GUANTÁNAMO, Cuba. – Los dirigentes de la dictadura cubana y sus cotorrones no se cansan de reiterar que la Constitución promulgada el 10 de abril del 2019 fue aprobada por la abrumadora mayoría de la población con derecho al voto. Pero el proceso de elaboración del Anteproyecto y Proyecto de Constitución, así como el desarrollo del referendo, estuvieron marcados por la discriminación política y las irregularidades. Si existió consenso en la redacción del documento eso ocurrió solo entre los comunistas de la elite del poder y los mal calificados diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, porque los cubanos que nos oponemos a la ideología comunista no fuimos tenidos en cuenta.
Por esos días de discusión del Anteproyecto, el señor Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado, aseguró que todas las opiniones de los ciudadanos serían analizadas y respondidas, otra mentira más. Recuerdo haber presentado por escrito todas mis opiniones sobre el texto jurídico y todavía espero la famosa respuesta, amén de que se trató de coartar mi derecho a opinar en la asamblea de vecinos.
Un prueba evidente de la doblez del castrismo y de la importancia real que dan a la opinión del pueblo fue que la mayoría de los cubanos se pronunció en esas asambleas en contra de modificar la institución del matrimonio, pero los comunistas se desentendieron de ello y han incluido esa posibilidad en el Proyecto de Código de las Familias que se redacta y discute en cotos muy cerrados, como ocurrió inicialmente con el Anteproyecto de Constitución.
Sobre las irregularidades del referendo, CubaNet publicó en marzo de 2019 mi artículo El lápiz coadyuvante del castrismo y el cuadre de caja del referendo, donde reseñé denuncias semejantes hechas por los colegas Ana León y Luis Cino.
Según informó entonces la señora Alina Balseiro, presidenta de la Comisión Electoral Nacional, en el referendo votaron 7 848 343 electores de los 8 705 723 registrados, cifra que representó el 90,15 % de la lista actualizada, de la cual tuvieron que rebajar 597 980 personas inscriptas dos o más veces, algunas fallecidas.
Fueron depositadas en blanco 198 674 boletas y anuladas 127 100. Teniendo en cuenta estos datos, dejaron de asistir a las urnas 857 380 electores. Esa cifra, sumada a los electores que depositaron la boleta en blanco, la anularon o votaron en contra del Proyecto de Constitución, fue de 1 879 554 cubanos que manifestaron su inequívoco rechazo a la espuria Carta Magna, el 21.58 % del electorado, según las cifras oficiales, y lo destaco porque ya sabemos cómo los comunistas manipulan esos datos, de lo cual ha sido una prueba más la información diaria ofrecida sobre la pandemia de COVID-19. No en balde se atribuye a Stalin la frase “Quien cuenta los votos siempre gana”. Eso, en un país donde jamás se permiten observadores internacionales ni domésticos es una verdad de Perogrullo.
Muchos tenemos la convicción de que las cifras ofrecidas sobre los resultados del referendo no representan lo que ocurrió. Acoto que la dictadura no le permite votar a los cubanos que residen de forma permanente en el extranjero, otro mentís rotundo a la presunta igualdad ciudadana reconocida en el artículo 42 de la Constitución. Así que el número de cubanos que se oponen a la dictadura debe superar los cinco millones, y creo ser conservador.
Pero, como afirma un refrán, “nada hay como un día tras otro” y en el lapso de apenas dos años y cinco meses ocurrió el estallido social del 11 de julio pasado.
Desde la promulgación de la Constitución neofascista de la dictadura ha continuado creciendo el éxodo de compatriotas hacia otros países. De igual forma, el nivel de desaprobación de la gestión del triunvirato partido-estado-gobierno por parte de la ciudadanía también crece.
Los periodistas pagados por el Partido Comunista de Cuba (PCC) no pierden ocasión para hablar del índice de aprobación de los gobiernos foráneos, pero nada escriben o dicen sobre este asunto con respecto a Cuba.
Aunque el 99,9 % de los cubanos hubiera votado a favor de la Constitución impuesta por el castrismo en el 2019, eso no les permite –moralmente hablando– desconocer a las personas que formarían parte del 0,1% restante, mucho menos cuando esa Carta Magna asegura que Cuba es un Estado de derecho. Pero si lo fuera los cubanos que se oponen al comunismo podrían legalizar partidos o movimientos políticos y asistir a elecciones realmente democráticas y libres. ¿De qué igualdad puede hablarse si eso solo es posible para quienes apoyan a la dictadura?
Cuba es diversa –así lo ha reconocido hasta el mismo gobernante Miguel Díaz Canel Bermúdez–, pero una parte de esa diversidad es discriminada y carece de espacios para expresarse. En ese sentido, el estallido del pasado 11 de julio demostró que la manipulación de las cifras oficiales con respecto al resultado del referendo ni las engañifas de los mandantes van a impedir la lucha por la justicia social y el acceso a derechos civiles y políticos de quienes siendo cubanos vivimos discriminados y reprimidos.
El 11 de julio fue una clarinada y un rotundo rechazo a la Constitución espuria, un referendo espontáneo de rechazo al comunismo.
A pesar de la represión abusiva y sistemática de los esbirros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior es evidente que no hay punto de retorno.
En las jornadas siguientes los comunistas han ofrecido un diálogo al cual millones de cubanos que no comparten su ideología asistirían para continuar recibiendo más de lo mismo. En tales condiciones el diálogo es inviable.
Abraham Lincoln dijo que ningún hombre era lo suficientemente bueno para gobernar a otro sin su consentimiento y llevamos más de sesenta y dos años siendo dirigidos por personas que jamás fueron seleccionadas por el pueblo.
Los comunistas creen que son los machotes de la película y que los miembros de la sociedad civil independiente somos cobardes. Vituperan de nosotros y nos creen incapaces de ser tenidos en cuenta. Sus vientos intolerantes ya comenzaron a parir tempestades.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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