GUANTÁNAMO, Cuba. ─ La historia de todos los países está llena de hechos heroicos, curiosidades y héroes desconocidos, incluso anónimos, aunque hayan tenido en ella una relevante participación en batallas o hechos decisivos.
Dentro de los aspectos interesantes de nuestras luchas por la independencia está la participación de combatientes extranjeros. Pero con estos pasa lo mismo que con muchos altos oficiales cubanos que son poco mencionados, tanto que han ido desapareciendo del imaginario colectivo.
Cuando se menciona a generales extranjeros que lucharon por nuestra independencia no faltan nunca los nombres de Máximo Gómez Báez y Carlos Roloff, por citar dos de los más representativos, pero fueron muchos más los que dieron su sangre y los mejores años de su vida por nuestra libertad.
Hoy quiero referirme a uno de esos hombres que jamás se menciona y de cuya muerte se cumplen 150 años. Me refiero al General de Brigada francés Eloy Beauvilliers.
El Diccionario Enciclopédico de la Historia Militar de Cuba ─del que me he servido para la redacción de este recordatorio─ no aclara si alguno de sus padres fue cubano, ni siquiera informa sobre la fecha de su nacimiento ni aporta alguna foto o dibujo para perpetuar su rostro.
En un escueto párrafo se informa que Beauvilliers nació en Francia y que el 20 de julio de 1869 ya combatía a las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte. Ese día tuvo una participación importante en el ataque a Puerto Príncipe, planificado para hacer sentir la fuerza de la revolución en el territorio y apoderarse de bienes materiales necesarios para continuar la lucha en la manigua.
Según la información ofrecida por los historiadores, el plan concebido por Agramonte dividió las fuerzas mambisas en cinco grupos que atacarían a la ciudad por diferentes puntos. Correspondió a Eloy Beauvilliers dar inicio al combate ordenando el primer disparo de artillería sobre la Iglesia de la Merced, lo cual ocurrió exactamente a las 4:30 de la madrugada. La pieza de artillería bajo las órdenes del francés fue un cañón de cuero construido por los cubanos en un taller de Guáimaro. La acción constituyó un éxito para los mambises al lograrse los objetivos para la que fue planificada.
En agosto de 1869, ya con el grado de comandante, Beauvilliers dirigía un batallón de artillería.
El 1ro de enero de 1870 participó en el combate de Minas de Juan Rodríguez, en Guáimaro, bajo las órdenes de otro oficial extranjero, el Mayor General estadounidense Thomas Jordan. La acción constituyó otro rotundo éxito militar para el Ejército Libertador y en él volvió a tener una participación relevante la artillería al mando de Beauvilliers, esta vez mediante el uso de un cañón conocido como “El Ángel”, llamado así porque el General de Brigada Ángel del Castillo se lo ocupó a los españoles en el combate de Pitajones, ocurrido el 13 de agosto de 1869.
Debido a sus méritos militares, Beauvilliers fue ascendido a teniente coronel el 10 de agosto de 1870. Para la fecha de su muerte ya era General de Brigada, aunque los historiadores no han podido precisar cuándo fue ascendido.
El 9 de mayo de 1871 el Mayor Ignacio Agramonte lo nombró jefe de artillería de la zona oeste de Camagüey.
Lamentablemente, cinco días después, el 14 de mayo de 1871, fue sorprendido al sur de la provincia de Camagüey por una partida de guerrilleros que actuaban en las cercanías de Santa Cruz del Sur al servicio de la corona española. Fue hecho prisionero y ejecutado inmediatamente sin un juicio con las debidas garantías procesales (cualquier comparación con nuestra realidad no será mera coincidencia, sino prueba de que las esencias de las dictaduras son muy semejantes).
¿Hasta dónde habría llegado Beauvilliers de no haber ocurrido tan infausto suceso? Nunca lo sabremos, aunque sí podemos imaginar que habría llegado muy alto en la escala de mando del Ejército Libertador.
Son muy pocos los datos suyos que han quedado para la posteridad. Quizás a tan parca información se deba que Eloy Beauvilliers sea hoy un héroe desconocido para muchísimos cubanos. Su nombre nunca acompaña al de otros generales y héroes cuando se habla de nuestra historia. Realmente fueron muchos y también muchísimas las acciones heroicas. Estoy seguro de que ninguno de esos hombres luchó por la libertad de Cuba pensando en beneficios ni glorias personales.
Unos son recordados, otros no tanto. Muchos han sido olvidados. Pienso en los soldados de fila, los guajiros sin fortuna que se incorporaron desde temprano al llamado de Carlos Manuel de Céspedes. Pienso en los esclavos que decidieron dar sus vidas en busca de la libertad. ¿Cuántos nombres heroicos se han perdido para siempre?
Cuba les debe a los menos conocidos y a los olvidados un monumento para contrarrestar ese agravio inmerecido, mucho más sabiendo que somos deudores eternos de su heroísmo.
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