GUANTÁNAMO.- Las intensas lluvias que en días recientes azotaron a la provincia de Cienfuegos añadieron a sus consecuencias naturales otra que pudo haberse evitado y obstaculiza los esfuerzos que por años se vienen realizando para recuperar el ecosistema de la contaminada bahía de Cienfuegos.
Algunos dirigentes locales han tratado de minimizar los hechos, pero las imágenes transmitidas este miércoles por el Noticiero Nacional de la Televisión y las que hoy publicó Cubadebate refutan inobjetablemente esa posición.
Según un reportaje realizado por varios periodistas de Juventud Rebelde y publicado por ese medio de prensa ayer 30 de mayo, “una gran mancha de petróleo se extendía por la extensa área impactada”, desde la zona del malecón hasta La Punta y el canal de la bahía. Los autores del reportaje dicen que se “escaparon” (¿?) unos 12 000 metros cúbicos de aguas oleosas mezcladas con hidrocarburo almacenado en las piscinas residuales de la refinería de petróleo Camilo Cienfuegos, según declaró al periódico Yarina de la Caridad Herrera, delegada territorial del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
Ante las cámaras del noticiero el gerente de la refinería encomió la rápida respuesta del colectivo laboral al colocar una barrera colectora. Pero fue una declaración carente de objetividad según demuestran las fotos e imágenes publicadas.
El director de la planta, ingeniero Hermenegildo Montalvo Ibarra, aseguró que la velocidad de las aguas del cañón de la bahía de Jagua se llevó completamente el producto contaminante y hoy la rada tiene entre un sesenta y un setenta por ciento de hidrocarburo en casi todas sus zonas.
La propia televisión nacional informó ayer sobre un barco arrendado por Cuba que encalló frente al poblado del Castillo de Jagua y en las imágenes se apreciaron manchas de petróleo sobre el muelle y las orillas. Para que se tenga una idea de la magnitud de este nuevo desastre ecológico que sufre la bahía de Cienfuegos, entre la refinería y el Castillo de Jagua hay aproximadamente ocho kilómetros y la rada tiene una superficie de 88,46 km2, una de las mayores de Cuba. Si realmente el 70% de la bahía está perjudicado se trata de 61 922 km2.
No es la primera vez que esto ocurre pero todo parece indicar que las autoridades del Gobierno, las de la Defensa Civil, el CITMA y los dirigentes de la refinería no han sabido adoptar medidas efectivas para impedir que los derrames de hidrocarburos sigan convirtiendo a esta bahía en un estanque de aguas negras y apestosas, sobre todo en la parte de la doble vía, cerca del reparto Pastorita.
Una ciudad acosada por la contaminación
Hace poco un periodista norteamericano calificó a Cienfuegos como el mejor destino turístico de Cuba y estoy seguro de que no le faltó razón. Pero si continúan los daños ecológicos no será más así.
En la década de los sesenta del pasado siglo el castrismo comenzó a construir industrias en Cienfuegos y los lugareños pensamos que sería para bien, pero muy pronto comenzaron los efectos indeseables. Oleadas de trabajadores procedentes de otras regiones del país, sobre todo de Oriente, provocaron incidentes violentos que destaparon la alarma entre los cienfuegueros. Violaciones, borracheras, groserías y altercados públicos comenzaron a proliferar para escándalo de los nativos.
Pero lo peor en definitiva fue el efecto contaminante provocado por las industrias que debían conducir al desarrollo y la prosperidad de la provincia. Perdidas ―¿para siempre?― parece que están ya aquellas aguas transparentes de la bahía muy cerca del Muelle Real, en los clubes Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena y en el antiguo Yatch Club, reconvertido hoy en coto exclusivo para turistas y pudientes.
Hasta finales de la década de los setenta podían verse a las toninas nadando juguetonamente en la bahía mientras los alcatraces, gaviotas y corúas surcaban el cielo en busca de los ya perdidos agujones, chopas y guasas. Los pargos, sierras y chernas estaban al alcance de todos hasta que el Comandante controló su pesca, aunque todavía pocos años atrás podían saborearse en las ya también desaparecidas minutas de pescado, que se vendían en todos los barrios de la ciudad, en ventorrillos ambulantes donde también se podía degustar a un precio ínfimo un apetitoso coctel de ostiones aderezado con limón, una pizca de sal y salsa a gusto del cliente. ¡Cómo cambian los tiempos Venancio, qué te perece!
Hoy la bahía de Cienfuegos es una triste evidencia de los daños ecológicos provocados por la caótica instalación de industrias en el interior de la bahía y muy cerca de la ciudad, las que también han contaminado el aire, provocando que los habitantes de la Perla del Sur estén entre los que más enfermedades respiratorias padecen.
Como si no colmaran la copa los reiterados actos contaminantes de la refinería de petróleo, los de la Papelera Damují ―si es que aún esa empresa existe― los de la fábrica de fertilizantes, los de la industria del plástico y del astillero, los de las aguas residuales del sector residencial con deficiente tratamiento que desembocan directamente en la bahía y los de la fábrica de cemento Carlos Marx, recientemente el castrismo decidió convertir la estructura que debió cobijar al primer reactor nuclear de la imaginada ―y gracias a Dios nunca terminada Primera Central Electronuclear de Cuba― en un reservorio de desechos tóxicos.
Todos estos hechos perjudican al ecosistema y demuestran la poca importancia que el Gobierno concede al mismo en la práctica. Esta realidad innegable amenaza las bellezas naturales de una de las ciudades más bellas de Cuba, que en abril próximo cumplirá su bicentenario. ¡Menudo anticipo el de la refinería!