SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- El tercer hábito de las personas altamente efectivas es hacer “primero lo primero”, dice Stephen Richards Covey, autor de un libro de superventas sobre el tema. Y como estoy completamente seguro de que, sin restar importancia a ninguna otra lucha o evento, la principal batalla por la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos en el continente americano, y posiblemente en el planeta, se libra hoy en Venezuela, una de las primeras acciones que realizo cada mañana es informarme sobre los últimos acontecimientos en la patria de Miranda, Bolívar y Rómulo Gallegos.
Buscando noticias en la mañana del pasado sábado encontré, en varios respetables medios de prensa, lo siguiente: “Embajadores de Guaidó se reúnen en Colombia para diseñar estrategia contra Maduro”. “Queremos tener todo lo que significa la estrategia para acercar a países como Rusia y China para que sean parte de la solución”. Esto último lo dijo a Reuters Julio Borges, conocido líder opositor venezolano. Me extrañó, y alarmó, lo expresado por el expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, actualmente exiliado en Bogotá.
Me extrañó que Borges hablase de estrategia para acercar a Rusia y China “para que sean parte de la solución”, porque está más que claro que para los regímenes de Rusia, Cuba, China e Irán, la permanencia de Nicolás Maduro en el poder es tan importante como lo es para el propio usurpador y sus cómplices, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino.
Rusia no solo busca cobrar la enorme deuda que Maduro ha contraído con el gigante euroasiático, también tiene mucho interés en el petróleo y otros recursos, industrias y mercados venezolanos. Y, sobre todo, busca posicionarse en el continente americano, de una manera más sólida de lo que ya una vez lo hizo la desaparecida Unión Soviética con el régimen de Fidel Castro como punta de lanza. Nada interesa más a Vladimir Putin que mostrar su poderío e influencias en Latinoamérica, para competir y molestar a EE.UU. ¿Qué pueden ofrecer Juan Guaidó y sus aliados al exagente de la KGB y dueño de la segunda superpotencia militar para que retire su apoyo a Nicolás Maduro?
Para China, principal acreedor de Venezuela, lo más importante es el petróleo, tan necesario para mantener su crecimiento económico. Pero también tiene sus ambiciones geopolíticas. Latinoamérica es clave para sus planes. Con sus crecientes influencias en el área envía un claro mensaje a Estados Unidos: “También somos fuertes y estamos muy cerca”. Aunque los chinos son más pragmáticos que los rusos. Si se le asegurara que retirando su apoyo a Maduro y dándolo a Guaidó cobrarían hasta el último centavo de la deuda, continuarían recibiendo petróleo en condiciones ventajosas y habría seguridad para todas sus inversiones, lo pensarían dos veces antes de decidirse. Sin embargo, la oposición venezolana, que tiene en EE.UU. a su principal aliado, no le inspira ninguna confianza.
Pero hay un tercer actor, rapaz, a quien no mencionó Julio Borges. Colapsado en lo económico, que siempre ha vivido parasitariamente, aunque aún con muchas influencias en Venezuela y en otros países latinoamericanos, e importante aliado de las dos grandes potencias del Viejo Mundo. Un actor maquiavélico que ha influido más en el destino de esta nación caribeña durante las dos últimas décadas que Rusia y China juntas. Un actor muy responsable de la grave crisis que vive el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, para quien el fin del régimen de Maduro pesa demasiado. Un actor a quien habría que darle mucho más que a Putin y Xi Jinping para que abandonase a su principal socio. Me refiero al régimen cubano.
Antes de valorar qué podrían ofrecer Guaidó y sus aliados al régimen castrista, lo cual me alarma, es necesario recordar que los regímenes de Venezuela, Cuba, Rusia, China e Irán odian a EE.UU. y a toda nación democrática que les señale como enemigos de la libertad y violadores de los derechos humanos. Estos regímenes antidemocráticos saben muy bien cómo cerrar filas para defender sus intereses. Algo que generalmente no hacen Estados Unidos y sus aliados. Por eso dudo que, si no se les ofrece “suficiente”, lo cual sería demasiado, a Putin, Xi Jinping y Raúl Castro, los embajadores de Guaidó pierden su tiempo buscando estrategias para acercar a Rusia y China “para que sean parte de la solución”.
Llegados a este punto, tendríamos que pensar que lo dicho por Julio Borges fue una movida digna de Sun Tzu, un planteamiento superficial, o que algún guiso macabro se viene cociendo para satisfacer el voraz apetito de Castro, Putin y Xi Jinping a cambio de que abandonen al inepto Nicolás Maduro. ¿De qué estaría compuesto ese plato para que satisfaga a los tres? Sin dudas tendría que ser un pacto más dañino y vergonzoso para el pueblo cubano que el Pacto Kennedy-Khrushchev, con el que se selló la larga esclavitud que sufrimos en la patria de Martí.
Ya sabemos que a Rusia habría que ofrecerle ventajas inconcebibles, y a China seguridades en las que no cree. Pero, ¿Y al régimen castrista que habría que darle? EE.UU. tendría que dar marcha atrás a la actual política de Donald Trump y garantizar mayores concesiones que las hechas por Barack Obama a la más vieja y dañina dictadura del hemisferio. Si para salir del aprieto en que se metió cuando afirmó que en la solución del caso venezolano “todas las opciones estaban sobre la mesa”, el mandatario estadounidense cediese de tal manera, la “solución” de la crisis de Venezuela sería la más pírrica victoria de todos los tiempos. Ningún elector de origen cubano, razonable, votaría por el candidato republicano en las próximas elecciones.
Soy optimista y pienso que Guaidó, sus embajadores, EE.UU. y demás aliados del presidente encargado son lo suficientemente proactivos ̶ primer hábito de las personas altamente efectivas ̶ , inteligentes, firmes y honestos como para no caer en pactos vergonzosos con regímenes antidemocráticos. Espero que articulen verdaderas y firmes estrategias que pongan fin a la tragedia venezolana, y que arrinconen por mucho tiempo a los liberticidas de las Américas.
Las estrategias para poner fin a la criminal dictadura de Nicolás Maduro nunca van a contar con el apoyo de Rusia y muy poco probable que reciban el de China. El régimen castro-comunista es la matriz del mal en el continente y no se le puede hacer ninguna concesión, ni agradecer por jugadas engañosas como la de “facilitador” de los Acuerdos de Paz en Colombia. La libertad peligra también en México, con Andrés Manuel López Obrador, y si vuelve Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia de Argentina se fortalece nuevamente el eje del mal en el hemisferio. Y ni pensar en que Bernie Sanders llegue a la Casa Blanca.
A trabajar sin descanso, con todas nuestras energías, por la libertad, por el fin de los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, para acabar con la negativa injerencia de Rusia, China e Irán en América Latina. A trabajar, con firmeza y justicia, para evitar futuras tiranías.