CAIBARIEN, Cuba. – En 1988, unos soviéticos rasos —“amigos de la perestroika”— le enviaron al secretario general del PCUS una misiva; “dándole gracias por el reciente recorrido que incluyó a nuestro pueblecito en la remota Siberia, que jamás había sido visitado” por el dignatario y su comitiva.
En aquella declaración rememoraba cómo “las autoridades políticas del territorio lavaron minuciosamente con champú checoslovaco cada hoja de cada árbol del camino por donde pasaría la caravana, y desempercudieron estatuas que resultaron ser héroes distintos a los que referían los historiadores” en sus clases.
La dirección de cultura, dando muestras de firmeza koljosiana, “demolió la vieja isba de robles donde había nacido un famoso poeta” —en deplorable estado—, y “la reconstruyó empleando hormigón armado”, y asentó en calidad de “museo duradero para nuevas generaciones” los remozados archivos.
La ocasión nos dejó también otras sorpresas desagradables, como “el puente sobre el riachuelo que décadas atrás había sido inaugurado con parte del ejército y la banda marcial tocando encima, puestos todos a flotar sobre las aguas, desprendido de sus 4 puntas cuando la botella de vodka rompióse contra la estructura, concluido el discurso que (—bajo atronadores aplausos—) tampoco permitió oír los alaridos de tan inminentes náufragos”, el cual fue esta vez, con pasmosa solidez, reedificado.
A las reverencias de la población reconectada ya vialmente, agregaron “frutos y hortalizas —reaparecidos de pronto— inscritos en el libro rojo de las extinciones”, y que además, durante el trasiego de su majestad, “un kiosco rebosante de esas maravillas gustativas fue montado en aceitadas ruedas para ser traslado de bocacalle en bocacalle, saludando al séquito triunfal”, por un personal amaestrado en dar, “sobria impresión de abundancia”, constancias a las que (—por su-puesto—) “deberemos fidelidad eterna, porque nos dio tiempo para aprovisionarnos hasta vuestra siguiente visita”, exhaustos, no obstante, “de correr tras el carromato”.
Una tímida solicitud remataba aquel delirante halago; “Camarada Secretario General; avise con tiempo cuando vaya a volver, pues ¡nos han puesto agua caliente en las oxidadas cañerías! ¡Teníamos tantas ganas de bañarnos!”
El “caso” fue publicado en “Tiempos Nuevos”, “Novedades de Moscú” y la Revista Sputnik.
Treinta años después, en Caibarién
Por demasiado tiempo —y con no menos esfuerzo ciudadano— se ha denunciado por todos los medios posibles la falta de escrúpulos (independientemente del interés individual o las disponibilidades reales) de una asamblea maniatada hasta el gollete, la que apenas corresponde a reclamos de votantes, y si lo hace, se las arregla para desdecirse con suma precariedad de pronunciamientos e inconsistencias en brindar soluciones.
Tuvo que aparecer una acusación frontal (como este 10 de enero, del vecino Eduardo Orama en Facebook, con fotos del asqueroso estado de su zona, dirigida al sobrino-periodista Raúl Enrique —editor de “El Caimán Barbudo”—, quien redireccionó la queja a Lázaro Manuel Alonso, notorio personaje televisivo), para que redactores momentáneamente autorizados hurgaran en las obliteraciones cometidas por quienes a ese mismo funcionariado malpagan y mangonean a su antojo.
La “Revista Buenos Días” de la Televisión Cubana (TVC), cuya sección quejumbrosa Lázaro conduce, hizo eco de la noticia porque “la insalubridad está afectando a una porción del pueblo costero” y “han tardado demasiado en prestarle debida atención”.
Lo cierto es que nadie sabe si en verdad vendrá “Días-Canal” (como le apodan aquí desde entonces) con su cohorte zapadora avisada de antemano: “a revisar las obras de canalización de la mierda que alcanzó status de monumento nacional”, o solo se trate de nueva astucia movilizadora.
Porque han traído tractores. Despabilado cederistas y desecado pantanos en un periquete. (Algunos micro/macro organismos aplatanados tendrán que mudar de hábitat hasta que retornen las inundaciones).
Pues en estos días falsamente fervorosos de refrendaciones constitucionales, un brote antipopulista degenerando en abstencionismo/negación al votar el 24F (renombrado; “El Grito del Aire”), tendría evitables consecuencias con una simple maniobra de botadura (de la basura) y eventual disipación de la peste.
Entonces, a los “protestones contrarrevolucionarios” que develan sin piedad “el esplendor del caos”, se les liquidaría con argumentos sólidos mediando el reciclaje de la porquería que a sus propietarios luce bien estando encubierta.
Mientras esta “tarea partidista de desinfección” acontece, la “Cadena Palmares” reinauguró este sábado 19 una aséptica discoteca en medio de la mugre; “para divertir a nuestros jóvenes luchadores” —a 3 CUC la entrada con cero consumo y anuncio—, suceso que provocó altercado policial y un par de damas desmayadas pujando por entrar —puyas en mano— al atestado recinto.
Súmense heridos leves, culatazos, sprays de pimienta, instalaciones rotas, tonfazos y una docena de pisoteados —encima timados— en la espantadera.
Jorge Garcés, representante en la región del conglomerado colector de divisas, explicó que “su institución debe recuperar la inversión millonaria hecha, a cualquier precio”.
Para asuntos públicos “no hay dinero”. Exceptuando los que se derrochan en recorridos administrativos y estancias hoteleras.
Quizá un día los haya, y esa epístola pendiente —en conjunto los conjurados—redactarán.