LA HABANA, Cuba. — El diario Granma, órgano oficial del castrismo, publicó este martes un texto de título solemne y bien poco periodístico: Información sobre los procesos derivados de los disturbios del 11 de julio de 2021. Sobre ese material, emitido por la Fiscalía General de la República, el Noticiero del Mediodía de esa misma fecha se consideró en el deber de emitir un amplio resumen.
Confieso que, al leer ese mamotreto cansón y tendencioso, no pude evitar recordar una fábula de Samaniego: Los animales con peste. En la obrita, y en vista de la terrible enfermedad que aquejaba al Reino Animal, el león, para lograr la piedad divina, ordena que cada cual confiese sus pecados y que se haga “sacrificio de aquel más delincuente/ y muera el pecador, no el inocente”.
En definitiva, el mismo “Rey de la Selva”, así como el tigre, la onza y el oso, confesaron sus innumerables carnicerías; pero los cortesanos los absolvieron de modo unánime. Correspondió pagar con su vida al burro, que relató que, al pasar por un campo de cereal: “Sin guarda ni testigo,/ caí en la tentación; comí del trigo”.
Volviendo a la Información de la Fiscalía, vemos que ella, en toda su considerable extensión, no dedica ni una sola palabra a lo que sí constituye un indudable delito (y gravísimo, además) perpetrado ese memorable 11 de julio: Me refiero, por supuesto, al asesinato del joven Diubis Laurencio Tejeda, uno de los que se manifestaban en la barriada capitalina de La Güinera.
Aquí conviene constatar que, en abismal diferencia con ese llamativo silencio, el documento oficial sí se consagra a la extensa cobertura de las protestas pacíficas de los miles de ciudadanos que salieron a las calles de Cuba a reclamar libertad. Se trata de actos lícitos que, como era de esperar, los acusadores castristas, como si fueran aprendices de magos, transforman en supuestos “delitos de desórdenes públicos, instigación a delinquir, daños, robos con fuerza y violencia, atentado, sabotaje y sedición”.
¿Y del homicidio qué! (En realidad, asesinato, previsto en el artículo 263 del Código Penal, cualificado por la alevosía y por haber ejecutado “el hecho a sabiendas de que al mismo tiempo se pone en peligro la vida de otra u otras personas”; y eso por no hablar de un tema más polémico: el de los “impulsos sádicos o de brutal perversidad”).
Insisto en que se trata —¡y con mucho!— del resultado más grave acaecido con ocasión de las protestas. Sin embargo, mientras que, según se afirma en el documento, hay 489,9 ciudadanos en prisión provisional (el 69% de 710) por los sucesos del 11J, no se tienen noticias de que el policía Yoennis Pelegrín Hernández, matador de Diubis, se encuentre en una situación procesal similar. (¡Incluso, en un principio, estaba catalogado como un simple testigo; sólo fue acusado al multiplicarse las protestas!).
Y conste que el agente no corría peligro alguno de parte de quien resultara occiso, y en tan gran medida, que el disparo le entró a este por la espalda. Pues, en lugar de tirar al aire para amedrentar a la multitud que protestaba, Yoennis optó por disparar contra ella, ocasionando lesiones y la trágica muerte de Laurencio Tejeda. En resumen: que, como en la fábula de Samaniego, son los depredadores quienes llevan la mejor parte.
Por lo demás, lo que prima en la Información es la tergiversación de los hechos y la manipulación de datos. Para empezar, el documento lo emite la Fiscalía (y no los Tribunales). Esto sirve de pretexto para minimizar la magnitud de la represión: la parte acusadora consigna que “ha sido notificada de 44 sentencias” dictadas por las cortes castristas en “84 juicios realizados”. En esas resoluciones “fueron sancionados 172 acusados”. Si los datos provinieran de los Tribunales, el número de sentencias y de sancionados podría ser mayor, pues incluiría las que aún no han sido notificadas.
La exposición comienza por mencionar “un contexto especialmente complejo”. Allí se mezclan “crisis económica mundial”, “pandemia sin precedentes” y “recrudecimiento del bloqueo”. Ni una palabra del hartazgo del pueblo cubano con el desgobierno castrista, que lo ha sumido en la negra miseria con visos de verdadera indigencia que sufre hoy. Tampoco se mencionan la falta de libertades ni la represión, que dieron lugar a las consignas más repetidas aquel glorioso 11 de julio: “¡No tenemos miedo!” y “¡Libertad!”.
La Información insiste en lo planteado el mismo 11 de julio por la prensa oficialista. En aquella se habla de “instituciones oficiales” (¡incluso “hospitales”!) que “se apedrearon”; también de “establecimientos comerciales” que “resultaron saqueados y sustraídos los bienes”. Sin embargo, no se ofrecen datos específicos ni se han divulgado pruebas que acrediten la existencia de esos supuestos ataques a centros asistenciales y de los hipotéticos saqueos.
Sí hay en el mamotreto un aspecto positivo que conviene señalar: en ese documento oficial emitido por un órgano del Estado Cubano, ¡no se mencionan las supuestas órdenes emitidas desde Estados Unidos, en cumplimiento de las cuales habrían actuado los manifestantes! ¿Será que los redactores de la Información tuvieron un rapto de decoro! ¿O es que los mayimbes comunistas han comprendido todo el absurdo y el ridículo encerrado en esa afirmación mentirosa y han optado por echarla a un lado!
Lo que sí no ha variado es la brutalidad de la represión desatada. Tampoco la ferocidad extrema de las sanciones terroristas, de hasta varios decenios de duración, solicitadas por la propia Fiscalía, e impuestas por las cortes del castrismo. De todo esto, la flamante Información no dice ni media palabra.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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