LA HABANA, Cuba. -Pasan los días y se van apagando los ecos de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014. Sin embargo, no es acertado concluir los comentarios sobre este certamen sin traer a colación un detalle que aporta luz acerca del estrecho triunfo cubano en el medallero (solo ocho medallas de oro más que la representación azteca).
Estos juegos me hicieron recordar los Panamericanos de 1991 celebrados en La Habana. En aquella ocasión, la delegación de Estados Unidos, líder indiscutible en la historia de esas citas continentales, no compitió con sus mejores atletas, lo que posibilitó que Cuba alcanzara la cima del medallero, con el consiguiente revuelo de la propaganda oficialista “por haberse derrotado, también en el deporte, a la gran potencia imperialista”.
Muchas figuras estelares del área centroamericana y caribeña decidieron no participar en los juegos de Veracruz, al estar ocupadas en compromisos de mayor trascendencia para ellas. Todos los atletas cubanos, en cambio, fueron obligados por las autoridades del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) a tomar parte en este certamen. Incluso si con ello se afectaba su participación en eventos de la talla de la Liga del Diamante o el Gran Prix, por citar solo el caso del atletismo. Porque, para el castrismo, vencer en Veracruz no era solo una meta deportiva; se trataba, además, de un asunto político con el cual “enmendar” la arbitraria decisión de no haber competido en Mayaguez 2010.
Un ejemplo de la no participación de atletas destacados lo tuvimos en la delegación de Jamaica. En las olimpiadas de Londres 2012 esta isla caribeña obtuvo 12 medallas, cuatro de cada color. Ese total de lauros fue conquistado, casi totalmente, por los velocistas de ambos sexos, encabezados por el fenomenal Usain Bolt. Ahora en Veracruz, con unos atletas prácticamente desconocidos, los jamaicanos solo alcanzaron cuatro medallas, y ninguna de oro. A propósito, ese vacío dejado por Jamaica fue aprovechado por los cubanos, cuyos velocistas conquistaron seis medallas de oro (incluidos los relevos) en especialidades que hubiesen sido ganadas por Jamaica de haber presentado a sus mejores corredores. Una situación que habría acortado la brecha en el medallero entre cubanos y mexicanos.
Otro caso digno de comentario es el béisbol. Casi ningún pelotero de los equipos que rivalizaron con Cuba había rebasado la categoría Doble A en las organizaciones que componen las Grandes Ligas. Entonces era previsible la victoria de la novena cubana sin muchos contratiempos, pues para nadie es un secreto que los peloteros de la isla, como promedio, ostentan un nivel de Triple A, e incluso más en determinadas individualidades, tal y como lo demuestran los jugadores que han firmado jugosos contratos con equipos de la Gran Carpa. De todas maneras, y comoquiera que esa medalla de oro no se podía perder, los jerarcas del INDER convocaron para el equipo a peloteros que se merecían un descanso tras su participación en la exigente liga japonesa, como Yuliesky Gourriel, Alfredo Despaigne y Frederich Cepeda.
Tomando en cuenta todo lo anterior podríamos afirmar que estos resultados no significan una recuperación del deporte cubano. Tal mejoramiento habrá que demostrarlo en los Panamericanos de Toronto 2015, un evento de mayor nivel, que abrirá sus puertas en el próximo verano. Allí los cubanos aspiran a mantener el segundo lugar en el medallero, por encima de los anfitriones canadienses. De no ocurrir así podría ser el fin de la breve estancia del señor Antonio Becali en la jefatura del INDER.