LA HABANA, Cuba. – Me imagino que a Serdania Cardosa Milhet, residente en el municipio Baracoa, de la provincia de Guantánamo, le importaron un bledo las fanfarrias por el 89 cumpleaños de Fidel Castro y la visita del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, para oficializar la apertura de la embajada de su país en La Habana.
El asunto es que desde más de tres meses, ella, su parentela y otras familias de la localidad realizan ingentes esfuerzos para conciliar el sueño. Desde mayo las aguas del río Macaguany anegaron sus viviendas y en el inventario de daños aparecen varios colchones.
La nota publicada recientemente en la sección Cartas a la dirección del diario Granma no detalla si los afectados duermen sobre el bastidor o en el piso, lo que se destaca es el disgusto de la señora Cardosa por el costo de estos artículos. Para dormir plácidamente, los damnificados deben pagar entre 1 800 y 2 120 pesos, montos que equivalen a entre cuatro y cinco veces el salario promedio.
Entre las soluciones sugeridas por la delegada de la circunscripción, está la solicitud de un crédito para el cual es necesario la presencia de dos codeudores, algo que según la reclamante es más difícil que hallar una aguja en un pajar.
Con la publicación de la carta en el periódico de mayor tirada del país, aumentan las esperanzas de que la sensibilidad se apodere de los funcionarios locales y la gente de bajos recursos pueda adquirir el producto a un precio asequible. Se trata de una expectativa que quizás se diluya en un largo silencio o en la perorata de algún burócrata sobre la imposibilidad de cumplir con las peticiones debido a la acumulación de insuficiencias por similares causas.
Resulta patético que la profesora de un instituto preuniversitario no pueda reponer los tres colchones perdidos con el sueldo que recibe. ¿Le quedarán deseos a Serdania de impartir clases en el próximo curso escolar? ¿Qué tiempo estará sin colchón su cama, la de su padre jubilado del ejército y la cuna de su hija?
Los hechos abordados aquí ilustran la inoperancia del sistema y el abandono de sus más fieles servidores. Sin embargo, no dudo que los afectados por las inundaciones, estarían dispuestos a dar vivas a la revolución y al partido, si tuvieran que hacerlo. No serían los primeros ni los últimos.
Va y a lo mejor para lograr sus objetivos, tengan que protagonizar algunos de los performances patrioteros, regularizados en todo el país y con la tendencia a su sobrevaloración a raíz de la mayor representatividad del imperio dentro de las fronteras nacionales.
A estas alturas, pienso que Serdania y compañía deben haber leído su queja en las páginas del Granma. Eso le habrá traído un poco de consuelo en sus noches de insomnio.