GUANTÁNAMO, Cuba.- Frei Betto es muy conocido en Cuba por su amistad con Fidel Castro y su apología del sistema socio político cubano. Fraile dominico, es uno de los fundadores de la llamada teología de la liberación. Periodista, autor de más de sesenta libros sobre literatura, política y religión, ha hecho estudios sobre Filosofía, Teología, Antropología y periodismo.
La editorial José Martí publicó en el 2016 su biografía, escrita por Américo Freire y Evanize Sydow, con prólogo del mismísimo Fidel Castro. En los últimos años se han publicado aquí varios de sus libros, entre ellos “La mosca azul” (Editorial Ciencias Sociales 2012) y “Paraíso perdido. Viajes por el mundo socialista” (Ciencias Sociales 2016), presentado durante la última Feria del Libro.
En este último texto narra sus viajes por algunos países latinoamericanos y por los que conformaron el mal llamado campo socialista europeo. También informa sobre las posiciones que la Iglesia Católica ha asumido en nuestro continente, Europa y Cuba.
Sin dudas estamos ante un libro polémico, contradictorio e interesante. Polémico por muchas de las ideas que Betto expone, específicamente las relacionadas con los países del antiguo bloque socialista y con el castrismo; contradictorio porque el autor es capaz de advertir los errores cometidos en esos países y criticarlos, pero jamás lo hace con respecto al régimen cubano, al que defiende a pesar de ser fiel derivación de aquéllas sociedades; interesante porque nos permite conocer algunos de los entresijos que han conformado la política cubana en relación con nuestra Iglesia Católica, el Vaticano y otros países, algo apreciable si tenemos en cuenta que esa información nunca aparece en la esquemática y adocenada prensa oficialista.
Apologético del castrismo, sólo en contadas ocasiones mordaz, pero sin criticar jamás a Fidel Castro, Betto informa sobre el acercamiento entre el Vaticano y el gobierno cubano para propiciar la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba y no escatima espacios para dejar caer sus dardos sobre algunos dignatarios de la Iglesia Católica cubana y la misma institución, a la que culpa por los desencuentros que existieron entre ella y el castrismo desde 1959 hasta finales de la década de los años ochenta del pasado siglo. También narra cómo Fidel Castro le concedió la entrevista de la que surgiría “Fidel y la religión”, convertido en un suceso editorial a nivel planetario. Fue precisamente ese libro el que propició los contactos que el fraile dominico tendría posteriormente con líderes políticos y religiosos de los países del mal llamado campo socialista europeo.
En “Paraíso Perdido. Viajes por el mundo socialista”, aparecen anécdotas sobre la estancia de Betto en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, sus encuentros con religiosos de la Iglesia Ortodoxa rusa, las incomprensiones de algunos dirigentes europeos con respecto al libro “Fidel y la religión” y su examen sobre la situación de Polonia en tiempos de la lucha popular frente al absolutismo comunista dirigido por el general Jaruzelsky. Muy significativa es la transcripción de su encuentro con Lech Walesa debido a la brillantez de las ideas expuestas por el líder de Solidaridad.
Alojado siempre aquí en residencias de protocolo y hoteles de lujo, objeto de un tratamiento equiparable a dignatarios de primer nivel-como él mismo reconoce- Betto confiesa que jamás se presta para ofrecer ninguna opinión contraria al régimen cubano y califica esa posición como un acto de lealtad.
Pero algo que enseña nuestra Iglesia es que debemos defender la libertad de todos los seres humanos, tomar partido por los más vulnerables y los discriminados sin distinción de posiciones ideológicas, luchar por la igualdad para todos y no ocultar la verdad. Precisamente por eso el humanismo de Frei Betto me parece sospechoso. Porque él no es sólo un poeta y un agudo intelectual, sino también un certero conocedor de los errores cometidos por la izquierda latinoamericana y por los antiguos países del mal llamado campo socialista, lo cual demostró con creces en su libro “La mosca azul”. Él sabe que una cosa es el discurso oficial de los comunistas y otra lo que hacen, y también sabe que ellos han circunscripto el ejercicio de la libertad a un conjunto de ucases fuera de los cuales el individuo es considerado enemigo del sistema. Él afirmó en su libro La mosca azul (p.119) que no hay futuro socialista erigido sobre la dictadura del proletariado y el partido único y que cuanto más centralizada es una estructura de poder, más depende de quien la ocupa, inmune al poder popular y a los poderes correlativos (p.149). Pudiera citar otras de sus frases que demuestran lo claro que está acerca de lo que es una democracia y una dictadura.
Perseguido y encarcelado por la dictadura brasileña, autor de lúcidas consideraciones sobre el fracaso del mal llamado socialismo europeo, Betto es inconsecuente con las ideas que expuso en La mosca azul al calificar como “paraíso” al “socialismo real”. Siendo defensor de la democracia y los derechos humanos, es censurable que calle ante la discriminación política y la injusticia provocadas por la dictadura cubana. Y es vergonzoso que un teólogo católico afirme que el Ché Guevara es un ejemplo a seguir, sabiendo que este proclamó que todo revolucionario debe convertirse en un ser lleno de odio y en una fría máquina para matar eficazmente a sus enemigos. Tal admiración por un hombre esencialmente violento es incongruente con el cristianismo. ¿Será acaso Frei Betto un caballo de Troya dentro de la Iglesia Católica?
Más allá de sus consideraciones y de informarnos sobre sus encuentros con Fidel Castro, en suculentos y hasta exóticos banquetes cuando el pueblo cubano moría de hambre y enfermedad durante el período especial, este libro demuestra que ser un intelectual orgánico, un francotirador comprometido únicamente con la justicia y la verdad-como alguna vez afirmó Ernesto Sábato- es sumamente difícil.
Frei Betto tiene suficientes conocimientos e inteligencia para lograrlo, pero, o las abundantes atenciones del castrismo lo han obnubilado o le falta honestidad.