TAMPA, Florida.- En las carreteras estadounidenses hay un sistema para comprobar la seguridad de los vehículos de carga que ya lo quisiéramos para las carreteras cubanas: las estaciones de pesaje.
Miles de toneladas de las más diversas mercaderías se transportan cada día por Estados Unidos a bordo de camiones, muchos novísimos, pero otros que datan de la década del noventa.
Viejos o nuevos, los camiones no van como mejor les venga en gana a sus dueños o a los propietarios de las cargas; están las estaciones de pesaje para que vehículos y mercancías vayan como deben ir.
Algo así como a 200 o 300 metros antes de llegar a la estación propiamente dicha, está el primer centinela. Digamos que es como una especie de censor instalado a lo ancho de la vía, sobre el que a no más de 45 millas por hora, deben pasar los camiones para comprobar la carga. 80 mil libras es el peso permitido. Para una carga mayor se exige un permiso especial y, en dependencia de ella, probablemente también se exigirá su transportación en un vehículo adecuado.
Si al pasar por la primera pesa la tara es correcta, el camión prosigue su camino; si existe alteración, el vehículo es desviado. En la segunda pesa se determina con exactitud la demasía de la carga, y si ésta es notoria, el camionero o la compañía deberán adecuarla a lo exigido por la ley; mientras, el camión de ahí no se mueve.
Un tercer paso, que a criterio de las autoridades debe efectuarse o no, es lo que en Cuba llamamos “pasar por el somatón”. Allá, este es un examen que se realiza en determinados periodos, más o menos prolongados, pero que en el caso de los camiones en Estados Unidos, ocurrirá cuantas veces un camionero transite por una estación de pesaje y las autoridades entiendan que deben verificar tal vehículo, a fin de no constituir un peligro público.
Desde los frenos hasta las luces, y pasando por cuanto dispositivo deba funcionar adecuadamente, será examinado.
En la calle Juan Gualberto Gómez, en Puerto Padre, Cuba, donde radica el almacén municipal de la Industria Alimenticia, hace poco tiempo, mientras los obreros descargaban un camión que transportaba harina de trigo, explotó un neumático del muy sobrecargado transporte. La erosión provocada en la calle empedrada era semejante a las producidas por las minas antipersonales. No hubo muertos de puro milagro, pero sí obreros con rasguños provocados por las esquirlas de las piedras, muchas de las cuales fueron a caer sobre los techos de las casas vecinas.
Esto no hubiera ocurrido si tal camión y su carga hubieran sido debidamente examinados por autoridades competentes.
Claro, una estación de pesaje de utilidad pública lleva equipos costosos y Cuba es una Isla pobre, dirá tal vez usted; y esa plata hace falta para mantener los tanques y los cañones con que defendernos de los yanquis, dicen los generales.
La amenaza de guerra, ya sabemos, no es tal. Mientras tanto, como vemos, ocurren explosiones no reportadas por la prensa oficialista.
Nota de la Redacción: Alberto Méndez es un periodista independiente que reside en Puerto Padre, Cuba, y se encuentra de visita en Estados Unidos