LA HABANA, Cuba -Un somero análisis sobre los indicadores económicos de Cuba deja claro la situación desesperada de nuestro país. Las autoridades cubanas reconocen crecimiento ínfimo del Producto Interno Bruto (PIB), gastos multimillonarias para obtener en el extranjero un alto por ciento de los alimentos que consumimos. Desalentadores indicadores en la producción agrícola, desastre irrecuperable de la producción industrial y una enorme, evidente y no reconocida dependencia de Estados Unidos, describen un panorama que se complica por la negativa de los gobernantes cubanos a liberalizar la economía nacional.
La nueva ley de inversión extranjera constituye un instrumento del gobierno cubano destinado a obtener capitales, mercados y espacios de expansión económica negando a los ciudadanos las potestades y los espacios que por derecho propio les corresponden.
Antes de la llegada al poder del actual gobierno en Cuba existían poderosos intereses y enclaves económicos de origen extranjero, pero convivían en un creciente equilibrio con los capitales nacionales y con los derechos reconocidos de participación y desenvolvimiento económico empresarial que disfrutaban todos los ciudadanos cubanos.
La crisis irreversible del modelo estatista obliga a buscar novedosas vías de estructuración económica, pero a la hora de abrir nuevas expectativas de participación empresarial no estatal los ciudadanos quedan excluidos.
Con este diseño las autoridades cubanas protegen su hegemonía política con el esquema que yo he dado en llamar “mecanismo de la media persona”, a saber los ciudadanos cubanos tienen supuestamente legitimidad civil y derechos de participación política pero al carecer de recursos y solidas bases económicas están incapacitados para cuestionar de manera efectiva el poder vigente. Por su parte los inversionistas extranjeros, por muchos recursos que acumulen carecen de legitimidad cívica jurídica para convertirse en actores políticos.
Aunque la nueva ley ofrece ventajas fiscales y económicas, en Cuba no hay garantías jurídicas para los intereses empresariales ni para la protección de las ganancias, de hecho son varios los inversionistas extranjeros que después de varios años de colaborar con la supervivencia económica de la Isla, han sido víctimas del despojo por parte de sus socios.
Además de la ausencia de garantías jurídicas los presuntos inversionistas extranjeros deben enfrentar la debilidad e ineficacia de los sectores primarios de la maltrecha economía cubana como la producción agrícola y de materias primas. la inexistencia de un mercado interno, el bajísimo poder adquisitivo de la población, los retrasos tecnológicos y las enormes atrofias de la dinámica empresarial, lo cual se une a las enormes limitaciones impuestas a la utilización de la fuerza de trabajo, fuertemente controlada y condicionada.
Pero lo más lamentable de esta nueva normativa son los efectos jurídicos y sociales, en tanto reafirman los patrones de exclusión, desventaja y discriminación que sufren los ciudadanos cubanos. Los cubanos que han podido acceder a nuevos y muy limitados espacios de desenvolvimiento económico no estatal son sometidos a una fuerte presión, por cuanto los enormes gravámenes fiscales en forma de impuestos confiscatorios, la inexistencia de mercados mayoristas, el bajísimo poder adquisitivo de los presuntos clientes, el acoso agobiante de los corruptos inspectores estatales y una serie de absurdas e increíbles medidas restrictivas que ponen muy en duda la voluntad gubernamental de abrir nuevos espacios de desenvolvimiento económico ante la manifiesta incapacidad de su gestión.
Sin embargo funcionarios y voceros oficialista no se sonrojan al dar cuenta de las ventajas empresariales y exenciones fiscales que ofrecen a los presuntos inversionistas extranjeros que ahora pueden incluso actuar en sectores estratégicos como la producción agro pecuaria.
El mismo gobierno que ha convertido a cuidadores de baños, empleadas domésticas, recolectores callejeros de desechos y a cuidadores de enfermos en empresarios victimas de duras obligaciones tributarias, brindan varios años de exención impositiva a los capitalistas extranjeros que decidan establecerse en la Isla.
Los funcionarios oficiales hablan con desfachatez de los mecanismos de contratación y pago indirecto que contempla la nueva ley, en violación descarnada de los presupuestos jurídicos universalmente reconocidos. Cabria preguntarse para que el gobierno cubano prepara especialistas, técnicos y profesionales si no les va a permitir aprovechar las mejores oportunidades. Evidentemente los gobernantes cubanos prefieren utilizar a los profesionales y técnicos cubanos como objeto de exportación.
En violación flagrante de los más elementales convenios internacionales que ha suscrito la nueva ley mantiene una entidad empleadora como útil filtro donde se quedan las mayores ganancias del despojo a que someten a los trabajadores cubanos y que además actúa como mecanismo de condicionamiento político ideológico para el acceso a estos empleos, que a pesar de estos desmanes son más ventajosos y deseables que los de la depauperada economía estatal.
Con estas barbaridades el régimen cubano reafirma su verdadera naturaleza que contradice su discurso y supuestos compromisos, a pesar de lo que siempre han dicho, sus intereses nada tienen que ver con la soberanía ni con los derechos de los trabajadores. Pero resulta lamentable que avanzado el siglo XXI sea posible que empresarios de países democráticos donde impera la ley y el derecho de los que crean la riqueza conciban venir a Cuba a servirse de unas prerrogativas hace mucho tiempo impensables en sus naciones, resulta lamentable que a estas alturas sindicalistas del mundo libre conciban venir a Cuba a conmemorar el 1ro de mayo.
En días pasados, el ministro cubano de comercio exterior viajó a Venezuela a ofrecer a Cuba en subasta a los empresarios del país suramericano. Esto indica la desesperación de las autoridades cubanas La vida le da nuevamente la razón a Abraham Lincoln: No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.