganza… que perdura su amor patrio envidiable… su nobleza, ya convertidos en vencedores”.
Cuando esta película, basada estrictamente en hechos reales, pueda verse en el mundo, ¿cómo quedarán para la posteridad Fidel y su hermano Raúl, con su gobierno “para el pueblo y por el pueblo”?
¿Pensar en una segunda parte de Plantados?
Por supuesto que sí, la historia de su final, un final no exento de violencia, tratos crueles y degradantes, recibidos por la dirección de la Prisión Combinado del Este de La Habana a partir de 1987, cuando comenzaron a ser liberados los Plantados a cuenta gotas, de forma maquiavélica, quedando para último Mario Chanes de Armas, que pasó 30 años en la cárcel cumpliendo hasta el último día de su condena.
Allí, entre candados, rejas y rebeldía, también llegaron amores dignos de contar. Recordar por ejemplo aquel de siempre de Gloria Lizama, todavía hermosa, de cabellos blancos, siempre en silencio en los fríos bancos a la entrada del Combinado del Este, esperando el tiempo que fuere para acudir al encuentro del viejo esposo y padre de sus hijos, José Pujals Mederos, sobrino de Leopoldo Fernández Pujals y condenado injustamente a 27 años de prisión. Ella, que prefirió vivir en el infierno, contra toda esperanza, como dijera Armado Valladares, pero jamás abandonarlo entre las fieras.
Entonces, como dijo Juan Manuel Cao, escritor de Plantados: ¨Por fin se contará toda la verdad” de aquellos héroes de la Patria amantes de la libertad y la democracia, enemigos acérrimos de una ideología fracasada que sólo ha servido para el atraso económico de Cuba, y para que se enriquecieran los dos dictadores hermanos a costa del pueblo.
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