LA HABANA, Cuba. – A modo de crítica a la sociedad cubana anterior a 1959, el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), publicó su primera página el pasado 5 de enero un artículo titulado “El rostro de Cuba que la Revolución transformó”, en el cual se aborda la situación del sector de la economía en esa época, algo paradójico si se tiene en cuenta la difícil situación que atraviesa el país en estos momentos.
En particular, el texto critica la estructura económica de la Isla en aquel momento por ser predominantemente agrícola, extensiva y latifundista, tanto en manos extranjeras como en las de una minoría cubana. No obstante, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que la agricultura en nuestro país floreció en aquel entonces, tal y como dijeron los Obispos cubanos en su mensaje pastoral “El amor todo lo espera”, del año 1993: “El suelo bello y fértil de nuestra isla, la Perla de las Antillas, ha dejado de ser la madre tierra, como cansada, ahora es incapaz de alimentar a sus hijos con sus dobles cosechas de los frutos más comunes como la calabaza y la yuca, la malanga y el maíz, y las frutas que hicieron célebre a nuestro suelo feraz. El pueblo se pregunta cómo es posible que escaseen estas cosas y cuesten tanto. Lo que se dice del sector agrícola se puede decir también de otros sectores y servicios”.
Por su parte, la industria azucarera (recordar el slogan “Sin azúcar no hay país”) ha quedado destruida. Cuba pasó de estar entre los mayores exportadores en el mundo (hasta 1989) a importar azúcar de Francia. En estos momentos, el sector amenaza atraviesa una de sus épocas más bajas de la historia.
Ahora, los cubanos tienen que endulzar su café con azúcar francesa hecha a base de remolacha, a la cual acceden a través de la vetusta libreta de abastecimientos. Ello resulta significativo para todo nuestro pueblo, toda vez que, durante muchos años, la industria azucarera fue un pilar económico que generó numerosos empleos y que tuvo como su primer importador a los Estados Unidos de América (hasta 1960). A partir de esa década, se le comenzó a vender azúcar a la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a precios preferenciales que ayudaban a equilibrar los 13 mil millones de dólares que los soviéticos enviaban anualmente a Cuba.
El hecho de acudir a países lejanos a nuestra geografía para hacer alianzas políticas y militares trajo como consecuencias que se produjeran cambios de sociedades comerciales. Luego, la caída del gran hermano soviético precipitó el declive del sector, una situación que se vio acompañada de la baja de los precios del azúcar en el mercado internacional, la falta de atención a las inversiones en la industria y las malas decisiones sobre el tipo de caña a sembrar. Todo ello unido a la escasez de fertilizantes, pesticidas y otros elementos técnicos, como la rotación de las tierras.
Varios de los problemas presentes provienen de la sumisión que generaron los compromisos que se hicieron con el bloque soviético, que llevó al país a copiar estructuras y modelos de funcionamiento.
Sin embargo, “Granma” habla de la grave situación de dependencia de los Estados Unidos de América, cuando entre 1949 y 1958 la balanza comercial entre ambos países acumuló un déficit de 347.2 millones de pesos. Casi sesenta años después, en 2017, el déficit de la balanza comercial fue de 7347.1 millones de euros.
A pesar de ello, el nivel de impago de la deuda a corto plazo provoca dificultades en el flujo de las importaciones en el país, algo que se hace sentir en los hogares cubanos y que se mantendrá así aunque se cumplan los compromisos de pago correspondientes a la renegociación de la deuda externa.
Siempre que se habla de la actual falta de crecimiento de la economía, las justificaciones están vinculadas, después de los aspectos políticos del embargo, al incumplimiento de los planes y al endeudamiento; pero en realidad lo que más afecta es el hecho de que están atadas las fuerzas productivas, según dispone el Estado, y no se le da importancia al mercado, vinculado con el sector privado y su poder económico. Todo ello va contra el desarrollo del nivel de vida de las personas, tanto espiritual como material. El hecho que no se admita la acumulación de riquezas al pueblo –para los jefes y sus familiares no está prohibido- no permitirá que crezca la economía.
Una de las fuentes de ingresos más importantes que tiene el país son las remesas que provienen de cubanos viviendo en el exterior, aquellos miembros de nuestra nación que la “Revolución” hizo extranjeros, pero que no les permite convertirse en inversionistas.
Ciertamente, hay una gran transformación económica y social del país que encontró a su paso la llamada “Caravana de la Libertad” en el año 1959, transformación que no ha hecho más que desfigurar el rostro de nuestra querida Cuba ante el mundo.