LA HABANA, Cuba – La reciente destitución del Ministro de Trasporte, el general René Arocha Macid, en gran parte tuvo que ver con la grave situación de la trasportación de pasajeros.
Según datos del Anuario Estadístico 2014 en su edición de abril 2015, el pasado año las empresas de ómnibus urbanos transportaron a 477 900 000 pasajeros, pero también el coeficiente de aprovechamiento del parque automotor destinado al transporte de pasajeros al finalizar 2014 fue del 54%. Es decir, que casi la mitad de los ómnibus permanecieron en sus respectivas terminales y bases de transporte por diferentes causas.
De los 15 660 800 viajes realizados nacionalmente el pasado año, los ómnibus urbanos reportaron 4 063 000, lo que representa solo el 25% del total de los viajes ejecutados. Y en los últimos meses ha habido una notable reducción de los viajes de los ómnibus en La Habana, una ciudad con 2,1 millones de habitantes.
La crisis es visible en lugares como la terminal de San Agustín, en el municipio La Lisa, de donde salen las rutas P-4, P-5 y P-14. La primera y la segunda van hasta la Terminal de Trenes, y la tercera al Parque de La Fraternidad.
El cumplimiento de los itinerarios de dichas rutas va de mal en peor. Cuando uno de estos ómnibus articulados de fabricación china llega a una parada, se produce un tumultuoso abordaje y se abarrota de pasajeros en minutos. Después, el chofer se salta las paradas porque no cabe una persona más.
La terminal La Rosita, en el municipio San Miguel del Padrón, de donde sale la ruta P-1 con destino al paradero de Playa, es en estos momentos, casi sin dudas, una de las terminales de La Habana que presta peor servicio. De los 40 ómnibus articulados que tiene asignados, usualmente solo prestan servicio entre 15 o 10, y a veces menos. Por eso, la frecuencia de salida de los vehículos es de 30 minutos o más.
Otra de las peores terminales de ómnibus de la capital es la que está ubicada en el Reparto Eléctrico, Arroyo Naranjo, de donde salen las rutas P-6 y P-8 con destino a la Villa Panamericana y la Universidad de La Habana, respectivamente; y el PC, que realiza un largo recorrido por el perímetro de la ciudad desde el Hospital Naval, en la Habana del Este, hasta la terminal de ómnibus de Playa, al oeste. Es mucho el deterioro de los ómnibus de esta terminal: sucios, con los asientos rotos. Es una vergüenza que ómnibus en tan deplorable estado de mantenimiento circulen por la calles de la capital, además del peligro que representan.
En la terminal del Reparto Eléctrico frecuentemente se incumple con los itinerarios de salida, que sobrepasan los 25 minutos. En el caso del PC a veces demora 40 minutos y más en salir.
Mientras tanto, la situación de la disponibilidad de ómnibus para el traslado de pasajeros en las ciudades del interior del país es realmente alarmante.
En Santa Clara, el grueso de la población se desplaza de un punto a otro de la ciudad en coches tirados por caballos, o en “bicitaxis” y motonetas, debido a que de los 68 ómnibus con que cuenta la base de trasporte urbano, más de la mitad se encuentran paralizados, algunos dados como de baja definitiva y otros en espera que entren piezas.
Estas carencias se presenta con toda su agudeza en las ciudades de Pinar del Río, San José de las Lajas y Artemisa, donde los pocos ómnibus que prestan servicio demoran una y dos horas en pasar, por lo que muchas personas tienen trasladarse en coches tirados por caballo y bici taxis.
La mayoría de los pasajeros no pueden optar por trasladarse en los autos de alquiler particulares, los llamados boteros, porque en ellos un viaje cuesta 10 pesos (unos 40 centavos de dólar); sin embargo la tarifa es excesiva para un bolsillo común.
Tampoco son baratos los “bicitaxis”. En la capital cubana cobran un dólar como mínimo por un recorrido breve.
En algunas provincias la trasportación intermunicipal por ómnibus es prácticamente inexistente. La forma de trasladarse que tiene la población son los camiones o los autos de alquiler particulares, cuyos precios fluctúan igualmente entre 40 centavos de dólar y dos dólares (48 pesos); importes que, de nuevo, no todos pueden pagar.
Al parecer la mejora del transporte urbano demorará porque, dada la delicada situación financiera que atraviesa el Estado cubano, por el momento este no podría destinar recursos para la importación de ómnibus que suplan a los miles que han sido dados de baja por los años que llevan de explotación y el deterioro en que se encuentran, así como la falta de piezas de repuesto.
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