MIAMI, Florida, noviembre, 173.203.82.38 -La prensa cubana tiene la habilidad de cambiar completamente el sentido de aquellas noticias del acontecer internacional que le resultan adversas. Los lectores de la Isla, a quienes va dirigida la distorsión, quedan con una imagen confusa de un acontecimiento que les llega descrito por la fuente única a la que tienen acceso, sin otra que posibilite la contraposición. Un ejemplo de esta particularidad desinformativa, a la que acuden con frecuencia los medios oficiales cubanos, se evidencia en su cobertura sobre los acontecimientos en Siria y todo lo relacionado con esta problemática.
En días recientes la prensa de la Isla ha informado sobre la violencia desatada por sus amigos de Damasco, pero desde una óptica original en la que las protestas masivas ocurridas en varias ciudades del país medio oriental aparecen como obra de elementos subversivos, mercenarios al servicio de potencias e intereses extranjeros que para nada cuentan con el apoyo popular.
Si nos asomamos a las páginas de Granma o Juventud Rebelde para ver como se reflejan en ellas lo que ocurre en Siria, veremos titulares como el de estas semanas. Uno de ellos reza “Más apoyo al gobierno sirio”. El contenido de la nota describe la participación masiva en apoyo al gobernante Bashar al-Assad y en rechazo a la injerencia extranjera en los asuntos internos de la nación. El escrito habla de una multitudinaria manifestación a la que se sumaron residentes de varios poblados que viajaron en caravanas para expresar su respaldo al Gobierno que los había convocado a través del Ministerio del Interior “por su propia seguridad” para que ignoraran los mensajes de texto y panfletos que les animaban a unirse a una manifestación en la plaza capitalina Umayad.
La amenaza velada y las mañas comunes de los cófrades totalitarios que se repiten cuando el momento lo requiere, y que una parte del mundo sigue aceptando como prueba de legitimidad otorgada por los pueblos oprimidos, quedan al descubierto por la misma lógica de los acontecimientos. Desde la misma perspectiva de los que defienden el gobierno que dirige desde hace más de once años Bashar al Assad, heredero de un linaje establecido por su padre Assad, se hace difícil explicar la orden de despliegue que dio al ejército para ayudar a la policía secreta y las fuerzas de seguridad a controlar las protestas en su contra. Menos aún el uso de tanques, aviación y hasta los cañones de la marina para aplastar a sangre y fuego la acción cívica de manifestantes que solo portaban banderas, muertos victimados por la represión y una frase generalizada: “El pueblo quiere la caída del régimen”.
Los detalles son omitidos por la prensa oficiosa castrista, donde entre otros datos importantes se silencia el detonante de lo que ya se reconoce como la próxima revuelta anti dictatorial de la primavera árabe. Esta se inició con el encarcelamiento de sesenta escolares. Los adolescentes fueron acusados de pintar un grafiti inspirado en las revueltas pro democracia en Egipto y Túnez.
Si las noticias sobre actos violentos represivos en Siria son pura propaganda occidental, inspirada en la acción de elementos que no cuentan con respaldo ciudadano, queda abierta una nueva interrogante en torno a otro titular aparecido en Juventud Rebelde notificando la aceptación por parte de Siria de un plan de la Liga Árabe para solucionar el conflicto.
El anuncio del acuerdo pactado entre el gobierno sirio y el Comité Ministerial de la Liga Árabe al que se refiere el rotativo cubano contradice todo lo aparecido anteriormente en las mismas páginas que ahora reconocen que Siria aceptó «sin reservas» y «en su totalidad» el plan elaborado por la Liga en pos de solucionar la “crisis política en ese país”.
Ni siquiera les ayuda la coletilla donde se insiste en hablar de infiltrados y desestabilizadores. La argumentación intervencionista no puede explicar la razón de que la Liga expusiera entre las medidas «el retiro de equipamiento militar», la excarcelación de todos los presos políticos, y el comienzo del diálogo en la capital egipcia entre el ejecutivo sirio y la oposición. El subrayado de la comitiva mediadora sobre la necesidad de la aplicación inmediata, completa y exacta de las acciones incluidas en el plan no puede ser tomado como un acto de apoyo según quieren hacer ver los escribanos de la prensa cubana. Se trata más bien de un tirón de orejas de las naciones musulmanas a su vecino problemático al que le exigen reformas que eviten un mal mayor. A la vez es un reconocimiento de la brutalidad ejercida contra una creciente ola de descontento popular y que los países del área temen conduzca a un extremo explosivo similar al que detonó en Libia.
Por ello la reformulación constitucional contemplada como solución por Al- Assad dentro de un proceso de reformas democráticas limitadas, tiene que incluir la creación de partidos, la celebración de elecciones y el cumplimiento de la promesa de anular la repudiada ley de emergencia- algo así como una ley Mordaza-que concede amplios e ilimitados poderes a las fuerzas de seguridad. Las demandas hechas a Siria siguen sin ponerse en vigor y el instrumento usado para realizar detenciones arbitrarias, juicios sumarios y conceder mano suelta al aparato de la policía secreta para que cometa toda suerte de abusos, violaciones y crímenes, sigue vigente en franca omisión a lo prometido.
El enmascaramiento de lo que ocurre en Siria es un comportamiento que se repite con un patrón invariablemente en contextos similares y que se deriva de la política de estado seguida por el gobierno cubano en apoyo a regímenes amigos en apuros. Hace pocos meses la representación de Cuba en la ONU jugó nuevamente el triste rol en el caso sirio uniendo su voto al de Ecuador, Rusia y China para oponerse a una resolución del Consejo de Derechos Humanos (CDH) del organismo internacional que pedía investigar crímenes contra la humanidad en Siria. La resolución fue aprobada definitivamente por 33 votos a favor, nueve abstenciones y los reseñados en contra.
Recientemente la ONU declaró que el número de muertos en la nación árabe sobrepasa los tres mil, producto de la represión. Veremos como quedará el encabezado de esa noticia en la prensa oficial cubana, si es que deciden divulgarla.