LA HABANA, Cuba.- Los Juegos Paralímpicos de 2016 han concluido en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, con magnífica organización y respaldo de público. Las competencias demostraron que la maestría competitiva también crece y se extiende en el deporte paralímpico.
A pesar de la lamentable ausencia de una potencia como Rusia, excluida por la acusación de un conato de dopaje masivo e institucional, las arrolladoras actuaciones de China, con más de cien títulos u otros grandes animadores como Gran Bretaña, Ucrania o Estados Unidos se unieron a los éxitos de atletas de naciones tan disímiles como Nigeria, Iraq, Tailandia, Suráfrica o el país sede que hicieron las delicias de los aficionados que disfrutamos el sacrificio, la perseverancia, las muestras de hermandad competitiva y las decenas de récords implantados en todas las disciplinas convocadas.
En esta ocasión la pequeña delegación cubana (menos de treinta atletas) se ubicó en el lugar diez y ocho del medallero (8 oros, 1plata y 4 bronces) con un título menos que en la edición pasada y alrededor de cinco menos de los esperados por dirigentes y especialistas de la Isla.
Varios campeones cubanos de la cita anterior se dieron de cara con el avance de sus adversarios y no pudieron alcanzar la cima en el certamen, sin embargo se comenta entre los aficionado cómo es posible que tan pocos atletas discapacitados obtengan más títulos y mejores resultados que los más de ciento veinte atletas convencionales que presentó Cuba en los pasados Juegos Olímpicos en agosto pasado.
Lo primero que hay que reconocer es la grandeza, el talento y la entrega de los atletas paralímpicos cubanos, quienes se sobreponen como héroes a los enormes obstáculos que enfrentan. En el certamen vimos a los atletas cubanos compitiendo con garra sin siquiera llegar a dominar las nuevas prótesis modernas de miembro inferior.
No podemos menos que valorar a los especialistas de atletismo, ganadores de seis medallas de oro y varios récords, quienes deben entrenar en esa ruina que todavía algunos insisten en llamar Estadio Panamericano, con su pista y tanques de saltos en pésimo estado, hacinados junto a los atletas convencionales mayores y juveniles que ni en sueños se acercan a sus logros competitivos. Baste recordar que el atletismo convencional solo sacó una medalla de plata del escenario competitivo olímpico y que los cubanos que en esa lid representaron a otros países obtuvieron más medallas y participación en finales que los de la mayor de las Antillas.
Habría que imaginar qué sucedería si los paralímpicos cubanos pudieran vivir y entrenar en las condiciones de sus adversarios y cómo les iría a estos si tuvieran que entrenar en las deplorables condiciones de Cuba.
Otro tema delicado y preocupante sigue siendo el del pobre fogueo competitivo de los atletas cubanos. La persistente ausencia de los deportistas de la Isla a las lides internacionales a causa de las consabidas carencias económicas los coloca en franca desventaja ante sus adversarios de cualquier latitud. No es secreto que por mucho y muy abnegadamente que un atleta entrene, la alta maestría deportiva se alcanza compitiendo al máximo nivel. Sería ideal imaginar y encontrar soluciones efectivas como patrocinios comerciales para garantizar el más sistemático fogueo para el talento y la consagración de los paralímpicos cubanos.
Mención aparte para el destino contrapuesto de las dos luminarias del deporte paralímpico cubano y universal. Por un lado Yunidis Castillo, campeona en 100 y 200 en las dos anteriores citas cuatrienales y que en esta ocasión se vio excluida de la competencia y de sus seguras victorias por una lesión, obteniendo en esta ocasión solo la medalla de plata en la modalidad de salto largo.
En su caso alta preocupación me causó ver cómo poco tiempo después de su maternidad era sometida al máximo rigor competitivo en los pasados Juegos Parapanamericanos de Toronto 2016, a partir de los cuales se agregó a su ejecutoria la muy difícil carrera de 400 metros planos, sobre todo para una atleta amputada de un miembro superior. El caso es que lamentablemente fue la sombra de una fuera de serie lo que llegó a Río y solo queda esperar por la mejor recuperación, sin olvidar las muchas glorias y alegrías que ha aportado a través de su magnífica carrera.
La otra cara de la moneda en esta lid fue la excepcional también multicampeona Omara Durand, quien tuvo que cambiar de categoría al profundizarse su debilidad visual degenerativa y verse obligada a competir auxiliada por un guía (Junior Kindelan) lo cual no fue obstáculo para que dejara sus antiguos récords en su anterior categoría y se dedicara a arrollar a sus adversarias con registros incluso destacables en el ámbito convencional.
Con sus tres medallas de oro (100, 200 y 400 metros) y sus tiempos de otra galaxia se convierte en la atleta paralímpica más rápida en términos absolutos y una de las más rápidas de la actualidad para Cuba en las tres modalidades entre las convencionales. Después de destrozar dos veces el récord paralímpico de los 400 metros planos su marca de 51segundos y 77 centésimas la haría ganar y perder en cualquier lid convencional a nivel internacional.
Considero que Omara Durand resulta perfectamente elegible como la mejor deportista del año en Cuba en términos absolutos, considerando su insuperable actuación y la pobre ejecutoria del deporte femenino en el año en curso. Solo una medalla de plata en Río 2016 fue lo máximo que obtuvieron las atletas cubanas en la recién concluida cita estival.
Ojalá en esta ocasión no prevalezca la desidiosa injusticia de las autoridades deportivas que en otras ocasiones no han tenido en cuenta para la selección de los mejores atletas del año las grandes actuaciones de Omara Y Yunidis, ni tampoco la victoria del Gran Maestro Leinier Domínguez en aquel Campeonato Mundial de partidas rápidas o su muy meritorio ascenso al top ten del ajedrez mundial, a pesar de las muchas desventajas que arrastra frente a sus poderosos adversarios.
Los paralímpicos han concluido en Río y las luces y sombras de la actuación cubana deben ser seriamente tomadas en cuenta para que el retraso y el estancamiento no pase lamentable factura al encomiable esfuerzo de estos valerosos cubanos, siempre dispuestos a entregar lo mejor de sí en los escenarios de competencia.