GRANMA, Cuba. ─ Muy pocas veces un comunicador que aspire a ser parte del capítulo de Intelectuales en Defensa de la Humanidad que inundan los medios con textos a favor de totalitarismos, dictaduras o “democracias de partido único” de izquierda, diversifica fuentes a la hora de abordar un estado de opinión creado desde la perspectiva de un gobierno antidemocrático.
La credibilidad en todo lo que dicen o el alineamiento con todo lo que hacen las autoridades de la Isla a través de su maquinaria propagandística, así como la manipulación de cifras y el empleo de métodos considerados como una especie de esclavitud moderna por organismos internacionales, mantienen vivo el mito de excelencia en la salud cubana fuera de sus fronteras, mientras que dentro fracasa, se deshace y muere entre crecientes falsedades.
En el artículo El largo compromiso de Cuba con la salud ha llevado a una exitosa respuesta a la pandemia, publicado por The Lancet, la autora, Thala Burki, no hace más que demostrar su apoyo cuestionable a una realidad virtual creada en los laboratorios ideológicos y los talleres de imágenes del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), mediante datos manipulados en La Habana y audiovisuales de supuesto altruismo filmados en el exterior. Cabe señalar que el texto fue relanzado el 4 de mayo en el medio alternativo Rebelión, santuario de los más lúcidos oráculos de la izquierda caviar en América y otras latitudes, como Atilio Borón, Ignacio Ramonet y Noam Chomsky, entre otros oportunistas.
En el apologético artículo, la autora se desborda en sofismas y lealtades al asegurar que, “dentro y fuera del país, la identidad cubana post revolucionaria siempre ha estado ligada a la salud”, sin remitirse a otras fuentes que no sean las que defienden la realidad vendida como cierta por la propaganda cubana.
Como ejemplos de los países y regiones salvados por misiones médicas y brigadas del contingente Henry Reeve, la colega enumera el envío de personal médico para ayudar al estado independiente de Argelia en el año 1960; el Haití bajo el brote de Cólera después del terremoto del 2010; el África Occidental durante la crisis del Ébola entre 2013 y 2016, y cuando la COVID-19 se extendió a Europa en 2020, entre otras zonas geográficas que en medio de desastres naturales y pandemias han recibido la ayuda “solidaria” del castrismo.
Para corroborar la razón de su encanto con el esquema de salud amplificado en los medios de información cubanos ─todos propiedad del Estado y bajo el control del Partido Comunista─ la periodista se regodea y cita lo dicho por dos profesionales vinculadas a la salud en instituciones extranjeras como Clare Penan y Fiona Samuels, quienes exageran al elogiar las colaboraciones cubanas por el humanismo y entrega de sus misiones médicas.
En realidad, “el humanismo de las numerosas ´brigadas médicas al minuto´ ha estado signado por una imperiosa necesidad de moneda convertible, pues, como se ha reportado, esta actividad se ha convertido desde hace años en el primer renglón de ingresos en divisas de la economía cubana, constituyendo el 46% de las exportaciones y el 6% del Producto Interno Bruto (PIB) del país”, reveló en un artículo el colega Rolando Cartaya.
Pero lo peor no es que se obtengan buenos dividendos económicos de la labor que despliegan los trabajadores de la salud cubano en sus misiones internacionalistas, sino que las autoridades nieguen esta remuneración. Son también cuestionables los métodos y cláusulas aplicadas a quienes arriesgan su vida por coacción, necesidad y otras causas.
La investigación realizada por importantes medios de información internacional como The New York Times, The Miami Herald, The Guardian, BBC y Times, entre otros, luego de recabar testimonios de profesionales de la salud cubanos que abandonaron sus respectivas misiones en el exterior ─y de otros que testimoniaron a cambio de no dar a conocer su identidad, pues aún permanecen en las mismas─ han arrojado aspectos de suma preocupación para organizaciones que monitorean los derechos humanos y laborales a nivel mundial.
Entre los aspectos revelados por estos medios se encuentran el despojo de sus salarios, las presiones y amenazas, la retención de documentos de identidad y el uso de los médicos para hacer proselitismo político. Todo ello, según dos relatorías temáticas de la ONU, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, “podría elevarse a trabajo forzoso” o “forma contemporánea de esclavitud”.
Para refutar estos informes divulgados por prestigiosos medios internacionales (fundaciones de Derechos Humanos, Organizaciones no Gubernamentales) y organismos de alcance mundial como la OIT y la ONU, el régimen cubano ─dentro de su campaña de manipulación─ estrenó este domingo en Cubavisión el documental La esclavitud que te libera, donde las reiteradas frases de entrega, altruismo y solidaridad protagonizan el guión.
Pero como la credibilidad del mito de la potencia médica cubana hace años murió dentro del país, muy pocos quisieron ver los patéticos rostros de trabajadores de la salud que, como niños asustados frente a las cámaras de la televisión, repetían: “No soy esclavo”, “colaboro por humanidad”, “la revolución me paga lo justo” y otras consignas de rigor, seguros de que se jugaban el pasaporte y la esclavitud que los libera de una miseria total.
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