
GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 4 de febrero se cumplen 24 años del intento de golpe de Estado dirigido por Hugo Rafael Chávez Frías, entonces comandante del batallón de paracaidistas coronel Antonio Nicolás Briceño, del Cuartel Páez de Maracay.
Las acciones combativas fueron realizadas por comandos que operaron simultáneamente en Caracas, Maracay, Valencia y Maracaibo. En esta última ciudad los rebeldes lograron apoderarse de la sede del gobierno regional y tomar como prisionero al gobernador de Zulia, Oswaldo Álvarez Paz.
Chávez estableció su centro de operaciones en el Museo Histórico Militar ubicado en las cercanías del palacio de Miraflores. Sus fuerzas tomaron la estación estatal Venezolana de Televisión pero tuvieron una fuerte resistencia en La Casona y en el Palacio de Miraflores, donde no pudieron doblegar a los efectivos de la Guardia Nacional, quienes obligaron a los golpistas a rendirse, a pesar del éxito obtenido por los demás comandos en otras regiones del país.
Militar de brillante trayectoria y orador carismático, Chávez comprendió que la vía más segura de garantizar su vida y la de sus acompañantes en aquella intentona golpista era presentarse en vivo ante las cámaras de la televisión venezolana, una institución que fue tomada fácilmente por él debido a su carácter civil.
Ante las cámaras se proclamó responsable por lo ocurrido y se identificó con los objetivos del Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), el cual había fundado en 1982, al cumplirse el bicentenario de Simón Bolívar. Felicitó a los militares que cumplieron los objetivos del plan en otras zonas del país y reconoció su derrota en Caracas. “Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados”, dijo.Y añadió: “El país tiene que enrumbarse hacia un destino mejor”.
Ante el pueblo venezolano había surgido otro referente político, el MBR-200.Su fundador, denunciando las carencias y potenciales anhelos de los venezolanos más humildes, se lanzaba al ruedo político como un nuevo mesías latinoamericano.
Democracia vs Totalitarismo
Lo curioso de la historia de Chávez es que la misma democracia que tanto criticó y hasta trató de eliminar de forma violenta fue la que lo llevó al poder. Tal ejemplo se reitera en los casos de Evo Morales y Rafael Correa.
A pesar de haber traicionado sus deberes militares, de haber violado la Constitución de la República y de que, en la revuelta que lideró, fueron reconocidos oficialmente 14 muertos y 53 heridos, Chávez no fue condenado a muerte ni a una prisión humillante o de privaciones.
El “inhumano capitalismo” que él intentó desbancar lo condenó a pocos años de prisión, de los cuales sólo cumplió dos, hasta que el burgués Rafael Caldera, presidente de la República, lo indultó en 1994. ¡Vaya crueldad capitalista!
Ese año fue recibido con honores y gran despliegue mediático en Cuba por Fidel Castro. Luego regresó a Venezuela, donde se le permitió participar en la vida política del país y hasta postularse como candidato presidencial a los comicios de 1998, con el apoyo del Movimiento Quinta República, los cuales ganó con amplio respaldo popular, convirtiéndose en el cuadragésimo séptimo presidente venezolano.
Desde el poder impulsó un referendo constituyente para derogar la Constitución de 1961, lo cual también logró con amplio apoyo popular. Un segundo referendo propició la promulgación de la Constitución de 1999.
Quizás tales resultados le permitieron solazarse en las empalagosas “mieles del poder”, tan bien conocidas por los dirigentes históricos del castrismo. Para entonces, el candidato, que en una entrevista pública había calificado a Fidel Castro como dictador, era un presidente convertido en su más ardiente defensor.
Y comenzaron las amenazas a la prensa libre y a los opositores, a quienes insultaba en todo momento. Su mesianismo lo llevó a erigirse como el principal adalid del “Socialismo del siglo XXI”, un cóctel utópico carente de solidez teórica y lógica económica que muy pronto hizo sentir sus efectos en las mesas de los venezolanos.
Como sucedáneo del castrismo en el ámbito latinoamericano y mundial, el chavismo tomó de este su retórica procaz y buscó como diana propicia para sus epítetos y acusaciones al gobierno norteamericano y a los opositores políticos.
Los gastos militares, enormes e innecesarios, la eliminación progresiva de libertades civiles y políticas, la inflación, el despilfarro y el desabastecimiento, unidos a una incontrolable corrupción administrativa, han sido, entre otras, las secuelas más evidentes del chavismo en sus 17 años en el poder y a 24 de aquél fatídico 4 de febrero de 1992.

La manipulación mediática persistió hasta los últimos días de Hugo Chávez. Un ejemplo fue la última página del periódico Granma, correspondiente al 4 de febrero del 2013, donde se informó sobre un acto en Caracas para conmemorar los 21 años del fallido golpe de Estado:
“A esta jornada de conmemoración se llega con las buenas noticias que dio el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, quien informó el domingo que la salud del Comandante Chávez va en franca recuperación, cumpliendo el tratamiento médico; el Presidente sigue avanzando paulatinamente y de manera constante en su recuperación”, reportó AVN. Un mes y un día después se daba a conocer la muerte de Chávez.
Sólo un fraude colosal en las próximas elecciones presidenciales venezolanas puede prolongar la permanencia del chavismo. O un autogolpe, porque todo puede suceder después de que en los recientes comicios el pueblo venezolano dijo no al chavismo y a sus insoportables secuelas.