MIAMI, Estados Unidos.- Es una realidad incontrastable que cada generación tiene personalidades notables en diferentes actividades que son asumidas como estandartes por segmentos de la misma, o por todos sus componentes. Esos referentes, con el tiempo, integran una especie de templo de paradigmas que suelen ser la inspiración para el surgimiento, desarrollo y trascendencia de ideas o actitudes que van a determinar o influir en los procesos de renovación de la sociedad.
La mayoría de estos arquetipos se forjaron en base a sus acciones, y su trascendencia está estrechamente ligada a quienes como parte de su generación decidieron imitarles, o porque los integrantes de las descendencias sucesivas entendieron que era un legado que había que perpetuar.
No obstante, algunos de estos paradigmas son consecuencias de mitos hábilmente elaborados por sus promotores y partidarios, sostenidos siempre en un gran cúmulo de medias verdades con ediciones a fondo de la verdadera práctica del sujeto ensalzado. Son ficciones necesarias para promover corrientes de opinión que enganchan fuertemente en aquellas personas que coinciden con el glorificado, algo similar a las campañas que promueven el consumo masivo de productos o servicios.
Este sería el caso del español Pablo Iglesias y el colombiano Gustavo Petro, en base a la admiración que comparten, aparentemente, por el pensamiento, vida y obra de Ernesto “Che” Guevara, quien ha sido llamado el Carnicero de la Cabaña, por las numerosas personas que allí ejecutó, y quien escribió de manera reiterada que matar era un medio importante en su existencia.
El personaje al que el vicepresidente del gobierno español, Iglesias, y el candidato a la presidencia de Colombia, Petro, admiran, dijo en Naciones Unidas: “Fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”. En una ocasión también escribió: “Si los misiles hubiesen permanecido en Cuba, nosotros los habríamos usado contra el propio corazón de los Estados Unidos, incluyendo la ciudad de Nueva York”. Así mismo, en una carta a su esposa le dijo: “Querida vieja: Aquí en la selva cubana, vivo sediento de sangre, escribo estas ardientes líneas…”
Petro e Iglesias son de hornadas distintas, pero evidentemente ambos sujetos admiran a un individuo que defendió a ultranza el uso de la violencia extrema como solución de los diferendos, y la eliminación de los adversarios para evitar la disidencia, lo que conduce a pensar estarían dispuestos a poner en ejecución las prácticas sanguinarias de su admirado “Che” en caso de disponer de poder para hacerlo.
Un buen índice es que el vicepresidente primero del Gobierno de España manifestó que los fusilamientos de Guevara en La Cabaña, Cuba, fueron un “acto de justicia de la revolución cubana”, además los calificó como “un ejemplo para la historia de la liberación de los pueblos y la justicia social”, ignorando, a sabiendas, que esas ejecuciones se produjeron sin juicio y, como atestiguan varios compañeros de Guevara, las sentencias habían sido dictadas antes de los espurios juicios celebrados, por eso me sumo al pánico de los directivos de la ONG Cuban Prisoners Defenders al conocer las declaraciones del alto funcionario de una de las democracias más emblemáticas del mundo.
El secretario general de Podemos, aliado de Hugo Chávez y de la dictadura teocrática iraní, atribuyó a Guevara una frase no confirmada, pero no mencionó la avalada por muchos investigadores: “No dispare. Soy el Che Guevara. Valgo más vivo que muerto”, expresión que algunos atribuyen a un momento de debilidad del comandante a quien Iglesias rinde tributo.
Gustavo Petro, por su parte, durante su vida ha testimoniado ser un verdadero seguidor del “Che”, no un simple simpatizante. El político colombiano ha ido más allá de su breve comentario sobre la trascendencia del asesino argentino cubano, y al igual que el desaparecido guerrillero asumió el camino de la violencia cuando empezó a militar en el Movimiento M19 por la década de los 80, una guerrilla urbana con un prontuario criminal que puede honrar la memoria del insurgente que fracasó en El Congo y luego en Bolivia.
Gustavo Petro y Pablo Iglesias admiran a Ernesto Guevara: ¿aplicarán los métodos del “Che” si llegan a tener poder y condiciones para hacerlo?
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