LA HABANA, Cuba.- Ha caído uno de los grandes mitos de la propaganda castrista. Nos referimos a la supuesta obra de beneficio social que habrían hecho las autoridades cubanas para dignificar la vida de los ciudadanos y trabajadores que habitan en las zonas rurales, en especial en los sistemas montañosos del país.
En su edición del pasado 22 de mayo, el periódico Granma publicó un reportaje titulado “Para vivir de la montaña, en la montaña”, el cual se refiere en específico a las difíciles condiciones en que viven los habitantes de las lomas de Yateras, en la provincia de Guantánamo, y los que residen en Guisa, localidad de la provincia de Granma. Aunque, en verdad, la situación que se describe podría ser extensiva al resto de las montañas cubanas.
Los autores del reportaje, como es lógico suponer, tratan de atemperar en lo posible las causas que han conducido a tan lamentable estado de cosas, sobre todo aduciendo que los impulsores del Plan Turquino, implementado por las autoridades desde 1987, se habrían esforzado por garantizar el crecimiento integral de las montañas.
Mas, lo cierto es que en estas zonas montañosas han cerrado escuelas y hospitales. Hay lugares en que los niños deben caminar varios kilómetros para recibir sus clases, mientras que solo funciona el 20% del transporte que debe de dar cobertura a las urgencias médicas. Por otra parte, los medios de transporte público apenas existen, y a los que quedan se les hace difícil la circulación debido a las malas condiciones viales que muestran los caminos y carreteras de las montañas.
Semejantes calamidades sociales han provocado un gran éxodo de los pobladores de la montaña. Un éxodo que también comprende a los trabajadores que deben garantizar las principales producciones que tienen lugar en esos lomeríos. En particular, se halla muy afectada la producción de café.
Por ejemplo, en Yateras, de unas 100 mil latas de café que se acopiaban anualmente, ahora la cifra solo ronda las 30 mil latas. En la zona de Guisa, por su parte, hoy no se superan las 60 mil latas anuales, mientras que antaño el acopio llegaba hasta las 200 mil latas, un duro golpe a la producción de un rubro de amplio consumo entre los cubanos.
A los problemas que afrontan los trabajadores como consecuencia de las pésimas condiciones sociales de las montañas se unen otras trabas ocasionadas por la burocracia y la ineficiencia con que se maneja la economía nacional.
Aquí en las montañas ha habido impagos a los productores por parte de entidades estatales, fallas en la entrega de insumos a esos trabajadores, insuficiente aplicación de los adelantos científicos que podrían aumentar las producciones, problemas en la comercialización del café acopiado, así como lentitud en la entrega de tierras a personas dedicadas a la cría de ganado. Además, escasean sobremanera el cemento y otros materiales de la construcción, lo que dificulta el programa de construcción de viviendas, y la erradicación de los pisos de tierra, una anomalía muy presente en los hogares de los montañeses.
Como colofón podríamos añadir la próxima llegada de la edad de jubilación para muchos de los trabajadores de la montaña, y el poco interés de los jóvenes por seguir el camino productivo de sus mayores.
El presidente de una cooperativa de la provincia de Granma, al ser preguntado por la fuerza de trabajo joven que pudiera impulsar las producciones en la montaña, aseveró que “en esta zona hay jóvenes, pero a muchos de ellos no les interesa asociarse a la cooperativa. Esa es una cultura que se ha perdido y debemos rescatar”.
A lo anterior podríamos añadir que no solo desdeñan la cooperativa, sino que también desean huir de condiciones tan deprimentes de vida y de trabajo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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