LA HABANA, Cuba.- Al parecer, a Raúl Castro no le gusta recorrer lugares y encontrarse con gente corriente para hacer preguntas, como lo hacía su difunto hermano. Prefiere el micrófono en la congelada sala de reuniones del Palacio de las Conveniencias, ante sus subalternos delegados, o la visita de un presidente, donde se le ve en el Noticiero Nacional con sus pasillos marciales.
En cierta ocasión, allá por el 2010, a los cuatro años de estar gobernando a solas, habló sobre la necesidad de tener una buena prensa a nivel nacional.
Al parecer, no era buena la ejercida durante los 41 años anteriores de su también dictadura.
Usó, para definir esa “necesidad”, la palabra “impostergable”. O sea, que los periodistas cubanos estaban llamados a ejercer, de forma impostergable una buena prensa. ¿Un periodismo que no fuera como lo orienta su Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, quien dirigía y dirige aun todos los medios de comunicación del país?
Raúl Castro, para cubrir las formas, hizo el paripé de querer para Cuba libertad de prensa y dijo exactamente así:
“Hay que ejercer un periodismo de investigación, escrudiñar a todas las fuentes de información, no cejar hasta alcanzar la verdad, creer en la palabra pero concederles su justo valor a los hechos, ejercer el criterio, develar lo mal hecho, no flotar al compás de compromisos formales, consignas huecas o de la fanfarria con que algunos adornan realidades y arropan insuficiencias”.
Hasta ahí, copiado textualmente, parece que fue escrito por Periodistas sin Fronteras, no por un dictador comunista.
Pero no, no hay equívocos. Lo dijo Raúl Castro y su periódico Granma lo publicó el 13 de julio de 2010.
Sin embargo, ahora viene lo mejor:
Después de decir lo que dijo, termina con una frase lapidaria: “El llamado impostergable, en fin, de defender la Revolución con las armas del oficio y con el respaldo de su más alta dirección política”.
¿Cómo se entiende eso, si cuando se es fiel, se es obediente; cuando se es leal, es lo mismo que ser súbdito?
Cuatro años después, en octubre del 2014, en el III Pleno del Comité Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, UPEC, el primer vicepresidente del régimen, Miguel Díaz-Canel, dijo: “Hoy hay más información en los medios alternativos que en los nuestros”. Y opinó que el secretismo había disminuido, pero no el autosecretismo y la autocensura. Por último, se quejó del poco profesionalismo que se veía en el sector, que es lo mismo que la prensa cubana es pésima.
Me pregunto: ¿cómo podrían estos colegas escribir la realidad que vive Cuba, con sus dos alucinantes monedas que trastornan la economía de una familia, en perjuicio de la clase obrera, una economía siempre en bancarrota, el derroche financiero que hace el régimen para su propaganda, el robo a cuatro manos inspirado en la gran corrupción de arriba, las indisciplinas sociales, la apatía en general?
Como el panorama de la prensa nacional es el mismo, para que sea libre, tendría que dejar de ser oficialista. Entonces los colegas podrán escribir con audacia, como lo hacen los periodistas independientes en las redes sociales de Internet y aun así, corren grandes riesgos en Cuba sólo por escribir la verdad.
Por último, les regalo esta frase de Fidel Castro Ruz, escrita en una carta al periodista Herbert Matthews: “Donde hay crimen, no hay libertad de prensa; donde hay crimen, se oculta lo que se hace”.