MADRID, España. – Agencias de prensa como EFE y Reuters y medios como CNN, entre otros, se han lanzado a celebrar con bombo y platillo la anunciada reforma del trabajo por cuenta propia en Cuba. “Cuba abre las puertas al capitalismo” después de una larga espera, o “esta vez el sector privado va en serio”, han sido algunos de los cintillos noticiosos que han aparecido durante los últimos días.
No conviene formular expectativas positivas hacia esta nueva política comunista de perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia, porque sus objetivos no son de este calibre. Basta analizar las circunstancias para comprender que se trata de una medida paliativa destinada a conseguir dos objetivos inmediatos: por un lado, sacar gente que actualmente funciona -y le va muy bien- en la economía informal; por el otro, recaudar más impuestos para seguir gastando alegremente lo que no se tiene.
Por si quedan dudas, lo mejor que se puede hacer es echar un vistazo al Título II de los Fundamentos económicos de la Constitución de 2019 (artículos 18 al 31, siendo el más importante el artículo 30) y queda todo claro. No hay que buscar nada detrás de esta reforma del trabajo por cuenta propia que los dirigentes comunistas han estudiado con detalle para evitar que un sector privado potente, autónomo y dinámico pueda retar el poder omnímodo que existe en el país.
Además, la medida era esperada, ya que en julio del pasado año fue anunciada por la ministra de Seguridad Social. El caso es que se ha llevado a término en un momento económico muy complicado, en que la economía cubana se derrumba un 12% en su PIB, según datos oficiales. Median en la decisión la situación de parálisis y colapso que vive el país por la falta de divisas, lo que obliga a movidas de este calibre.
No extrañaría que, cuando lleguen mejores condiciones económicas, el régimen vuelva a crear dificultades al desarrollo de la empresa privada. Conviene no olvidar que esta política tiene su origen en el núcleo de poder del Partido Comunista y la burocracia política que dirige el país, fieles salvaguardas de las esencias de la llamada “revolución”, de modo que su diseño y ejecución práctica pasará por los criterios políticos de estas estructuras.
La reforma ha despertado atención e interés, y tal cosa es lógica, porque supone eliminar el mecanismo de listas autorizadas para el trabajo por cuenta propia, que limitaba a solamente 127 especialidades las opciones de los cubanos para emprender proyectos privados. Ahora se amplían a 2 000 las especialidades que existen en la clasificación nacional de actividades económicas, si bien ya se ha anunciado que algunas quedan fuera, en concreto 124.
En un país en que el espíritu emprendedor sigue vivo -a pesar del énfasis del adoctrinamiento castrista en contra de la libre empresa, la acumulación y el papel del empresario privado- cabe esperar un crecimiento en el número de solicitudes de licencias, lo que significará para el régimen la oportunidad de ofrecer titulares positivos en medio de una situación de grave crisis de la economía. Habrá que analizar con detalle en qué actividades se producen las solicitudes, ya que existen temores de que la industria manufacturera, algunas actividades de servicios o las tecnologías, por ejemplo, puedan quedar al margen de las autorizaciones.
Tras la pérdida de las subvenciones soviéticas, los cubanos fueron viendo cómo las autoridades iban aprobando normas para el trabajo por cuenta propia. Nunca existió una voluntad explícita por dar apoyo al sector privado. En su momento, adelgazar las plantillas estatales fue el objetivo planteado por Raúl Castro al llegar al poder, para dar contenido a las primeras regulaciones del sector privado. Hubo un aumento inusitado de las licencias, a pesar de estar restringidas a 127 especialidades, y, en poco tiempo, algunos sectores de la economía se vieron penetrados por los llamados cuentapropistas.
Después el proceso se frenó y se mantuvo en torno a las cifras actuales. El auge de los pequeños negocios llevó a las autoridades a permitir a los emprendedores la contratación de trabajadores. Algunos vieron en ello el inicio de la pequeña empresa en Cuba. En realidad, lo que muchos observaban es que los empleos en el sector privado estaban mejor retribuidos y permitían disfrutar de un mayor conjunto de bienes y servicios que los mediocres y mal pagados empleos en el sector presupuestado.
Pero llegó la pandemia y el sector privado no sólo sufrió los efectos del confinamiento y la reducción del turismo, sino que, cuando llegaron las medidas compensatorias del gobierno, se pudo constatar un notable desbalance entre los trabajadores del estado (con mantenimiento de porcentajes de sus sueldos) y los trabajadores por cuenta propia, con aplazamientos fiscales o de licencias, pero nada de ayudas económicas. Los efectos de la crisis -y también de la Tarea Ordenamiento– están siendo especialmente duros para muchos emprendedores privados que no vuelven a levantar la puerta de sus negocios.
Las cuentas están claras: actualmente, alrededor de 600 000 cubanos trabajan en el sector privado, aunque es probable que la cifra sea superior. Estos pequeños emprendedores proporcionan 4 700 millones de pesos cubanos (CUP) por concepto de impuestos sobre ingresos personales. En 2015, con menor número de trabajadores por cuenta propia, el régimen solo recaudaba unos 1 800 millones de CUP. Esta figura, directamente relacionada con el trabajo autónomo, ha aumentado la recaudación en el período 2015-2019 en un 158%, mientras que la recaudación tributaria y no tributaria solo lo ha hecho en un 18%.
Algunos incluso creen que esta reforma del trabajo independiente podría ser un guiño del régimen comunista a la administración Biden a fin de abrir un proceso de negociaciones entre los dos países, como ocurrió en tiempos de Obama. Hay dudas de que ello sea así. Si hubiese continuado Trump, esta reforma del trabajo por cuenta propia también habría sido implementada. Da igual quien sea el inquilino de la Casa Blanca. Las dificultades que pone el gobierno cubano para que los pequeños emprendedores puedan hacer negocios de forma directa con los empresarios de Estados Unidos son tan relevantes que será difícil avanzar en este terreno.
Junto a la reforma para el sector privado, el régimen comunista cubano ha lanzado la Tarea Ordenamiento y la Estrategia económico y social, en un intento de confirmar a los observadores internacionales que tiene la sartén por el mango y que es capaz de afrontar el escenario crítico y complejo que sacude a la economía. Quien mucho abarca, ya se sabe… Y el reto es importante, porque se avecina un congreso comunista que va a promover cambios en la cúpula del partido que dirige con mano férrea los destinos de la nación desde hace 62 años. Acertar en las medidas y profundizar en las mismas podría ser un indicador de compromiso con la necesaria transformación económica que necesita el país.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.