LA HABANA, Cuba. – El presidente Barack Obama demuestra su propósito de mantener el impulso a las medidas anunciadas el 17 de diciembre en el marco de su política proactiva “Pueblo a Pueblo”, respaldado intensamente por legisladores de los partidos Demócrata y Republicano, empresarios y el pueblo norteamericanos. En ese marco, estudia la conveniencia de ampliación según las posibilidades legales para emitir nuevas Órdenes Ejecutivas. Al mismo tiempo en la Cámara de Representantes (Congreso) y el Senado progresan los proyectos de leyes a favor del levantamiento de importantes limitaciones, y cuentan cada día con menos apoyo otras destinadas a impedirlo.
Con el fin de terminar la “fracasada política” del embargo, se efectuó una reunión informativa y exploratoria en la Casa Blanca a puerta cerrada, el 22 de julio, con la participación de Ben Rhodes, asesor del presidente y conegociador de los acuerdos con el gobierno cubano, Valerie Jarret, asesora y amiga personal de Obama, la secretaria de estado asistente Roberta Jacobson, el alto especialista de la Secretaria de Estado Mark Feierstein, y el embajador Jeffrey DiLaurentis. Asistieron alrededor de setenta empresarios cubanoamericanos, representantes de las industrias y el sector agrícola, abogados, grupos de cabildeo (lobbies), y centros de estudio. Luego de concluida la reunión, los medios de prensa han reportado que como resultado de los análisis en curso, en los meses siguientes el presidente Obama podría decidir nuevas medidas, asi como un viaje a Cuba a comienzos de 2016.
Por su parte, el Comité de Apropiaciones del Senado aprobó enmiendas relacionadas con Cuba, durante los toques finales de la Ley de Servicios Financieros y Apropiaciones Generales del Gobierno para el año fiscal 2016, auspiciadas por los senadores Morgan, Tester y Boozman. Las mismas consisten en una enmienda a la ley para levantar las prohibiciones de viajes de norteamericanos a Cuba, que impide durante un año el uso de fondos bajo cualquiera otra ley para implementar cualquier ley, regulación o política para restringir viajar a Cuba; enmienda para terminar la prohibición de atracar en cualquier lugar de Estados Unidos durante 180 días sin licencia de la Secretaria del Tesoro a los barcos que hayan entrado en puertos o lugares cubanos para cargar o descargar; y la enmienda que autoriza al sector privado de crédito la financiación privada de personas estadounidenses para vender productos agrícolas a Cuba (la enmienda no representaría costos para el gobierno y no autoriza las garantías de crédito o exposición de los contribuidores de impuestos -la población- a ningún riesgo asociación con la exportación a Cuba).
La más reciente encuesta de opinión de ABC News mostró que el 81% del pueblo norteamericano apoya terminar la prohibición a los viajes, incluyendo 71% de republicanos, mientras otra encuesta de Pew Research Center constató que el 72% respalda permitir a las empresas realizar negocios en Cuba y Estados Unidos. Igualmente, esto puede constatarse en las calles de Cuba, donde se incrementa la llegada de norteamericanos de todas las esferas, y los turistas la arriban a través de terceros países. Cuba es el único país en el mundo a donde los ciudadanos de Estados Unidos no pueden viajar libremente por las prohibiciones de su propio país gobierno. Pero precisamente la añoranza por el archipiélago cubano nunca se perdió y ha crecido con las nuevas oportunidades abiertas por el Presidente Obama. Por su parte, los cubanos se han beneficiado con el incremento de las facilidades de los viajes privados a Estados Unidos y por el intercambio con las instituciones en todas las esferas, lo cual está repercutiendo muy positivamente en la ampliación de las apreciaciones y conocimientos del pueblo, que ha estado sometido por su gobierno al aislamiento durante más de cinco década, y por las prohibiciones contraproducentes de Estados Unidos.
Por su parte, facilitar la compra de mercancías y el transporte marítimo podría beneficiar a la población, pues se abaratarían los precios y el gobierno cubano tendría más facilidades para adquirir fundamentalmente los productos agrícolas tan deficitarios, perdiendo el argumento de las dificultades establecidas desde Estados Unidos; y los empresarios de ese país tendrían mejores condiciones para sus negocios. No menos importante resulta el beneficio que podría rendir al Puerto de Miel y el transporte entre Cuba y el resto de la región. Resulta importante que esas enmiendas no representarían gastos adicionales para el pueblo norteamericano, sino que atañen exclusivamente al sector privado.
El presidente Raúl Castro y el gobierno cubano deben facilitar sin dilación la ejecución de las medidas del presidente Obama destinadas a la población que podría recibir mercancías, entrenamientos, créditos, exportar los cuentapropistas, y otras. Asimismo, la enrevesada legislación, el rígido control estatal y la multiplicidad de cambios de la moneda cubana, obstruccionan el avance del comercio y las inversiones, no solo norteamericanas, sino en general, por lo que aconsejar mayor celeridad no resulta capricho ni superficialidad, pues se está perdiendo el “momentum”, y no regresará con el mismo ímpetu.