LA HABANA, Cuba. – Por la prensa internacional se ha sabido que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acusa a Corea del Norte de la comisión de masivos crímenes contra la Humanidad. La noticia merece una gran bienvenida. Al menos por esta vez, la entidad mundial no se ha hecho de la vista gorda ante groseras violaciones de los Derechos Humanos, cual ha sido la práctica habitual del flamante Consejo de esa especialidad, que tantas esperanzas hizo nacer al constituirse, pero que hasta el momento ha resultado ser una versión empeorada y aumentada de su predecesora, la Comisión de Derechos Humanos.
En el Consejo se ha hecho corriente que grandes infractores de las normas internacionales reciban un puesto de delegado, como sucede ahora mismo con Cuba. La única perturbación que sufren los que no alcanzan esa distinción es la de pasar cada tres años por el Examen Periódico Universal, método que se aplica a todos por igual.
El procedimiento establecido permite que las críticas que los gobiernos democráticos les hacen a los mayores violadores, sean contestadas cuando y como place a los sometidos a escrutinio, o que incluso ellas no reciban respuesta alguna cuando así cuadra a los mandones cuestionados. Éstos, para rechazar esos señalamientos, sólo necesitan echar mano al gastado expediente de invocar razones de soberanía nacional, como hicieron los Castro el pasado año.
En el caso que ahora nos ocupa, la información del diario floridano aclara que la condena al feudo de la dinastía Kim no proviene de los países miembros de la ONU integrantes de alguno de los cuerpos de esa organización. En éstos, la contemporización y aun la complicidad con los criminales van de la mano con la realpolitik, y se convierten en práctica casi ineludible.
La recién anunciada decisión contra el régimen criminal de Pyongyang proviene de una Comisión Investigadora integrada por tres juristas especializados en Derecho Internacional. Ella fue constituida en mayo de 2013 por decisión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. ¡Menos mal que este órgano adoptó al menos una decisión que ha valido la pena!
La Comisión constató la perpetración de “violaciones sistemáticas, extensas y groseras de los derechos humanos” por parte de la llamada República Popular Democrática de Corea. El órgano investigativo precisó: “En numerosos casos, esas violaciones constituyen crímenes contra la Humanidad”.
A la luz de lo decidido ahora por los tres internacionalistas, nos enteramos de que el régimen encabezado sucesivamente por los representantes de tres generaciones de la familia Kim es responsable no sólo del deceso de millones de sus súbditos provocado por el desastroso sistema económico entronizado. También hemos sabido que el número de los presos políticos muertos en los campos se cuenta por “cientos de miles”.
En adición al “trabajo forzado, las ejecuciones, la tortura, las violaciones”, amén de “castigos, abortos forzados e infanticidios”, los represores norcoreanos han empleado “las hambrunas deliberadas”, un viejo y probado método de exterminio comunista, que en diferentes ocasiones y períodos también ha sido utilizado de manera masiva en la antigua Unión Soviética, China continental, la Camboya de los “jemeres rojos” y la Etiopía de Mengistu, el genocida condecorado en Cuba con la Orden “José Martí”.
Según señala el periódico miamense, el australiano Michael Kirby, presidente de la Comisión Investigadora, expresó que “a partir de la publicación del informe, la comunidad internacional ya no podrá alegar la ignorancia como una excusa para la inacción”. Felizmente no deberá suceder —pues— lo mismo que al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos declararon que no sabían de los horrores que se perpetraban. Esto se mantiene hasta hoy, pues, como se sabe, la teocracia iraní —¡a estas alturas!— sigue negando la existencia del Holocausto.
En las conclusiones del informe, se pide que la comunidad internacional “acepte la responsabilidad de proteger al pueblo de Corea del Norte”, y se solicita al Consejo de Seguridad de la ONU que acuda a la Corte Penal Internacional para que los responsables de los espantosos crímenes rindan cuenta ante ésta.
Habrá que ver si, una vez sometido el asunto al referido Consejo, la República Popular China no hace uso de su derecho a vetar cualquier decisión que afecte al régimen del país peninsular, el cual, para el gigante asiático, es al mismo tiempo un amigo y un peligroso e indeseable vecino que, para colmo, posee armamento nuclear.
La suerte de millones de infelices norcoreanos merece que la opinión pública se mantenga al tanto de los resultados concretos que pueda tener la digna acción realizada por esos tres ilustres juristas.