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José Martí frente a la manipulación castrocomunista

Castrismo, Cuba, Cubanos, Martí

LAS TUNAS, Cuba. — Este sábado, se conmemora el 170 aniversario del nacimiento en La Habana el 28 de enero de 1853 de José Martí, abogado, periodista, diplomático, filósofo, Apóstol de nuestra independencia, muerto en combate a los 42 años en Dos Ríos, Oriente, el 19 de mayo de 1895.

Por sus ideas independentistas —como tantos jóvenes cubanos por estos días—, Martí fue condenado a seis años de cárcel. Ingresaría al presidio político a los 17 años, el 4 de abril de 1870, pero los trabajos forzados quebrantarían su salud, y por gestiones familiares y de amigos fue indultado el 26 de septiembre del propio año y desterrado.

Según Jorge Mañach en la biografía Martí, el Apóstol, don Mariano, el padre de Martí, un valenciano, tendría cierta tendencia hacia el enojo, que lo haría recurrir a la violencia física para reprimir la participación de su hijo en la lucha contra el colonialismo español; difícil relación paterna que no sería así con la madre, doña Leonor Pérez, quien le inculcaría valores y afectos, el humanismo del cuál haría gala, guiado de quien fuera su mentor: el abogado, maestro y humanista Rafael María de Mendive.

Martí vivió la mayor parte de su vida fuera de Cuba, con 18 años, desterrado, llegó a España en 1871, donde publicó El presidio político en Cuba, un alegato jurídico contra la dominación española. Acogiéndose en mayo de 1871 a un plan de estudios de enseñanza libre que, sin concluir el bachillerato, le permitió matricular Derecho y Filosofía en la Universidad Central de Madrid, ya residiendo en Zaragoza se graduaría de Licenciado en Derecho Civil y Canónigo, y en Filosofía y Letras, en 1874, con 21 años de edad. Viviría en México entre 1875 y 1876, en Guatemala a partir de 1877 y en Estados Unidos desde 1880 hasta 1895. Fue en este último país donde escribió la mayor parte de su obra y organizó la Guerra de Independencia.

Pero fue en la Universidad de Zaragoza, en 1874, cuando Martí mostró su vocación humanista irrestricta, que volcaría en todo su pensamiento, por los derechos naturales e imprescriptibles de todos los seres humanos. Así y todo, el pensamiento humano, jurídico y político de Martí ha sido manipulado por el castrocomunismo, mucho antes de los castristas proclamarse marxistas, partiendo por Fidel Castro, quien, en su autodefensa por el asalto al cuartel Moncada, atribuyó a Martí la autoría intelectual del ataque, cometido con nocturnidad y alevosía, vistiendo los mismos uniformes que los atacados, perfidia inimaginable en el Apóstol.

En el colmo del lavado de cerebro nacional ejecutado por el régimen, castrocomunistas falseadores de la historia han llegado a decir que, de haber vivido en nuestro tiempo, Martí hubiera sido comunista, un socialista convencido. Pero esa patraña se cae por sí sola, y no sólo voy a citar la frase que la desmiente, sino también el contexto en que fue escrita, en Nueva York, en mayo de 1894, un año antes de morir en Dos Ríos, cuando escribió a su amigo Fermín Valdés Domínguez, sugiriéndole que, “explicar será nuestro trabajo, liso y hondo”, respecto a aquellos que buscan un poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable en la administración de las cosas de este mundo, afirmando:

“Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión humana. Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: -el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas- y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para levantarse en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.

Tales ambiciosos, según Martí en esa carta a Valdés Domínguez —que puede leerse en el tomo 3, página 168, de las Obras Completas —, los de la “soberbia y rabia disimulada” que fingen ser “defensores de los desamparados” los vemos noche y día en la televisión, cual retrato del régimen castrocomunista y de sus dirigentes y funcionarios, y como unos van, según dijo el Apóstol, de “pedigüeños” y cómo según él los vio ya en su época, otros pasan de “energúmenos a chambelanes”. Ese es el socialismo que Martí percibió y ahora pretenden embutirle.

El castrocomunismo ha segregado y segrega a los cubanos por sus ideas y su condición de isleños como en su día el apartheid marginó a los sudafricanos por el color de la piel. Así, prohibió alojarse en hoteles para extranjeros y organizar empresas sólo para extranjeros; y, en el colmo de su bajeza, los castristas, adueñándose de Cuba, afirman “las calles son de los revolucionarios” y “las universidades son para los revolucionarios”, y de ellas echan a los que llaman “contrarrevolucionarios”. ¿Y esa es la Cuba que quiso Martí? ¡No! Y ahí están sus palabras, las que, por estado de necesidad, jurídicamente hablando, citaré in extenso, según las pronunció en conmemoración del 10 de octubre de 1868, en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1889, según aparece en el tomo 4 de las Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana 1963. Dice Martí:

“La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todo, y no feudo ni capellanía de nadie; y las cosas públicas en que un grupo o partido de cubanos ponga las manos con el mismo derecho indiscutible con que nosotros las ponemos, no son suya sólo, y de privilegiada propiedad, por virtud sutil y contraria a la naturaleza, sino tan nuestras como suyas, por lo que, cuando las manos no están bien puestas, hay derecho pleno para quitarles de sobre la patria las manos.”

Entonces cabe preguntar: Si es martiano según dicen, ¿cómo el Partido Comunista se ha convertido en monopolio de vidas y haciendas y presunto hacedor de justicias intangibles? ¿Cómo transforma en reos y hace sancionar penalmente a quienes tienen “derecho pleno para quitarles de sobre la patria las manos” haciendo de ella una tierra estéril?

En el discurso pronunciado en honor de Fermín Valdés Domínguez en el salón Jaeger´s, Nueva York, el 24 de febrero de 1894, Martí dijo: “Un pueblo se amengua cuando no tiene confianza en sí: crece cuando un suceso honrado viene a demostrarle que aún tiene entero y limpio el corazón”, y así sucedió el 11 de julio de 2021 en Cuba, la protesta cívica pacífica, “un suceso honrado”, pretendió demostrar que los cubanos, menguados por más de medio siglo de dictadura, todavía tenían “entero y limpio el corazón”, pero el régimen los aplastó, con policías y turbas y la cárcel, porque los cubanos limpios de corazón son un peligro para la dictadura.

Sí. Los comunistas, que los habrá honestos, pero no los veo, y los visibles son pancistas, vividores, arribistas utilitarios, y como resultado han hecho de Cuba una tierra vana, no como la que quiso José Martí y así lo dijo: “Ancha es la tierra de Cuba inculta, y clara es la justicia de abrirla a quien la emplee, y esquivarla de quien no haya de usar; y con un buen sistema de tierras, fácil en la iniciación de un país sobrante, Cuba tendrá casa para mucho hombre bueno, equilibrio para los problemas sociales, y raíz para una República que, más que de disputas y de nombres, debe ser de empresa y de trabajo”.

Pero Cuba hoy no es de “empresa y de trabajo”, sino de “disputas y de nombres” que van haciéndola cada vez más mísera con sus discursos hueros. Luego… señores castrocomunistas, digan ustedes cualquier cosa, menos que son ustedes martianos, porque ni en Vindicación de Cuba, esa encendida defensa de Martí a los cubanos, caben ustedes ni de petimetres.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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