LA HABANA, Cuba. – La variante ómicron del coronavirus ya se propaga, como se suponía que iba pasar con la COVID-19 tras la apertura a los visitantes extranjeros del 15 de noviembre. Los pocos dólares que dejen los 300 000 turistas ansiados por las autoridades en la temporada alta, no compensarán los sufrimientos de los contagiados, los desgastes del personal sanitario, la escasez de medicamentos, la desatención de los pacientes con enfermedades crónicas ni los gastos ocasionados por el rebrote de la enfermedad.
La mayoría de los cubanos con los bolsillos vacíos no tuvieron lechón para festejar la Navidad y despidieron el año sin ron, cervezas, música ni fuegos artificiales. Ellos que siempre reían de sus propias desgracias, no estaban para cuentos. Las loas del gobernante Miguel Díaz-Canel al heroísmo del pueblo para demandar mayores sacrificios y resistencia fueron contraproducentes. El 64 aniversario de la Revolución se recibió con más productos adquiridos por la libreta de racionamiento, colas, pequeñas donaciones, tristeza y depresión.
Justo a principios de año el Dr. José Ángel Portal, ministro de Salud Pública de Cuba, informó el incremento sostenido de la COVID-19, con 2 375 casos desde octubre. Entre el 26 de diciembre y el 3 de enero se contabilizaron 92 casos de la variante ómicron, de ellos 63 cubanos y 29 extranjeros; 33 importados y 59 autóctonos.
En la reunión del Grupo Temporal para la Prevención y el Control de la COVID-19, que sesionó el 4 de enero, Díaz-Canel manifestó que la vacunación salva, pero que hay que apoyarla con una actitud que no descuide las medidas implementadas en estos duros tiempos de contagio.
Por su parte, el premier Manuel Marrero enfatizó que ante la tendencia al incremento, debe mantenerse activa la economía, aunque no pueden haber actividades masivas ni aglomeraciones. Eso es algo difícil por las imprescindibles colas para adquirir los alimentos.
Todos los contagiados tendrán ingresos domiciliarios, y los contactos también serán aislados en sus hogares, a diferencia de ocasiones anteriores. La población deberá usar el nasobuco y actuar con responsabilidad, sin confiarse pues las vacunas no hacen milagros. En los vacunados casi no hay síntomas, manifestó.
Mientras tanto, el vicepresidente Alejandro Gil llamó a la población a tener paciencia hasta que los mecanismos de la Tarea Ordenamiento y las nuevas medidas decretadas den resultados, pues la economía requiere tiempo para reaccionar, dijo.
El Gobierno confiaba en exportar ampliamente las vacunas cubanas para tener un apreciable ingreso de divisas, pero aún no ha presentado la documentación para que sean evaluadas por la Organización Mundial de la Salud.
Inmensos gastos se realizaron en la construcción y el equipamiento del Complejo Industrial Biotecnológico recién inaugurado por Raúl Castro en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, donde a fines de 2021 comenzaría la producción de la vacuna Abdala.
Tiempos aún más difíciles y dolorosos aguardan a los cubanos.
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