LA HABANA, Cuba.- Desde hace varios meses estuve pensando en escribir sobre Evarista, una anciana que ha obtenido celebridad por su personaje de vendedora ilícita en la televisión cubana.
Evarista me recuerda a Eloísa Álvarez Guedes. Cualquier cubano que pertenezca a la tercera edad seguramente también la recuerda, cuando a partir de 1953 comenzó a representar a una humilde campesina llamada Simplicia, una anciana común y corriente, fiel reflejo de una sociedad normal.
Pero Evarista, aunque con un papel protagónico muy distinto al de Simplicia, por su contenido, nos recuerda a Eloísa, porque precisamente ninguna de las dos necesitó de conocimientos histriónicos para interpretar a sus personajes de pueblo. Ninguna de las dos estudió arte dramático. Ni falta que les hizo para que llegaran al corazón del gran público cubano.
Aris Teresa Bruzos Núñez fue, a lo largo de su vida, maestra y directora de escuelas. Nunca le pasó por la mente ser actriz, mucho menos trabajar en el programa humorístico “Vivir del Cuento”, donde el personaje principal, el anciano Pánfilo, se queja siempre de su pobreza, de las dificultades que se le presentan a diario para beber un vaso de leche o comerse un pescadito al mes.
¿Pudiéramos considerar entonces a este programa como el más parecido a la vida real del cubano, al más representativo del pueblo más necesitado del continente, a un pueblo que ha aprendido a burlase hasta de sus propios sufrimientos?
Aunque mañana le cambien el personaje a Evarista y deje sus trapicheos, cambalaches o “bisneos” para sobrevivir –porque el salario o la jubilación se le va al cubano como el humo, tan solo en una visita al agro–, quedará siempre como aquella anciana que se asomaba a la ventana de Pánfilo para proponerle sus ventas clandestinas.
Porque, ¿es Evarista, sin darse cuenta, una lastimosa representación de un país que vive en perenne pesadilla económica? ¿Es la prueba viviente de que la misma política impuesta desde el Comité Central de un Partido comunista, se convierte en un modelo más que fracasado?
Evarista es, sin duda alguna, un fiel reflejo de una población en crisis económica permanente, de una sociedad desabastecida durante décadas por culpa de los mismos que han gobernado durante más de medio siglo con la misma receta y sin que se vieran jamás los mejores resultados.
Aunque el oficialista periódico Granma se me haya adelantado con una crónica sobre Evarista, publicada hace unos días, no me preocupa. Su autora, una estudiante de periodismo, supo cumplir con las normas de la censura castrista y nada dice sobre lo que realmente representa esta anciana: el personaje más lastimoso, deplorable y penoso de la Cuba de Fidel Castro.
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