MIAMI, Florida, mayo, 173.203.82.38 -Tras varios años de intensas negociaciones y votaciones frustradas el martes 2 de abril pudo concretarse un histórico acuerdo en la ONU al aprobarse el tratado para controlar el tráfico de armas. La trascendental medida adoptada por 154 naciones con la sola oposición de tres y la abstención de una veintena fue recibida con gran alegría en la sede del organismo mundial. Los brazos alzados como signo de victoria de varios representantes presentes en el foro mostraba la satisfacción por el resultado de una lucha ardua para frenar el comercio de muerte que tanta destrucción y dolor causa en el planeta.
La importancia de este Tratado radica en que, aunque resulte difícil de creer, hasta ahora el comercio de armas no estaba regulado adecuadamente a nivel internacional. El contraste era evidente. Trasegar tomates contaba con barreras inexistentes para la venta de misiles, morteros, pistolas o municiones.
El documento aprobado impondrá requerimientos vinculantes a las naciones para que revisen todos los contratos de armamento para garantizar que las municiones no serán utilizadas en países sometidos a embargo, en abusos de los Derechos Humanos, terrorismo o violaciones del Derecho Internacional Humanitario.
En esta ocasión cabe destacar el voto positivo de Estados Unidos junto a otras potencias occidentales como Francia y Gran Bretaña. Costa Rica resultó ser el abanderado de este triunfo al presentar la resolución que finalmente consiguió reunir el apoyo de la inmensa mayoría de las representaciones que dijeron sí al acuerdo. Entre las naciones de Latinoamérica que dieron el espaldarazo al control de armas hay que destacar a México, Argentina y Colombia, este último uno de los que ha conocido en la propia piel el embate de esta plaga.
En el voto norteamericano cabe reseñar el debate en el que se encuentra enfrascada la sociedad de este país por lograr una decisión parecida en el orden interno de sus fronteras donde varios hechos con armas han costado la vida a decenas de inocentes, siendo las más recientes las matanzas de New Town y Colorado.
Repasando la lista de los que se opusieron a la aprobación del acuerdo es notorio el accionar del triángulo de renuentes conformado por Corea del Norte, Irán y Siria. Es el mismo trío que en una especie de alianza tácita ha puesto su empeño en impedir el comercio de armas y que en semanas anteriores llegó a bloquear la posibilidad de un consenso para obtener un resultado favorable en la votación sin que esta tuviera que ser llevada a la Asamblea General para lograr su aprobación.
Mientras la dictadura de Siria no duda en arremeter contra su propio pueblo en una guerra que dura dos años y que ha causado 70 mil muertes con el solo propósito de no dejar el poder, los gobiernos de Pyongyang y Teherán, enfrascados en una peligrosa carrera por convertirse en potencias nucleares, suministran armas a grupos terroristas en diversas partes del mundo.
El otro grupo donde merecen señalarse las posturas es el de las abstenciones. Rusia, India y China son los más importantes dada su responsabilidad como potencias. Los tres son exportadores de armas y por tanto se puede entender la renuencia a ser partidarios de un acuerdo que limite las entradas por esa vía. Un interés parecido al que provoca la reacción de la Sociedad del Rifle de Estados Unidos opuesta por igual a la rúbrica del tratado. Con ellos votaron en coincidencia y complicidad las delegaciones de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Sudán entre la veintena de indecisos.
La posición del piquete compuesto particularmente los integrantes del ALBA con Cuba a la cabeza, debería ser motivo de análisis serio y el juicio crítico de quienes contemplan su liderazgo como el exponente máximo de la lucha por el progreso de las naciones y la paz internacional. La pregunta de rigor pasa por el cuestionamiento del voto venezolano, país donde la violencia desatada cuesta a la sociedad miles de vidas anuales, incidiendo en ello entre varios factores el uso incontrolado de armas de fuego. El cuestionamiento sigue por Nicaragua que conoció de la pandemia hace décadas y finaliza por Cuba que alardea de ser un adalid del pacifismo pero que en momentos no duda en ponerse en el bando de los que negocian con armas, incluyendo a la venerable Sociedad del Rifle norteamericana, para llevar la contra a numerosas ONGs que han luchado duramente para alcanzar una meta noble de regular el comercio de armas que diariamente causa millares de víctimas en todo el mundo y que genera jugosos dividendos para quienes trafican con la muerte.
La cuestión sería entonces si hay espacio para el abstencionismo cuando se intenta poner freno a la violencia no importa el lugar donde este mal cierna sus garras.