LA HABANA, Cuba.- Este 20 de diciembre, en el IV Pleno del Comité Central del Partido Comunista, se anunció que debido a “la situación de excepcionalidad” originada por el huracán Irma, la instalación de la Novena Legislatura y la designación del nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros ya no será el próximo 24 de febrero, como estaba previsto, sino el 19 de abril.
Así, durante dos meses más, continuarán las especulaciones, la expectativa y la intriga de culebrón de los más largos y enrevesados acerca de quién será el sustituto del general Raúl Castro: si Miguel Díaz-Canel, Bruno Rodríguez Parrilla, Mercedes López Asea, Esteban Lazo, o para continuar la dinastía, el poco visto pero muy poderoso Alejandro Castro Espín, coronel jefe del súper organismo casi clandestino encargado de la seguridad nacional.
¿Se deberá realmente al huracán Irma la postergación de la “elección” del nuevo presidente? ¿No será que recapacitó el general-presidente y le pareció, en vista de las circunstancias, que no bastaba con se quedara como primer secretario del Partido Comunista?
Para pensarlo mejor, el general-presidente, y también los que se devanan los sesos acerca de su sucesor, ahora disponen de más tiempo. Será gracias a Irma, que aunque les hizo gastar mucho en reparar los hoteles y otras instalaciones turísticas que dañó, les ha venido como anillo al dedo a los mandamases para las excusas y los pretextos. Aprendieron del difunto Máximo Líder a convertir los reveses en victorias o algo que lo parezca.
Para sus propósitos, los mandamases le siguen sacando lascas al huracán que azotó la costa norte de Cuba a inicios del pasado mes de septiembre.
Aplazaron las elecciones municipales del Poder Popular que debieron celebrarse en octubre. Dijeron que fue para priorizar las tareas de recuperación del ciclón, pero evidentemente lo que les preocupaba era el alto abstencionismo que iban a tener que enfrentar, con tanto descontento como había entre la población. Estaban claros los mandamases: con aplazamiento y todo, cuando el 26 de noviembre se efectuaron los comicios, la cifra de los que no votaron y de las boletas anuladas o en blanco superó la de todos los anteriores comicios.
Más de catorce semanas después del paso del huracán, aunque sea para hablar de los recorridos de inspección por las áreas afectadas que hacen los jefes de los Consejos de Defensa, de las casuchas de tablas de palma que han hecho para los que perdieron sus viviendas o de los materiales de construcción que van sacando a buchitos, todavía los medios oficiales siguen con sus machaconas y triunfalistas informaciones sobre los trabajos de recuperación. Tan impetuosos y eficientes como los pintan, pareciera que el puñetero huracán fue lo mejor que nos ha ocurrido en mucho tiempo.
Irma, como el embargo-bloqueo, sirve para todo. Sirve para justificar la escasez de productos agrícolas y sus altos precios en los mercados (siempre por culpa de los desconsiderados cuentapropistas y los malvados intermediarios), y también para que cuando más deprimidos estemos, reflexionemos y comparemos nuestra situación con la de Puerto Rico y otras islas del Caribe, y concluyamos con el consuelo de que nosotros, en Cuba, por muchos, muchísimos problemas que hayan, no estamos tan mal, y que si no fuera por la revolución pudiéramos estar peor, mucho peor…
Y todavía hay algunos, que olvidando lo del malo conocido y el bueno por conocer que decían nuestros abuelos, se quejan del aplazamiento de la Novena Legislatura, apurados como están por saber quién será el relevo de Raúl Castro. ¡Ni que eso fuera tan fácil!