LA HABANA, Cuba. — Cuando con las amenazas leguleyas y las ridículamente siniestras, mal hilvanadas y poco creíbles historias de Humberto López en el NTV creíamos haberlo visto todo en cuanto al nivel de infamia y abyección de los voceros de la dictadura, apareció Michel Torres Corona.
Con filo, el programa televisivo que conduce Torres Corona y que sale al aire las noches de martes y jueves antes de la telenovela brasileña, fue concebido por los estrategas de la propaganda castrista poco después de las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021, para salirle al paso a las informaciones desfavorables al régimen que aparecen en las redes sociales y contrarrestarlas.
Se suponía que, con presteza, desenfado y aires novedosos, el programa conseguiría compensar la pesadez, lentitud y excesiva formalidad de la prensa oficialista, siempre dependiente del permiso para informar. Pero, lejos de eso, lo que ha conseguido Michel Torres y las chicas talibanas que lo secundan, Gabriela Fernández y Ana Álvarez, a fuerza de tanta manipulación, teque y despropósito, es el repudio de la mayoría de los televidentes.
El propio Michel Torres, con su cinismo pujón, prácticamente ha reconocido que los fieles del programa, los que comparten su ideología, son superados en número por “los odiadores”, como insiste en calificar a todos los que se oponen al régimen.
Y no es para menos. A Michel Torres suele írsele la mano en las bajezas y difamaciones que emplea contra el adversario. Y los argumentos que esgrime, de tan burdos y repetidos, no logran convencer ni conmover. Y menos cuando se apoya en invitados foráneos como Ana Hurtado, Manú Pineda, Atilio Borón y otros vividores de la ultraizquierda internacional que lo más que conocen de Cuba, aparte de los cuentos que les hacen los mandamases, son los hoteles cinco estrellas.
Al igual que Humberto López, solo que sin su retórica leguleya, Michel Torres siempre ha defendido y justificado la represión contra los que protestan, a quienes tilda de vándalos y delincuentes, cuando no los acusa de estar pagados por el gobierno norteamericano y “la mafia terrorista de Miami”. Pero hace unos días, Michel, asustado por lo amenazada que ve la supervivencia de un régimen que ha agotado todas sus posibilidades, en un artículo suyo aparecido en el periódico Granma, el órgano oficial del Partido Comunista, llamó a “reprimir con toda la furia de la Revolución”.
Y con ese llamado, y un nuevo Código Penal que contempla la pena de muerte para 25 delitos, uno no puede menos que recordar los primeros años del régimen castrista, los del terror revolucionario, con pelotones de fusilamiento, las turbas gritando “paredón” y miles de presos políticos en las cárceles.
Michel Torres, que no estaba nacido en aquel tiempo, con su llamado a ejercer el terror revolucionario, recuerda a aquellos sulacranes extremistas que clamaban “Fidel sacude la mata” y que terminaron tronados, o peor, triturados, sin que nadie se atreviera luego siquiera a pronunciar sus nombres.
Es otra época y son otras circunstancias, pero los mandamases de hoy son la continuidad de los de ayer. Sus prácticas y métodos no han variado demasiado.
Es muy peligroso jugar a los jacobinos, como últimamente está haciendo Michel Torres. Algunos en las altas esferas, tan susceptibles como son a las críticas, se pueden sentir aludidos y ponerse incómodos cuando lean o escuchen al compañerito Michel quejándose de los “errores y malas prácticas institucionales que entorpecen o frenan el desarrollo económico y social”, “la posible desidia de alguien, la escasa preparación que pueden tener algunos cuadros, los casos puntuales de corrupción”.
Michel Torres exagera a la hora de mostrarse fidelista. Así, en su artículo del periódico Granma, luego de citar el discurso de Fidel Castro del 28 de septiembre de 1961 en la primera asamblea de los Comités de Defensa de la Revolución, se lanzó a hablar de multar y expropiar a los especuladores y a los que aspiran a “una acumulación desmedida de riquezas” con tal brío que parecía estar montado por el mismo espíritu que poseía al Comandante en los días de la Ofensiva Revolucionaria de 1968.
Michel Torres pide reprimir “con toda la furia de la revolución a los enemigos del pueblo, al oportunista que medra con su cargo y al nuevo rico que quiere hacer de Cuba un país normal”.
“El Estado puede y debe ejercer su poder para limitar al máximo las brechas de inequidad, para controlar que las apetencias mercantiles de nuestras empresas, ya sean estatales o privadas, nunca se divorcien de los objetivos que perseguimos como país”, sentenció Torres Corona.
Supongo que a muchos en las altas esferas no les haga mucha gracia el clamor puritanamente castro-guevarista de Michel Torres por la sacudida de la mata.
Hasta ahora le fue bien como talibán a Michel Torres, pero pasar a jacobino, o jugar a serlo, es más complicado y riesgoso. Debe ser más discreto. Que tenga presente –salvando la distancia- lo que pasó con Robespierre.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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