Felipe VI en Cuba, la gallegada de Pedro Sánchez

LAS TUNAS, Cuba.- Gallego solía llamarse en Cuba a cualquier español sin importar su origen, salvo los canarios, a quienes llamábamos isleños. Gallego en Cuba fue símil de perdedor. Si lo sabre yo: comediante escolar, más de una vez me tocó hacer de gallego y en mis actuaciones siempre salí mal parado. El teatro bufo, en Cuba teatro político desde 1868, etiquetó de estúpido al español con un personaje: el gallego.
Y ahora el señor presidente Pedro Sánchez, haciendo venir a los Reyes de España a Cuba, está actuando como un perfecto “gallego”.
En ocasión de la exhumación del general Francisco Franco Bahamonde el pasado octubre, el presidente Sánchez dijo que, los restos de Franco en el Valle de los Caídos era “un agravio a la democracia”.
¿Y no es “un agravio a la democracia” hacer comer en la misma mesa y fotografiar a Felipe y a Letizia con la cohorte castrista?
O… ¿Acaso el señor presidente Pedro Sánchez cree que en Cuba ha habido una transición a la democracia como la hubo en España porque en los últimos tiempos hemos visto ir por el mundo al señor Díaz-Canel con su señora esposa al lado, cual presidente acompañado de la primera dama de la República?
Grosso modo veamos las simetrías y las asimetrías entre franquismo y castrismo:
Francisco Franco Bahamonde, en 1926, con sólo 33 años de edad, ya era general de tropas terrestres; fue caudillo en la zona de conflicto a partir de 1936, y luego, dictador en España por 36 años, desde concluida la Guerra Civil en abril de 1939, hasta su muerte, ocurrida en su cama a los 82 años de edad el 20 de noviembre de 1975.
Fue Franco Bahamonde un genocida. A su dictadura se imputan cientos de muertos y más de 400 mil españoles exiliados. Pero Franco no prohibió la propiedad privada, el comercio, las escuelas particulares, los gremios profesionales, las huelgas por asuntos laborales ni lo que hoy llamamos sociedad civil y, a su fallecimiento, dejó allanado el camino para la transición; democracia que hoy vemos en España.
Fidel Castro Ruz, nacido en 1926, lideró una revolución para restablecer la democracia rota por el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952. Prometió elecciones libres, pero tomado el poder en 1959, con 33 años de edad, gobernó 47 años, hasta 2006, cuando con 80 años de edad enfermó gravemente.
Su hermano Raúl Modesto Castro Ruz, su sucesor, hoy con 88 años de edad, es la máxima autoridad política en Cuba al frente del Partido Comunista. Miguel Díaz-Canel, quien recién hace de presidente de la República, consulta diariamente al general Raúl Castro, según el mismo Díaz-Canel ha dicho, y asegura ser “continuidad”.
“Continuidad…” ¿Qué significa continuidad?, se preguntará el lector poco enterado de asuntos cubanos. Vamos a ver: entre los meses de agosto y diciembre de 1960 el gobierno, presidido por el entonces primer ministro Fidel Castro Ruz, creó la Oficina de Organización y Control de Círculos Infantiles; el Consejo Superior de Universidades; la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
De enero a agosto de 1961 fueron establecidos mediante leyes o resoluciones gubernativas la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP); el Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER); y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que disolvió las organizaciones sindicales independientes mediante la Ley 962 de “Organización Sindical”.
Los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, Fidel Castro reunió en la Biblioteca Nacional a escritores, cineastas, teatristas…, sembrando la semilla de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sentenciando que, puesto que “la revolución comprende los intereses del pueblo”, debía quedar claro no sólo a los allí presentes sino a todos los ciudadanos cuales eran sus legitimidades: “Dentro de la revolución: todo; contra la revolución, ningún derecho.”
Esos carentes derechos hicieron que, entre 1959 y 1965, unos cuatro mil cubanos se alzaran en armas; operaron en columnas desde unos 70 guerrilleros hasta en grupos de unos nueve hombres; integraron 299 guerrillas. Fue la contienda más prolongada después de la guerra contra el colonialismo español (1868-1878). Según Raúl Castro, “fue la guerra civil que libramos después de la guerra civil contra Batista.”
La guerra librada por fuerzas castristas contra ex integrantes del régimen derrotado y de su propio Ejército, de la clase media, urbana y rural y, sobre todo, contra campesinos, duró el triple que la guerra “contra Batista”, prolongándose desde principios de 1959 hasta el 4 de julio de 1965.
Costó mil millones de pesos y unos 500 muertos al régimen, según cifras oficiales. Unos 100 mil efectivos del ejército, las milicias y el ministerio del Interior, enfrentaron los alzados en correlación de fuerza de 25 a uno. En el Escambray fue desplegada una fuerza militar de 40 mil hombres.
Sólo en la provincia de Las Villas, y en dos días, entre el 7 y el 9 de septiembre de 1963, fueron desplazadas unas 500 familias a otras regiones del país, integrando los llamados pueblos cautivos.
Si la dictadura de Franco provocó el exilio de unos 400 mil españoles, el castrismo ha provocado una diáspora de unos dos millones de cubanos. Ahora mismo, mientras el rey Felipe VI y la reina Letizia visitan Cuba, hay cientos de cubanos transitando por senderos del mundo, huyendo de Cuba, no sólo por causas genuinamente políticas, sino también de economía política, porque fuera del monopolio estatal en Cuba constituye delito comerciar con carne vacuna, con langostas, con café, con tabaco…; o hacer que los niños estudien en casa para evitar el adoctrinamiento castro-comunista. Y por esas razones hoy hay cientos de mujeres y hombres presos en las cárceles cubanas.
Pero según el embajador del gobierno de Sánchez en Cuba, Juan Fernández Trigo, el rey Felipe VI “no hace política”, y su Majestad solo se entrevistará con integrantes de la sociedad civil diseñada y conformada por Fidel Castro, de la que Díaz-Canel se dice “continuidad”. Esto es con integrantes de los CDR, la FMC, el INDER, la CTC, los artistas de la UNEAC, los campesinos de la ANAP… Fuera de la visita real, quedan las víctimas. Los presos, los fusilados, los desterrados. A diferencia de España, en Cuba no hay Ley de la Memoria Histórica.
Si esto no es una burla es una gallegada.
El colmo de Pedro Sánchez ha sido exhumar a Franco del Valle de los Caídos y luego meter a Felipe VI en La Habana, donde ya con más de 60 años y antifaz de “democracia de partido único”, pervive la dictadura más longeva de Hispanoamérica.
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