MADRID, España. — Por estos días se celebra en La Habana la II Jornada Económico-Productiva Cuba-2022, con el objetivo de “lograr la adecuada articulación entre los actores económicos de todas las formas de gestión y propiedad del país y el fortalecimiento de sus potencialidades”. Dicho de otro modo, hacer que el sistema funcione. Y ya adelanto: no lo van a lograr.
Como suele ocurrir en estos casos, los dirigentes del régimen, en vez de ir a lo concreto, suelen realizar declaraciones, en torno triunfal, que no se corresponden con la realidad. Esta vez, ha sido Leticia Morales, viceministra primera de Economía y Planificación, quien afirmó en la sede de la Cámara de Comercio “que este es un espacio ideal para lograr una articulación, dirigida a fortalecer y concretar la Estrategia económico-social de la nación para ese año”.
A vueltas con la Estrategia. Incansables. Decir este tipo de cosas, y decir nada es lo mismo, sobre todo ante una situación acuciante y grave como la que afronta la economía cubana y lo que ha de venir, que es incluso peor. El triunfalismo no sirve, sino que se tienen que adoptar una serie de decisiones urgentes, necesarias y precisas para cambiar el rumbo y preparar la economía para afrontar el golpe que está a punto de sacudirla. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
No parece que vaya a ser la señora Morales, que, durante el acto citado, llegó a afirmar que “existe una recuperación gradual de la economía nacional”. Nada nuevo, si se ha escuchado el mismo mantra a su jefe de filas, que ya hace semanas, en la Asamblea nacional, dijo ante los diputados lo mismo: que la economía se encuentra en una recuperación gradual después de haber publicado las tasas de crecimiento del cuarto trimestre en la ONEI, y haberlas retirado de forma sorprendente tan solo unos días más tarde.
Lo más grave ahora es que la viceministra da un paso adelante en la estrategia de la confusión y sostiene que esa recuperación gradual de la economía viene “potenciada, fundamentalmente, por la exportación de vacunas y la reactivación del turismo”.
Veamos a ver si es cierto. Vaya por delante que, por alguna extraña razón que no se puede entender, en el anuario estadístico de la ONEI de 2020 (último publicado) los datos de las exportaciones de medicamentos, código 54 de la clasificación de comercio exterior, no están disponibles ni para 2019 ni 2020 ni mucho menos 2021.
La viceministra o se inventa los datos o debe manejar información confidencial para afirmar algo como lo que ha dicho. Pero los demás no tenemos esos datos, y por ello no podemos validar la información, y mucho menos coincidir. Además, como se observa en el Cuadro adjunto, las exportaciones de medicamentos cayeron casi a la mitad, desde los 600 millones de pesos de 2013 a los 324 de 2017 y los 410 de 2018.
Después, como ya se ha señalado, vacío estadístico. No obstante, teniendo en cuenta que las exportaciones de medicamentos se sitúan alrededor del 17% de las exportaciones totales de bienes, y viendo que estas han descendido de forma espectacular desde los 5 200 millones de 2013 a los 1 700 millones de 2020, lo ocurrido con los medicamentos no habrá sido mejor, y cabe suponer que hayan decrecido en la misma magnitud. Insisto, sin datos “secuestrados” por el régimen no parece que esta partida de la exportación sirva para recuperación gradual alguna de la economía. Habrá servido, en todo caso, para que la empresa monopólica del régimen facture más por ventas, pero el impacto que eso puede tener en términos de valor añadido es discutible.
En cuanto a la presunta “reactivación del turismo”, ya hemos reiterado que los niveles de actividad o los ingresos del sector están aproximadamente a un 40% por debajo de los alcanzados en las mismas fechas del último año “normal” 2019. De modo que no se puede hablar de efecto rebote, ni de una recuperación similar a la registrada en otros destinos del Caribe como República Dominicana o Cancún. El turismo a Cuba difícilmente puede estimular esa recuperación gradual de la economía de la que habla la viceministra.
De ello, se concluye que nada hace presagiar que cambien las cosas, sobre todo porque el régimen comunista cubano sigue haciendo depender el éxito económico del frente exterior, cuando tiene un modelo alternativo que consiste en potenciar los motores internos del crecimiento, liberalizando la economía. Los comunistas siguen convencidos de que podrán alcanzar la meta del plan, establecida en el 4% de crecimiento del PIB para 2022, algo que ya ni la complaciente CEPAL se cree (ha estimado solo un 3,4%).
El futuro de la economía cubana no depende de que aumente el número de actores privados, sino de que estos puedan operar en condiciones de libertad económica y de capitalización de la riqueza. Mientras que no se eliminen las trabas del bloqueo interno que impide a la economía cubana prosperar, no se recuperará la oferta productiva y los precios seguirán tensionados al alza depreciando más aún al peso con respecto a otras divisas.
El régimen es quien crea el desequilibrio macroeconómico con su despilfarro de gasto público, tratando de sostener un sistema ineficiente, inundado de dinero en circulación que lastra la actividad económica real y provoca más inflación. Este gasto excesivo, al que influye el peso elevado del sector estatal en la economía, se tiene que corregir mediante una consolidación fiscal que discipline al Estado intervencionista y abra espacios al sector privado.
Las autoridades no son conscientes del daño irreparable que están causando a la economía. Y, como siempre, recordar a los dirigentes que las nuevas oportunidades de negocios no dependen de la publicación de una guía cubana de los 369 114 actores que operan en toda la Isla. Si de verdad se quiere fomentar la actividad privada, hay que desmontar el bloqueo interno.