LA HABANA, Cuba.- A cualquier cubano que le mencionen las siglas “CVP”, de inmediato las relaciona con personas uniformadas, de ambos sexos, que se dedican a labores de vigilancia. En efecto, se trata de los integrantes del Cuerpo de Vigilancia y Protección, una agencia estatal que presta esos servicios a empresas y otras entidades.
En el caso cubano, la labor de los CVP asume una peculiaridad: la vigilancia, en lo fundamental, no es para defender los centros de una amenaza externa, sino para evitar el robo de sus propios trabajadores. La prueba fehaciente de lo anterior es que los CVP no solo actúan en horario nocturno. Lo hacen durante las 24 horas, o sea, también cuando se encuentran los empleados de la entidad a custodiar. Al final de la jornada laboral chequean las carteras, bolsos y hasta los bolsillos de cada trabajador.
En los años 90, durante el Período Especial, el Cuerpo de Vigilancia y Protección aumentó considerablemente su membresía. Por una parte asimiló a muchos trabajadores que quedaron cesantes debido al cierre de empresas y entidades. Por otro lado, y ante la imposibilidad de que aumentase la producción, y la carencia de dinero para importar nuevos productos, las autoridades consideraron que era de suma importancia custodiar lo poco que había en el país.
Entonces convirtieron a los CVP en una casta de obreros privilegiados, pues recibían mensualmente una caja de pollos y cierta cantidad de divisas. ¡Imagínense, una caja de pollos en momentos en que el ciudadano de a pie comía croquetas de gato con queso de preservativos, y para adquirir una pizza era menester presentar una carta de “buena conducta” emitida por el Comité de Defensa de la Revolución!
Pero el tiempo pasó, y muchas de las prebendas fueron eliminadas. Dicen que un buen día Carlos Lage —entonces el zar de la economía cubana— decidió quitarles la caja de pollos a los CVP. A partir de ahí disminuyó el interés de las personas por pertenecer al Cuerpo de Vigilancia y Protección, al extremo de que es una de las pocas entidades que casi todas las semanas oferta plazas por intermedio del periódico Tribuna de La Habana.
Así las cosas, el periódico oficialista Trabajadores publicó recientemente un artículo en el que se aboga por la eliminación del referido Cuerpo de Vigilancia (“Cuidar lo nuestro”, edición del lunes 27 de febrero).
El articulista señala el gasto en el que incurren las entidades al contratar esa agencia de vigilancia y protección; un costo que en ocasiones agrava el estado de sus finanzas. Por otra parte, se han conocido casos en que los propios CVP han sido partícipes o cómplices en la comisión de delitos.
Sin embargo, la propuesta de Trabajadores para sustituir a los CVP es lo más iluso que hemos escuchado en los últimos tiempos. Clasificaría dentro de aquello que reza “peor el remedio que la enfermedad”.
Se sugiere que sean los propios trabajadores, mediante la guardia obrera —ese mecanismo ya casi desaparecido, y que jamás funcionó adecuadamente— quienes protejan los bienes de las entidades. Sería algo así como poner a un totí a custodiar un campo de arroz.