GUANTÁNAMO, Cuba. – Los videos que muestran la agresión de Alpidio Alonso Grau contra uno de los jóvenes congregados frente al Ministerio de Cultura (MINCULT) el pasado 27 de enero deberían acabar de convencer a muchos “confundidos” europeos acerca de la naturaleza terrorista del régimen cubano.
Lo acontecido ese día fue un nítido ejemplo del gen totalitario de quienes conforman la principal institución cultural del país. Si un ministro de Cultura es capaz de hacer eso, ¿qué no harán los agentes de las fuerzas especiales del Ministerio del Interior? Sedientos de méritos y de escalar posiciones para evadir la miseria que ahoga a la mayoría de las familias cubanas, ¿serán capaces de mantener la compostura y no ceder ante las exigencias de la “violencia de clase” que les inoculan cotidianamente?
Si un hombre que se dice poeta, que ha dirigido una revista de poesía y que hoy es ministro de Cultura es capaz de abalanzarse sobre otro de forma tan brutal, ¿qué podemos esperar de quienes conforman las hordas de la Seguridad del Estado los cubanos que soñamos otro proyecto de país?
La redacción de Cibercuba publicó una noticia titulada Silvio Rodríguez sobre las imágenes de agresión a artistas en el MINCULT: Ocurre algo muy confuso. En ella se informa que el famoso cantautor escribió en su blog Segunda cita que había tratado de ver el mencionado video de los funcionarios de cultura agrediendo a los artistas, pero no lo había logrado. Y añadió: “Vi uno donde el viceministro Fernando Rojas los invita varias veces a pasar al ministerio; después ocurre algo muy confuso, una gritería, y hay un muchacho diciendo que hay policías con pistolas, que tampoco se ven”, agregó Silvio, aunque sabe muy bien que el joven se refería a los agentes de la Seguridad del Estado, vestidos de civil, que estaban situados frente al lugar y que sí andan con pistolas encima.
Desconozco si a Silvio también le prohibieron el acceso a Internet como me hicieron a mí y a miles de cubanos ese 27 de enero, pero de lo que sí estoy seguro es que pudo cerciorarse de que sí hubo una agresión del ministro y de su adlátere Fernando Rojas en contra de los jóvenes. Que lo haya querido reconocer es otra cosa.
No me sorprenden estas declaraciones de alguien doblegado por la zona de confort que ha obtenido gracias a su talento y a su incondicionalidad para con la dictadura. Silvio es otro ejemplo de como un artista puede crear una obra revolucionaria y acabar siendo un conservador. ¿Acaso no fue él quien dijo, luego de realizar un concierto en Moa, que no sabía que en Cuba hubiera tanta pobreza?
Otro conocido cantautor cubano, Vicente Feliú, declaró con cierta bravuconería que un revolucionario acosado era alguien peligroso, pero en él resultan comprensibles declaraciones como esa, pues ha vivido gracias a la canonjía que le ha garantizado la dictadura.
Se requiere tener altura moral para reconocer cuando se comete un error y esa es una cualidad inexistente en la mayoría de las personas que apoyan al régimen.
Pero lo ocurrido el pasado 27 de enero frente al MINCULT solo visualizó la punta del iceberg.
Si personas presuntamente cultas, cultivadores del arte, entendidos en él, o que trabajan en un ministerio encargado de potenciar los mejores valores de nuestra sociedad y de crear lazos de fraternidad entre los hombres, son capaces de cometer esa salvajada y defender su actuación como lo han hecho, ¿qué pueden esperar los jóvenes artistas del 27-N, la oposición y los periodistas independientes en un futuro cercano?
Contrariamente a lo que han asegurado los medios oficialistas cubanos después de los sucesos relacionados con la protesta frente al MINCULT el pasado 27 de noviembre, la dictadura castrocomunista jamás ha apoyado un diálogo donde no primen sus intereses y donde sus interlocutores defiendan derechos civiles y políticos que ella considera inviables para Cuba. Para los “revolucionarios” cubanos, devenidos en conservadores de rancia incapacidad política, moral y económica, no hay punto de vista más válido que el que defienden. Todo el que intente transgredirlo tiene fijada de antemano su muerte civil, la cárcel o el exilio.
Si los jóvenes del 27-N creen que pueden esperar algo bueno de los funcionarios del MINCULT, del Departamento Ideológico del partido o de quienes dirigen este país ilegalmente, están muy equivocados. Y deben saber que la ingenuidad en este tipo de lucha también se paga. Lo han demostrado los videos tomados ilegalmente a algunos de ellos y transmitidos sin su consentimiento por la televisión cubana.
Estoy completamente seguro de que Alpidio Alonso Grau, con toda su fachada de poeta y hombre de la cultura, está más que dispuesto no sólo a volver a dar un manotazo para arrebatar un teléfono -un acto realmente delictivo- sino hasta matar en nombre de la dictadura. Y es lo mismo que se puede esperar de Silvio Rodríguez, Vicente Feliú y tantos otros que no pierden la menor oportunidad para destilar su odio contra quienes exigimos un espacio en el mapa político de la Isla.
Las declaraciones de estos “voceros” y las continuas emisiones del Noticiero de la Televisión tratando de desacreditar al Movimiento San Isidro, al 27N y a cuanto artista, opositor o periodista independiente ha tenido la osadía de luchar abiertamente por sus derechos, son solo la punta del iceberg. Debajo de lo mostrado hasta ahora hay muchísima maldad esperando la oportunidad de su zarpazo.
Quienes duden sólo tendrían que recordar los primeros años de la dictadura, los sucesos relacionados con el puerto del Mariel en 1980 y, más cercanos en el tiempo, el derribo en aguas internacionales de las avionetas de “Hermanos al Rescate” (1996) y el fusilamiento de tres jóvenes cubanos acusados por el secuestro de una embarcación (2003).
La dictadura está en sus estertores. Y es precisamente ahora cuando puede ser más peligrosa. Quienes no le tememos seguiremos en busca de la estrella que ilumina y mata.
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