LA HABANA, Cuba.- Por estos días se ha estado celebrando de manera online el 1er Coloquio Internacional Gallego con motivo del 40 aniversario de la primera publicación de la novela del mismo nombre, de la autoría del poeta y narrador Miguel Barnet, presidente honorífico de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y uno de los más fervientes intelectuales orgánicos del castrismo.
La novela Gallego fue la tercera obra de tipo testimonial salida de la pluma de Barnet, y trata acerca de la llegada a Cuba del gallego Manuel Ruiz en la primera mitad de la pasada centuria, y su posterior adaptación a la realidad cubana. El argumento de la novela traspasa el año 1959 y llega hasta las primeras intervenciones estatales de los negocios privados, uno de los cuales resulta ser el del propio Manuel Ruiz. Y como para no buscarse problemas con la cultura castrista, Barnet hace que su gallego acepte de buena gana la expropiación.
Con anterioridad habían visto la luz las novelas Biografía de un cimarrón y Canción de Rachel, dos obras alejadas del contexto inmediato del escritor, y por tanto exentas de la emisión de cualquier criterio sobre la revolución de 1959.
La cuarta novela de Barnet, La vida real, aparecida en 1986, narra la existencia de Julián Mesa, un cubano que emigra a Estados Unidos en la década del 40 y decide visitar la isla una vez acontecida la llegada al poder de Fidel Castro. Cuando los lectores aguardan por lo que sería lo mejor de la novela, es decir, la impresión que le causa la nueva Cuba a Julián Mesa después de tantos años de ausencia, Barnet los deja con el deseo insatisfecho, pues ahí mismo concluye el relato.
Su última novela, Oficio de ángel, asume ribetes autobiográficos. Rescata la infancia y adolescencia de un joven de familia acomodada que recibe positivamente el triunfo del castrismo, y llega a reflejar los sucesos de Playa Girón y la Crisis de Octubre. Una vez más Barnet se las arregla mediante un hábil malabarismo literario para que los argumentos de sus novelas apenas rocen la epidermis del hecho castro-comunista. Y cuando lo hace, por supuesto, se conduce de forma tal que no disguste a la maquinaria del poder.
Pero, ¡oh sorpresa!, cuando ya suponíamos que Miguel Barnet había dado todo de sí en la narrativa, se nos apareció con un cuento que envió a la edición de 2006 del concurso Juan Rulfo, auspiciado por Radio Francia Internacional.
Ya para esa fecha Barnet estaba seguro de que se podía tratar el tema del travestismo en la literatura debido al accionar del oficialista Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Así concibió el cuento Fátima o el Parque de la Fraternidad, un relato que trata acerca de la vida de un travesti que todas las noches sale a jinetear con extranjeros para sobrevivir en medio de las durísimas circunstancias que acompañan la vida de los cubanos de a pie.
El protagonista del cuento, tras aseverar que le gusta su país, trata de convencer a los policías de que él no le hace daño a la sociedad, y de que por el contrario le presta un servicio.
Es de destacar que por un comportamiento sexual que se apartaba de lo heteronormativo, como este del relato, Reinaldo Arenas fue acusado de depravación y enviado a las tenebrosas mazmorras del castrismo treinta años atrás. En cambio, Miguelito Barnet fue premiado por sus amigos franceses y consiguió que la cultura oficialista llevara su cuento al cine.
Este Coloquio Internacional, más que rememorar el aniversario de una novela, en realidad premia la incondicionalidad de un escritor que siempre se las arregló para no incomodar a los jerarcas de la cultura oficialista.
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