LA HABANA, Cuba.- En 1959, con el triunfo de la Revolución castrista, los primeros intelectuales que salieron como bola por tronera hacia el exilio fueron los historiadores cubanos, destacadas personalidades de reconocido prestigio democrático.
Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de La Habana, fue uno de los pocos que permaneció en el país, hasta su muerte en 1964.
Con los dibujos del genial caricaturista Conrado Massaguer y prólogo de Eusebio Leal Spengler, la Oficina del Historiador de la Ciudad publicó en 2004 el libro de Roig de Leuchsenring Artículos de Costumbre, en Ediciones La Memoria, que dirige el escritor Víctor Casaus.
En dicho libro aparecen 42 trabajos relacionados con el costumbrismo. Algunos de sus títulos son: Chismografía social; Rascabucheadores; Los novios de sillones; Los velorios; Moralistas criollos;¿Para qué sirve el matrimonio?, y otros publicados durante las primeras décadas del siglo XX, y reproducidos en publicaciones cubanas.
De este autor vale la pena recordar el artículo titulado De la farsa política: El “Orador de mitin”, muy apropiado para comprender cómo veían los historiadores más serios del patio a los políticos surgidos con la República, a las puertas de una Constitución que nos invitaba a respetar la democracia en ciernes.
Así, señala Roig de Leuchsenring, fueron desfilando después por la tribuna los pronombres del partido, o simplemente los políticos de arrastre en el barrio; nada tan interesante para conocer la psicología de un pueblo como estas fiestas populares, clásicas de los democráticos Estados modernos, llamadas mítines.
Acerca de los mítines, señala Roig de Leuchsenring, el periodista Márquez Sterling refirió que “si la estatura cívica del pueblo y de los hombres que dispútanse el dirigirlo, no alcanzaran talla más alta que la de esa tribuna, salvo rarísimas excepciones, chocarrera y vacua, sería imposible negar que no pasamos de mínimos liliputienses. El orador en estas fiestas del ciego entusiasmo procura casi siempre excitar las bajas pasiones y explota para el éxito de su causa”.
Entonces Roig termina la idea de Sterling y aclara que “nuestro pueblo es inteligente, y aunque le falta cultura e ilustración, se da cuenta enseguida de lo ridículo, malo o censurable que hay en todo lo que ve u oye”.
Para este historiador y periodista costumbrista, “el orador verdaderamente culto, el hombre inteligente, no apela en el mitin al insulto. Los vulgares y mediocres, encumbrados por el azar o las circunstancias políticas, son los que vierten siempre en sus discursos la calumnia y la injuria, el ataque personal a la vida privada de los adversarios”.
Pero tarde o temprano, advierte Roig de Leuchsenring, “los ídolos de un día caen ruidosamente de sus pedestales”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.